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Control y democracia partidaria
Cuando se trata de imponer el control democrático en los partidos políticos para que sean electos cargos partidarios y los cargos de representación nacional y local con el voto popular se requiere que los políticos sean elegidos en base a condiciones excepcionales y que los mismos conozcan los problemas de sus comunidades, y que hayan realizado el trabajo político que le dará legitimidad en la representación de los ciudadanos y ciudadanas que los elegirán con sus votos como senadores, diputados, síndicos y miembros de las cúpulas partidarias.
Conociendo que un partido político es una organización o asociación política estable, apoyada en una ideología determinada, que será afín entre sus afiliados y seguidores, aspira en un momento determinado ejercer el poder de una nación para desarrollar e imponer su programa político. Un partido político es un elemento fundamental a la hora de hacer la vida política de un país. Por eso es necesario que se mantenga la unidad entre sus miembros.
Un partido político se encargará de reclutar candidatos que ocupen oportunamente cargos gubernamentales, o bien escaños legislativos, organizar la labor legislativa, articular y agregar preferencias y disidencias a los ciudadanos, formar gobiernos, establecer acuerdos legislativos en orden a promover leyes que resultaren fundamentales para la vida en comunidad.
Para lograr la unidad de los partidos políticos deben mitigarse la formación de grupos a lo interno, debido a que con el tiempo se convierten en fuerzas vivas, que en vez de lograr mayor coherencia entre sus militantes, lo que provocan son disidencias que si no se manejan con verdadera prudencia, se convierten en leña para carbón que atiza la llama de la discordia.
Los roles que están desempeñando los dirigentes electos a lo interno de sus organizaciones políticas, se ve falta de madurez política y vocación democrática que exhiben cuando sin ser poseedores de un liderazgo político responsable, se quieren imponer sin tomar en cuenta que el partido es unidad monolítica que debe prevalecer frente a cualquier ambición personal.
Lo peor es, que cuando estos son electos con el voto ciudadano no se observa el respeto al voto, ya que los compromisos vendidos en campaña se convierten en meras promesas incumplidas. Unos, no las cumplen porque simplemente no conocen las necesidades de las comunidades que los eligieron, y otros no tienen ni idea para que fueron elegidos, porque lo que les interesa es subir de posición social.
La alta dirigencia y la base de los partidos políticos tienen que ser vigilantes para evaluar los pre – candidatos a cargos electivos y cuestionar si tienen agendados los problemas de las comunidades para poder someterlos en sus organismos u órganos, en forma de políticas públicas y ofrecer las respuestas que esperan los ciudadanos y ciudadanas a través del presupuesto nacional, que son la esperanza de ver resueltos los problemas que les afectan y que aún se mantienen sin resolver.
Las cúpulas de los partidos políticos cada día deben exigir más responsabilidad en la toma de decisiones de los órganos y organismos en los partidos políticos y convertirse en árbitros de los procesos que se dan a lo interno, de tal manera que se garantice que la selección de los candidatos a posiciones electivas sean ubicadas en verdaderos dirigentes, que más que andar buscando un sueldo, están pensando en contribuir a cambiar la vida de los hombres y mujeres que le dieron su voto.
El apadrinamiento de candidaturas e imposiciones por grupo a lo interno de las organizaciones políticas debe pasar a ser cosa del pasado, porque estos métodos contribuyen a multiplicar la exclusión y que los recursos solo se pongan en las manos en adeptos y devotos de aquellos que están en capacidad de proporcionarlos, que solo sirven para alcanzar los cargos electorales y partidarios y convertirse en subordinados de aquellos.
Después de la caída del bloque comunista soviético y el muro de Berlín han desaparecidos las ideologías y más que defender una teoría política, lo que se estila es, el ofrecimiento de prebendas, promesas de campaña incumplidas y candidatos sin ideología que ingresan a los partidos políticos cargados de dinero y quieren ser electos a un cargo en base a distribuir montones dinero, que muchas veces no se conoce su procedencia.
Muchos de los políticos que hoy están detrás de posiciones como senadores, diputados, síndicos y hasta regidores son personas que quieren escudarse de una posición política para ocultar los negocios sucios que han logrado hacer, algunos que provienen de juegos de azar, narcotráfico, trata de personas, falsificación de productos, contrabando, atracos, corrupción administrativa y hasta el sicariato.
De ahí que los partidos políticos están llamados a depurar muy bien los aspirantes a cargos electivos tanto a lo interno, así como también en la representación de cargos electivos para evitar que dichas organizaciones sean penetradas por ciudadanos o ciudadanas que no tienen una conducta adecuada y que en vez de llevar bien a los ciudadanos, lo que lo estarían llevando es, al camino de la muerte, el desampara y llevar contradicciones en el seno de los partidos.
La ley de partidos políticos es uno de los pactos sociales y políticos más importantes que hasta ahora ha hecho falta para que se pueda garantizar la democracia interna de los partidos políticos, controlar el uso y origen de los recursos de los candidatos y tener reglas de juego claras que garanticen la participación de los miembros de los partidos y asegure que sus votos van hacer contados y escrutados.
Es tiempo de que se apruebe y se promulgue la ley de partidos políticos para que se pueda ir transitando, el camino del orden y la democracia partidaria y se tenga un referente para poder evaluar y dar seguimiento a los actos de los afiliados a los partidos políticos y poder sancionar aquellos miembros que incurran en las violaciones a la ley de partidos y sus estatutos.