¡Corruptos! ¡Ladrones! ¡Mafiosos!
Cuando un pueblo tiene un norte definido y lucha por llegar a él, regularmente lo consigue.
En el pasado mediato, la lucha por el 4% del PIB para la educación, con las sombrillas amarillas como emblema, es una buena muestra.
Hace un par de semanas, este pueblo dio otro ejemplo de unificación en un tema. Dos en este caso.
El “Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular” y su secuela “El Pacto Mundial sobre Refugiados”, tuvo un rechazo general en la población dominicana.
Aunque la viceministra de Asuntos Consulares y Migratorios del Ministerio de Relaciones Exteriores, Marjorie Espinosa, había adelantado que “El pacto migratorio es un hecho” el gobierno, ante el repudio generalizado, decidió no firmarlo.
A estos dos adefesios internacionales, solamente le faltó ponerle el apellido “República Dominicana”
Solo uno de los capítulos de las más de dos decenas que contenía el pacto migratorio corrobora esta aseveración.
El número cuatro dice: “Velar por que todos los migrantes tengan pruebas de su identidad jurídica y documentación adecuada”.
Da la casualidad de que de todos los migrantes, los únicos que son además indocumentados, son los haitianos.
Las ONG internacionales, respaldados por la ONU, el CIDH, la ACNUR y por Estados Unidos, Canadá y Francia, principalmente, por años han abrumado a la República Dominicana con exigencias para que se les de documentación a ilegales, principalmente haitianos.
La firma de cualquiera de estos dos esperpentos hubiera sido el clavo final al ataúd de nuestra nacionalidad.
Eso fue un logro de un pueblo enfocado en un objetivo específico.
Hoy, vemos que mientras los legisladores siguen repartiéndose el Estado. No solo con el barrilito, el cofrecito, las exoneraciones, las creaciones de nuevos municipios y un largo etcétera, la oposición y un pueblo imberbe, siguen gritando: ¡ladrones! ¡corruptos! ¡mafiosos!
Eso, ni a los ladrones, ni a los corruptos, ni a los mafiosos, les importa un bledo.
Para terminar con la corrupción y el robo, este pueblo tiene que enfocarse en metas definidas y ser perseverante.
La abogada Laura Acosta Lora, nos ha dado un ejemplo de lo que significa constancia.
Bahía de las Águilas, un caso de vulgar robo al Estado, que duró 21 años en las cortes dominicanas y que, en ocasiones, se perdían todas las esperanzas de que el Estado recuperara esas tierras, debe servir de estimulante para enfocar y lograr objetivos.
Repitiendo que el crecimiento económico solo está en la cabeza de Valdez Albizu, no se lograrán ningunas conquistas.
La lucha deber enfocarse en temas específicos. Por ejemplo, juicio contra los que se adjudicaron ilegalmente esos terrenos.
Enfilarse en evitar que sigan fragmentado el país como lo hicieron con el Distrito Nacional y ahora con Santiago.
Decirles ¡NO! a las intenciones del diputado Radhamés González, quien ha propuesto dividir la nueva provincia de Santo Domingo en otras dos provincias.
Lo que este pueblo tiene que exigir es, exactamente lo contrario. Que provincias como Pedernales, Independencia, Elías Piña, entre otras, cuyas poblaciones no llegan a cien mil habitantes, sean convertidas en una sola.
Pero, mientras malos funcionarios, legisladores, alcaldes y regidores siguen haciendo y deshaciendo con el presupuesto nacional, la población, ejerciendo, libérrimamente, su derecho de libre expresión en la democracia, se conforman con gritar:
¡Ladrones! ¡Corruptos! ¡Mafiosos!
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