Danilo: a golpe de votos no gana!
Polarizar los procesos electorales no necesariamente favorece el sistema democrático ni tampoco constituye ventaja segura para la oposición.
El reclamo de mucha gente para que toda la oposición a Danilo Medina quede unida en una gran coalición expresa una aspiración angustiosa por salir del PLD pero no toma en cuenta que en política 2+2 no es, necesariamente, igual a cuatro. De hecho, en política 2+2 puede ser igual a 7 tanto como disminuir a tres. Y, el valor y efectividad práctica de una gran coalición no es igual cuando se gana por mayoría simple que cuando se requiere la mitad más uno.
Albergo la creencia de que concertar acuerdos municipales y legislativos donde quiera que sea posible favorece a la oposición aunque lamentablemente no parece que vayan a ir muy lejos y en todo caso, habrá que esperar que la definición de candidaturas esté más avanzada.
En el plano presidencial, obligar al electorado a votar por uno de dos candidatos, excluye a casi todos los votantes exigentes que no se sientan representados por dicha candidatura. La idea de una gran coalición contra el PLD cuenta con gran arraigo en el alma de los dominicanos de hoy, no requiere explicación y la gente la asume, sin embargo, presenta serios inconvenientes y uno de ellos es que tiende a reducir el número de votantes en lugar de aumentarlo.
Conozco gente que votaría por Guillermo Moreno pero no lo haría por Abinader. Nada personal, es asunto de posicionamiento y entorno. Si Guillermo no acude con una propuesta independiente mucha de esa gente prefiere no votar. Igualmente, conozco muchos que le reprochan a Guillermo su renuencia a concertar una alianza y con gusto estarían dispuestos a castigarlo electoralmente por eso. Lo mismo puede decirse de Minou y su proyecto.
Empero, lo mas importante es que las opciones opositoras concurran a las presidenciales sin canibalizarse ni agredirse como ha sido el caso hasta ahora y entendiendo que los demás deben apoyar a quien obtenga el derecho a acudir a la segunda vuelta y que, concurrir separados ni perjudica las posibilidades de la oposición ni constituye ventaja para el gobierno porque aquí no se gana con mayoría simple sino con la mitad mas uno.
Muchos dicen que se debe tratar de ganar en primera vuelta y otros tantos creen que concurrir separados debilita a la oposición y favorece al gobierno. Ambas creencias me parecen equivocadas. Puesto que no se gana por mayoría simple sino por la mitad mas uno, todo el voto que no sea para el PLD o sus aliados eleva la cifra de votantes y el umbral de cualquiera para irse en primera vuelta y es, por definición, un voto contra el gobierno y por la segunda vuelta.
Por lo tanto, y esto me parece esencial esclarecerlo: concurrir separados no favorece al gobierno. Al contrario, perjudica al PLD que necesitaría más cantidad de votos para alcanzar el umbral de la mitad mas uno.
Naturalmente, aunque quienes conocen al señor Medina aseguran que él está convencido de que lo está haciendo supera bien, la verdad es que, ni siquiera lo que él crea es lo más importante sino lo que decida y haga la maquinaria del fraude; un esfuerzo logístico descomunal concebido para ganar en una primera vuelta. Y ese es justamente el objetivo que debe serle negado.
RIESGOS
Hay al menos tres grandes riesgos para el PLD al ser llevado a una segunda vuelta:
1ro.- La compra masiva de abstenciones vía el secuestro de cédulas de opositores y la compra igualmente masiva de votos positivos (cuando el PLD paga lo acordado en cada mesa después de la votación) representan un esfuerzo nacional, extraordinario, costoso y complejo que no es fácil repetir y que trastorna a una parte de los mismos que vendieron su voto llenándolos de dudas, aumentando las exigencias e introduciendo un factor de conducta impredecible.
No es fácil sobornar a la misma persona dos veces. Lo parece, pero no lo es. El PLD lo sabe, tensa sus fuerzas, su capacidad logística, la demanda de dinero, el control de los tiempos, la multiplicidad de funciones para el mismo plazo de tiempo y la organización pues se trata del montaje de una operación gigantesca pero de una sola vez.
2do.- No haber podido imponerse en primera vuelta asesta un golpe importante a la confianza, la credibilidad y la organización del proceso. La gente, en general sabe que la diferencia en votos con que se impuso el PLD es consistente y proporcional con la cantidad estimada de votos positivos comprados a nivel nacional sin incluir las abstenciones compradas. Al no irse en primera vuelta se abre una brecha.
La gente se percata de que no obstante todo lo que hicieron no pudieron imponerse y eso envalentona a muchos descontentos que, por descreimiento, divergencias o desmoralizados no votaron en primera vuelta. El efecto contrario se produce en la periferia del PLD porque el núcleo duro no logra contener la disensión, las deslealtades y la fuga de dinero. Una parte del electorado más escéptico, neutral e incluso apolítico llega a la conclusión de que, es hora de salir de esta gente.
3ro.- Entre la primera y la segunda vuelta, la oposición tiene el tiempo, la oportunidad y la autoridad moral para denunciar, documentar e instrumentar recursos contra el fraude mientras todavía hay tiempo para que, entre la presión popular interna, la presión diplomática externa puedan inhibir, limitar o de cualquier manera contrarrestar el montaje de la repetición del fraude para dicha segunda vuelta.
Si el resultado de una primera vuelta es final, cualquier protesta que no vaya hasta las últimas y sangrientas consecuencias termina siendo percibida dentro y fuera del país como el tradicional “derecho al pataleo”. Igual conducta de lucha, protesta y determinación tras una primera y frente a una segunda vuelta, ofrece la oportunidad de corregir, de prevenir y de enmendar sin correrse el riesgo de ser considerada inútil por enfrentarse a un “hecho consumado”.
Danilo Medina puede imponerse, puede quedarse en el gobierno pero no tiene la más mínima posibilidad de ganar limpiamente las elecciones como no ganó las del 2012. La sociedad dominicana está harta de Medina: desabrido, autoritario y corrupto, quien a base de fraude tiene posibilidades. A golpe de votos no gana sin importar lo que digan las encuestas pagadas, manipuladas y utilizadas como instrumento para inducir resultados.