Crítica de cine: «Sing Street»

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Hay algo emocional que se despertaba en las profundidades de mi calva cabeza mientras veía a «Sing Street». Era una sensación cercana a una nostalgia que me acordaba lo que significaba ser un adolescente amodorrado por el optimismo de los sueños intranquilos. Y esto se debe a que es un drama musical de esos que nos sacan una sonrisa para hacernos sentir vivos.

La vibra juvenil de la película es tan encantadora y tan dinámica que es difícil resistirse ante su alegría. En el estado más genuino realmente captura la esencia de la música ochentera presentada con la historia del muchacho que decide fundar una banda de rock para impresionar a la chica que le gusta.

El director irlandés John Carney, quien nació en Dublín, realmente estudió en Syng Street CBS y fue bajista de una banda de rock antes de ser director de cine independiente, por lo que no es una coincidencia que el relato de Conor (Ferdia Walsh-Peelo) y la creación de la banda ‘Sing Street’ sea un reflejo de su propia biografía.

En el cine de Carney son muy palpables los temas como las relaciones amorosas, el núcleo familiar y el homenaje a la música. Su cine es pura melodía. Lo vimos en la aburrida ‘Once’ y lo vemos nuevamente con «Sing Street,» pero con la única diferencia de que esta última es más entretenida, enérgica y nostálgica; además de tener una musicalización fenomenal que incluye clásicos de los 80 de a-ha, Duran Duran, The Cure y The Jam.

La trama nos cuenta la crónica de Conor “Cosmo” Lalor en la ciudad de Dublín del año 1985. Su introvertida personalidad debe lidiar con la familia disfuncional que le han regalado sus padres, Robert Lalor (Aidan Gillen) y Penny Lalor (Maria Doyle Kennedy), aunque siempre mantiene un gran respeto por su hermano mayor, Brendan (Jack Reynor). Gracias a eso tiene la intención de fugarse de su complicado hogar.

En el pasado Cosmo estaba en un colegio de niños ricos, pero ahora en medio de la crisis económica, sus padres deciden enviarlo a la escuela pública de Syng Street CBS dirigida por el tiránico rector Br. Baxter (Don Wycherley). Allí, además de enfrentarse a los abusivos bravucones, tiene la intención de formar una orquesta para conmover a la bella Raphina (Lucy Boynton), la muchacha que le atrae.

Lo más gozoso es poder ver cómo Cosmo y la pandilla se apasionan de un idealismo riguroso para componer las canciones y la realización de los vídeos musicales de su grupo recién formado. A pesar de ser optimistas son vulnerables (como cualquier joven). A veces, hasta piensan de una manera liberal para cuestionar la autoridad respondiendo con una rebeldía incontrolable.

Carney nos deja un mensaje que está muy claro con la fábula de mayoría de edad de Conor: La lucha de los chicos para lograr sus quimeras, los anhelos de crecer y superarse y la ilusión del primer amor, principalmente en una época donde los jóvenes irlandeses huían hacia Londres en busca de una mejor condición social.

Estamos ante una comedia deliciosa que usa la música como el latido de un corazón enamorado para seducirnos con su aparente romanticismo melodioso. Tiene estupendas actuaciones, personajes carismáticos, una increíble banda sonora y una trama verdaderamente divertida que nos confirma que Carney ha revivido la magia de los musicales. Es una de las mejores películas del año.

Ficha técnica

EL AUTOR es critico de cine. Reside en Santo Domingo.
EL AUTOR es critico de cine. Reside en Santo Domingo.


Año: 2016
Duración: 1 hr. 45 min.
País: Estados Unidos
Director: John Carney
Guion: John Carney
Música: Gary Clark
Fotografía: Yaron Orbach
Reparto: Ferdia Walsh-Peelo, Lucy Boynton, Jack Reynor, Aidan Gillen, Maria Doyle Kennedy

Calificación: 8/10

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