Danilo y Leonel
Los partidos políticos son como los matrimonios, que se mantienen o se prolongan en armónica combinación de amor, conveniencia y concertación entre los cónyugues, obligados a pactar lo ideal y lo posible, aunque en momentos críticos cualquiera de las partes invoque el derecho a separación de cuerpos.
En el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), donde ya se duerme en habitaciones separadas, el peligro de divorcio estriba en que, por descuido o inobservancia, el liderazgo ha permitido que el amor y el interés se vayan de juerga al campo proselitista, sin tomar en cuenta que el interés siempre ha podido más que el afecto.
Por lo general, los consejeros matrimoniales acuden a ejemplos de familias disueltos o debilitados, que pierden todo, hasta la estima de sus vecinos, porque los mayores se separaron por contradicciones que debieron resolverse en el seno del hogar, con el concurso de hijos y nietos.
En el PLD, el liderazgo a veces ofrece notaciones de que renuncie o reniega a su rol de árbitro o a su autoridad de llamar a capitulo a desaforados miembros de la familia, aunque, cuando la crisis matrimonial se agrava notoriamente, han sabido conciliar fórmulas de avenencia.
Juan Bosch creó las herramientas ideológicas, políticas y jurídicas indispensables para garantizar unidad en la diversidad, pero también se hizo valer de un garrote jerárquico y moral para separar el trigo de la cizaña, pero los tiempos han cambiado, por lo que ahora se requiere de una mayor dosis de cohabitación.
Lo que ocurra en el PLD trasciende su frontera interna y permea a la economía y a la gobernanza toda, por lo que la dirigencia y membresía de ese partido no pueden pretender que enrocar su destino solo a sus cuatro paredes, porque también envuelve a la sociedad toda.
El PLD no es hoy el mismo de Juan Bosch, pero mañana no será el mismo de Danilo ni de Leonel, porque así es la vida, las aguas de un mismo rio no se repiten, pero es claro que, igual como li hizo Bosch, ellos también tienen que pensar y trabajar por el futuro sano de esa organización, a la que su fundador asigno la tarea de completar la obra inconclusa de Duarte.
El autor de esa columna se fue del PLD en 1979, al considerar que la divergencia con el profesor Bosch eran de principio o imposible de recomponer, lo que fue una equivocación. Hoy creo que hay espacio para la concertación y la cohabitación. El futuro del PLD esta, básicamente en manos de Leonel y Danilo o de Danilo y Leonel.