COVID-19 una guerra biológica contra el bien y el mal

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EL AUTOR es periodista. Reside en Estados Unidos.

El mundo está de rodillas, sucumbe ante una enfermedad que es la causa y el efecto de algo inesperado para lo cual no estábamos preparados. No lo estábamos,  porque con anterioridad hemos sido timados por el poder mesiánico de la ignoracia, la inversión de valores y los procesos tecnológicos para desarrollar el siniestro sistema materialista.

Podríamos definir este acontecimiento como el umbral  de la 3ra. Guerra Mundial, sin armas químicas y en esencia con el arma más mortífera que se ha podido fabricar en el ultimo siglo, la biológica.

Es un arma mortífera contra el bien y el mal donde los culpables son anónimos, o sea, no existen armas para enfrentar con inmediatez esta difícil catástrofe mundial que ha provocado cambios radicales en el proceso de socialización del ser humamo.

El COVID-19 es la Pandemia del Siglo XXI y nadie está exento de resultar infectado inesperadamente porque para esta mortal enfermedad no vale posición económica ni disparidad de caracteres.

¿Para qué te sirve el dinero, sino hay vacunas o medicamentos que puedan contrarrestar el CoronaVirus?

¿Para qué te sirven tus influencias, si esos influyentes no pueden hacer nada por ti, ahora que está infectado?

¿Para qué te ha servido el cabildeo mediante posiciones inaceptables, si los beneficios adquiridos no te sirven de nada?

¿Para qué, explícame, amasar tanta fortuna, a través de la corrupción y el soborno, si el dinero que te robaste no te sirve de nada?

¿A caso las influencias, el robo, la corrupción, el cabildeo, el mal manejo de las Leyes y el abuso de poder te sirven para obviar el castigo al que todos estamos expuestos?

Dice un proverbio chino que «en horas de peligro no hay ateos». Hoy día hasta el más mortal de los inmortales está buscando de Dios, mientras cientos de miles de seres humanos han muerto sorpresivamente. Otros están postrados en camillas aisladas de los hospitales a la espera de una esperanza de vida.

El COVID-19 es el reducto de una enfermedad irreductible, pronosticada en el 2014 y 6 años después sufrimos los avatares de su infectologia, sin importar el entorno del ser humano, estatus económico, influencias políticas, enllavismo o enclave gubernamental, en fin ha llegado el momento en que todos somos iguales.

Dios es grande y esto tiene que pasar, aunque no dejaremos de recordar el impacto y las secuelas de muertos y enfermos dejados por el CoronaVirus.

Busquemos de Dios, él está al tanto de lo que padece el mundo y dispondrá de la cura para combatir nuestros pesares.

JPM
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