De la politica feliz en un mundo enllamas

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EL AUTOR es comunicador. Reside en Santo Domingo.

 

 

Quizás está por descubrirse todavía la posición ideológica perfecta. Mientras tanto, seguiremos, padeciendo las consecuencias de una inversión de términos que pretende inútilmente aprisionar la vida en moldes precisos. Se ha de pensar primero en el hombre, y sólo después en el orden político que mejor acomode a su decoro y a sus fines. Lo contrario es un error.

 

En México, el presidente Peña Nieto afirma que ellos no van a pagar por el Muro y desafiante afirma: «Lamento y repruebo la decisión de Estados Unidos de continuar la construcción de un muro que lejos de unirnos nos divide. México no cree en los muros. Lo he dicho una y otra vez: México no pagará ningún muro», afirmó. Por su parte, Donald Trump el presidente de los Estados Unidos de América ya dio los primeros pasos para levantar el Muro y parece que los que pensaron que era pura demagogia política se han encontrado con el nuevo presidente, quien, envía y una señal a todo el mundo: «El relajo con orden.»

 

Mientras que el pus político salpica a muchos ladrones de nuestra América con escándalos tras escándalos, sale en el firmamento de América, las marchas de ladrones en contra de otros ladrones que se convierte en algo bochornoso. En República Dominicana los ladrones con sus pucheritos de venderse como gente seria están en un grave problema que salpica desde las cúpulas gubernamentales hasta un sinnúmero de gobiernos pasados que caminan con la misma piedra en un calzado que apesta y que la gente ya no cree en ninguno de ellos. El pueblo no le cree a la maltrecha oposición y a los ladrones que ostentan el poder. El mundo está en llamas. Dije hace unos dias que un hombre honesto no se presta a ese tipo de vagabunderías. Las marchas que no son políticas son organizadas por políticos. Piensan que uno desconoce como son sus maniobras.

 

El estadista dominicano Dr. Joaquín Balaguer decía que «el corrupto tenía esos motivos dentro de sus entrañas desde tiempos ancestrales, pero todos los hombres no eran ladrones ni corruptos». Y precisamente es en la juventud cuando muchos contraen la fiebre de primavera de las fórmulas. Y se hacen «socialistas», o  «comunistas», o «capitalistas», o «fascistas» o «teócratas», o «existencialistas», o «ladrones de cuello blanco», o simplemente cínicos o escépticos, según las influencias que prevalezcan en el momento oportuno de su formación.

 

Normalmente descontentos (porque todo el mundo lo está siempre) con la realidad que confrontan alrededor, reaccionan retirándose a la alcoba cerrada de su laboratorio mental donde,  bien en consulta con autores favoritos o bien, más frecuentemente, al compas de los clichés de mas circulación, se entregan a la promesa ideal de algún credo infalible, capaz por cierto de salvar al mundo.

 

Son las vías de la introversión escapista, del desajuste retardado de una adolescencia pertinaz, del mecanismo imitativo, de la autonomía individual ahogada por las presiones del ambiente, o de todas a un tiempo, las que los sitúan en la casilla proferida, la que mas alivio les ofrece de la responsabilidad agobiante del propio pensar.

 

El error consiste en fabricar a gusto propio una casaca de postulados para forzarla después, véngale bien o no, al fenómeno vivo de la Historia. En generalizar slogans cuya vigencia está necesariamente condicionada por el tiempo y el espacio: «la propiedad es un robo», «la lucha de clases», «proletarios de todos los países, uníos», «trabajadores anales uníos en anomonio», «drogadictos del mundo vivid vuestro mundo», «Dios que reparta suerte», «la libertad es un cadáver putrefacto»…

 

El paradigma de la inversión ideológica es sin duda alguna Marx, que levantó el formidable edificio del Capital sentado a su mesa de estudio de la biblioteca del Museo Británico, con la mirada puesta en el panorama europeo de la segunda mitad del siglo xix. Aunque esto se ha dicho y repetido,  y aunque la mayor parte de sus profecías económicas han sido desmentidas por los hechos, sus afirmaciones dejaron huellas indelebles en el pensamiento occidental. De tal manera es terrible la mezcla de la verdad con la fantasía.

 

Tiene que ser un poeta de América, nuestro Martí, el que señale el camino de la independencia intelectual. Pocos fragmentos de su ideario dan tanto que pensar como aquel de  que «una constitución es una ley viva y práctica que no puede construirse con elementos ideológicos». Esta idea, no aislada sino en armonía con el todo de su vida y de su obra, alumbra el principio cardinal de que ha de ser la persona humana, con su decoro moral y material íntegro, el centro guiador del acontecer político.

 

¡Qué lección tan saludable si se entiende y asimila! Significa que toda ley, todo programa de gobierno ha de buscar primeramente el bienestar del hombre. Que es, traducido del texto divino, «el reino de Dios y su justicia». Todo lo demás ha de venir por añadidura.

 

Puede haber medidas o actitudes o frases que mucho convengan a determinada etiqueta o surco ideológico, pero cuya ejecución sólo traiga por consecuencia el sacrificio innecesario de valores más preciados. Como la libertad. O la oportunidad de progreso material legitimo. ¡LEGITIMO! Las ideas deben estar al servicio del hombre y su circunstancia – recordando a Ortega y Gasset—y no al contrario.

 

Hay valores de naturaleza permanente, como la nación, la independencia, el régimen de libertad. Son ellos los que han de servir siempre de pauta a la hechura de las leyes. Cuando la ley se convierte en fetiche, ya no es ley, es camisa de fuerza. No las fórmulas impuestas a priori, sino las que se inspiran en el bien de todos nos dan la marca de una política feliz.

 

Trump ha dicho: «El relajo con orden»; el mundo se levanta en llamas y los ladrones que eran dirigidos por John Soros desde la Casa Blanca en el gobierno anterior, ahora no encuentran cueva válida donde meterse ante el grito inesperado de un ex presidente dominicano: ¡Si la justicia me llama a declarar, los otros ex presidentes tendrán que ir, también, a declarar!»

jpm

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