De acuerdo con el papa Francisco, pero, hagamos algunas precisiones

Hará cosa de dos semanas, en la Iglesia de la Asunción, en Tbilisi, capital de Georgia (antigua República del bloque socialista ruso), el papa Francisco afirmó que hay una “guerra mundial” montada contra el matrimonio, la cual no se lleva a cabo mediante armas, sino mediante ideas, por colonizaciones ideológicas, que lo destruyen, siendo una de ellas, la ideología de género.

 

Cabe aquí un aparte (una digresión), para explicar qué se trae la ideología de género.  De las muchas definiciones que se han elaborado sobre esta ideología, la que más completa he encontrado es la siguiente:

«La ideología de género sostiene, que las diferencias entre el varón y la mujer, fuera de las obvias diferencias anatómicas y fisiológicas, no corresponden a una naturaleza fija que haga a unos seres humanos varones y a otros mujeres.  Esas diferencias de manera de pensar, obrar y valorarse a sí mismos, son el producto de la cultura de un país y de una época determinados, que les asigna a cada grupo de personas una serie de características que se explican por las conveniencias de las estructuras sociales de dicha sociedad».

 

Es decir, para los ideólogos de esta doctrina, el género (masculino y femenino), es una construcción cultural, por cuanto, ser hombre o mujer no está determinado fundamentalmente por el sexo, sino por la cultura.  En consecuencia, esta debe ser erradicada, porque comporta subyugación para la mujer.  Para esta meta, estos antigéneros, promueven comenzar en las escuelas, con la desconstrucción de los conceptos tradicionales de hombre, mujer, masculino, femenino, niño, niña, sexo, marido, esposa, padre, madre, familia, matrimonio, identidad sexual, maternidad y paternidad, entre un largo etcétera.  Esta ideología, para mí, un disparate, una aberración, una locura, creada por locos y locas, generaría una sociedad caótica e insana, desvinculada de la realidad humana (tal como ya sostienen muchos otros).

 

Pues bien…estamos de acuerdo con el papa Francisco, en cuanto a su afirmación de la destrucción del matrimonio (y por ende de la familia), por esta absurda ideología de género; pero su declaración (hay una “guerra mundial” montada contra el matrimonio, la cual no se lleva a cabo mediante armas, sino mediante ideas), me luce, que soslaya la destrucción que sobre el matrimonio y las familias, ejercen las guerras con armas y otras causas.

 

Las bombas atómicas, las bombas de racimos, los bombarderos aéreos de toda clase, los fuegos cruzados de ametralladoras, las bombas de Napalm, las bombas con fosforo blanco, los sembrados de minas personales, los tanques y barcos de guerra en acción, los sopletes que lanzan llamaradas de fuego, las aspersiones con el agente naranja y con gases tóxicos letales (gas mostaza, gas Sarín), todo creado para arrasar ciudades, envenenar fuentes de aguas, destruir estructuras (hospitales, escuelas, universidades, puentes, carreteras, acueductos, viviendas, fábricas, museos, agricultura, ganado (flora y fauna), causar hambrunas, desplazamientos, emigraciones forzadas, refugiados, matar a miles y hasta millones de personas (hombres, mujeres, niños, jóvenes, recién nacidos, ancianos, embarazadas etc.,)  dejar a los vivos locos o semilocos, tullidos y  lisiados por mutilación de alguna parte del cuerpo y llenos de resentimientos, y para mas, en luto eterno, porque algunos o muchos de sus familiares, amigos y conciudadanos han sido cruelmente matados.  Todos estos son causales de primer orden para la destrucción de pueblos, naciones y etnias, y por corolario, de matrimonios y familias.

 

Pero además, son causales de la destrucción del matrimonio y la familia, la pobreza extrema, generada por los bajos salarios, la explotación del hombre por el hombre, las extremas desigualdades sociales y la injusta distribución de las riquezas.   Estadísticamente está demostrado, que la problemática económica, es uno de los grandes causantes de divorcios, en lo que además, tiene que ver,  la corrupción de políticos y empresarios, el  capitalismo voraz, el militarismo sanguinario, las dictaduras, los golpes de estados parlamentarios, las guerras económicas contra los estados, la apatridia, la emigración forzada, la plaga del narcotráfico, la codicia, el egoísmo  la ignorancia, la superstición, la incultura y el oscurantismo sembrados por la misma iglesia católica durante más de dos mil años, y otros tantos factores, que han, y siguen destrozado la institución del matrimonio y la familia. Apoyar la iglesia a cuantos regímenes dictatoriales y tiránicos surgiesen y confabularse con las etites de poder para derrocar gobiernos constitucionales como el de Juan Bosch, para instaurar un gobierno antipueblo, es conspirar contra el desarrollo pleno y permanente de una nación y por ende de la familia y el matrimonio.  Estas sagradas instituciones no prosperan, no se desarrollan, ni permanecen, en esos regímenes brutales, de injusticias sociales, de marginaciones, de atrasos e iniquidades.

 

Visto los anteriores planteamientos, es de lugar deducir, que si nos referimos a la guerra de la ideología de género, como factor destructor del matrimonio y la familia, también debemos traer a colación las guerras con armas y las otras causas, que también son destructores en potencia, del matrimonio y la familia.

 

Por si acaso, en esta discusión de la guerra de la ideología de género contra el matrimonio, se cuela el tema del matrimonio homosexual (para mí algo que debe ser unión civil o patrimonial), como factor de la destrucción de la familia, permítaseme, introducir aquí un párrafo con el que ya he abordado esta sensible cuestión: «La humanidad siempre ha estado conformada y así lo estará, por un apreciable por ciento de homosexuales, que unos investigadores sobre este tema establecen en un 10 por ciento, y otros en menos.  La cuestión es, que el 90 por ciento o más de la población heterosexual, ha estado haciendo y así lo seguirá haciendo con creces, el trabajo de la reproducción humana; por lo que, lógicamente, la unión homosexual, no constituye un peligro para la reproducción de la especie humana. De igual manera, tampoco es sostenible, el que alguien dijera, que el celibato de los curas, también pone en peligro la reproducción de nuestra especie. Así de simple es esta verdad, apoyada por la estadística, la genética y otras ciencias».  En cuanto al aborto terapéutico, abogo junto a la comunidad científica, para que su práctica sea legalizada.  Léase bien, aborto terapéutico, el que salva a la madre de una muerte inminente.  No es posible, que en este tiempo dejemos morir a una mujer, bajo el pretexto de concepciones religiosos medievales, que desprecian lo científico.

 

En cuanto a la otra declaración del papa, en ese mismo sermón: «Las personas pobres y débiles son la carne de Cristo que interpela a los cristianos de cualquier confesión».  Permítaseme expresar, que en el día de hoy, las personas pobres y débiles no son carne de Cristo, sino, carne que perecen en intercambios de disparos, porque los ha llevado a delinquir el desamparo, la pobreza, la marginalidad, en hambre, las enfermedades, y la subsistencia entre otras lacras sociales.

 

Padre Francisco, en esta tierra tenemos una realidad, que dado el avance del conocimiento del hombre, ya no es posible, seguir induciendo a las masas, que los rezos resuelven sus grandes problemas sociales.  Su Dios hebreo (contradictoriamente tornadizo, de amoroso y misericordioso a sanguinario y cruel como cualquier déspota), y las vírgenes, sean marías, fátimas o mercedes, son indiferentes al dolor humano.  Esas omnipotencias no se doblegan con plegarias, ni con rosarios, ni con Hora Santa, ni con penitencias, ni con misas.   Son tan absurdas estas devociones, se dan casos de quemas de vivienda y muertes por incineración, al prender los devotos, velas a sus santos.   Por otro lado, 30 mil niños mueren diariamente padeciendo los rigores del hambre, que como brasas o acido muriático, carcome y corroe inmisericordemente sus mórbidos estómagos, pese a que los cielos llegan sus desgarradores llantos.  Sin embargo, los niños de los ricos, no tienen que llorar, para que los biberones del hartazgo, sean llevados a sus bocas. Y los ricos, no rezan por esos motivos, no tienen por qué, y si lo hacen, lo hacen como los fariseos que acudían al templo de Jerusalén a llevar ofrendas.

 

En cuanto a las palabras del papa Francisco para los enfermos: «Dios nunca os abandona, siempre está cerca, pronto a escucharos, a daros fortaleza en los momentos de dificultad. ´Vosotros sois los predilectos de Jesús, que quiso identificarse con las personas que sufren, sufriendo él mismo en su pasión».  De esta afirmación, quiero una aclaración, puesto que en las enfermedades, solo los ricos, o los que tienen buen seguro médico, son los que salen con bien.  Los pobres, los que no tienen con qué pagar, los que no tiene buen seguro médico, simple y llanamente se mueren, en un mar de sufrimientos.  En los hospitales y clínicas dominicanas, muchas personas mueren por qué no aparece a tiempo quien va a pagar la cuenta.  En esos momentos, el Jesús que no nos abandona, según nos dice el papa Francisco, no aparece, no auxilia, no escucha, y la persona muere.  En este momento, todos los días mueren en todo el mundo miles de personas por falta de asistencia médica y medicamentos.  A ellos, ese Dios hebreo y esas vírgenes, los han abandonado.  Ni los ven, ni los escuchan, ni expresan misericordia.  Y los rezos no evitan los terremotos, los tsunamis, los ciclones, las sequias, las hambrunas, las guerras, ni el cambio climático, ni que los poderosos exploten a los amados, del Jesús de nuestro papa.

 

También disiento sobre el concepto de beneficio, que sobre las actividades de caridad tiene el papa Francisco: «Las actividades caritativas, son el fruto maduro de una Iglesia que sirve, que ofrece esperanza y manifiesta la misericordia de Dios». Disiento de este criterio, puesto que la justicia social, no puede depender de la caridad, sino de un sistema político, económico y social, donde la caridad sea una afrenta a los seres humanos, puesto que en la caridad (principalmente la ejercida por los políticos y la gente adinerada), hay sumisión del que la recibe, al que la da.  Para conjurar esta aberración social, abogo como Rousseau, por una sociedad en la que nadie sea tan rico como para poder comprar a otro, y que nadie sea tan pobre como para verse forzado a venderse.

 

Finalmente, el papa Francisco nos dice en ese sermón: «El matrimonio es lo más bello».  Cierto es lo más bello, ¿pero, siendo así, por qué su iglesia lo prohíbe a sus sacerdotes?  Y por favor, no me vengan con explicaciones bíblicas, porque todos sabemos que esa decisión, tiene su base en un factor económico tendente a evitar la dispersión de la enormidad de los bienes de la iglesia.  Mejor sería casarse todos, para que sirvan de ejemplo conyugal, con lo que también se evitarían o disminuirían, los tantos escándalos sexuales, que protagonizan a diario, tantos «siervos de Dios».

 

Papa Francisco, desde la fastuosidad del vaticano, o desde la opulencia en que viven obispos, arzobispos y cardenales, es difícil ver la realidad de los pobres y del mundo.  Si no, pregúnteselo al Lot bíblico, quien se olvidó de su Dios Jehová y de su misión divina, cuando vivía en el esplendor de los palacios de Sodoma.

 

Papa Francisco, le deseo larga vida; el mundo necesita de sus confesiones ideológicas, más avanzadas, que las de los 265 papas que le han precedido. Y si como dicen, Cristo murió por la verdad, entonces, vayámonos con la verdad.

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