OPINION: ¡Cuánta vergüenza!
El título de ésta columna, en realidad, es la expresión correcta de la sensación anímica que se refleja en nuestra mente al llegar a su etapa final el proceso electoral que se inició el 15 de este mes de mayo, en el cual (el día 21) el autor de esta columna cumplió 80 años de edad, de los cuales ha vivido 55 militando activamente en la política de nuestro pueblo.
Estoy convencido de que no quedamos muchos en el escenario político de nuestro país con los años que hemos dedicado a esta actividad tan noble, al ejercicio de la profesión de abogado, al periodismo y al Magisterio, siendo este último, tras 42 años de servir en el sistema educativo nacional, lo que realmente nos honra y nos llena de satisfacción.
Estamos en la obligación de explicar, en la medida de lo posible, cuáles son las causas que generan en nosotros este sentimiento que hemos definido con dos palabras: ¡Cuánta Vergüenza!
Juan Bosch, el gran Maestro Político dominicano de todos los tiempos y de América también, fundó el Partido de la Liberación Dominicana el 15 de diciembre de 1973, por lo que éste año estará cumpliendo 43 años de su creación. El grupo que acompañó a Juan Bosch en ésa decisión trascendental, hombres y mujeres, fue un grupo muy reducido, que en otras columnas de Crónica del Presente y en otros trabajos de carácter histórico que hemos publicado, los hemos señalado por sus nombres, aunque hemos dejado constancia de que el PLD lo fundó Juan Bosch en las filas del PRD, cuando organizó los círculos de estudios No. 1 y No. 2 bajo su orientación política. Y este partido, Invencible, como dijimos en nuestra columna anterior, es el que está llamado por la capacidad, conocimiento y responsabilidad de su dirección, encabezada por el Comité Político, a gobernar la República Dominicana por muchos años.
¡Cuánta vergüenza! sentimos -o para decirlo en términos dominicanos, nos da- tener que competir con otras organizaciones que dicen llamarse partidos, frentes o asociaciones políticas cuyos integrantes no tienen la más mínima idea de lo que es el ejercicio de esta profesión, que no solamente es un arte, sino también una ciencia; que se aprende militando coherente, permanente y por siempre, como si fuera un camino interminable, en la vida de aquellas y aquellos que la ejercen.
Cuanta ignorancia, arrastrada por emociones que terminan convirtiendo a sus actores en “Caballerías” como las de Atila, el Rey de los Hunos; Veletas sin rumbo, oportunistas, sin respeto de ningún género, llevando a su más mínima expresión de chabacanería y relajos, que realmente es una actitud de irrespeto a la dignidad de un pueblo que, como el dominicano, hemos dicho muchas veces, “Legendario, Veterano de la Historia y David del Caribe”.
¡Cuánta Vergüenza! hemos sentido y qué preocupación tenemos, al ver a figuras también de muchos años de militancia política, en la mayoría de las veces patrióticas, revolucionarias, antiimperialistas y solidarias, hoy arrastrados por esa marejada de servilismo e incondicionalidad, a una nueva versión de la política de dominio total del imperialismo norteamericano, enemigo de la dignidad de los pueblos como el nuestro, con matices de tanto irrespeto al designar en nuestro país como representante del presidente de los Estados Unidos a un ser humano cuestionado por sus concepciones morales, que ofenden en los más profundo a la familia dominicana; funcionario y nueva versión de la política exterior de esa poderosa nación, que el problema inmediato para ellos es la fusión del pueblo dominicano con el conglomerado humano conocido con el nombre de Haití .
jpm