Conciencia de ciudadano

 
 
Resulta increíble y paradójico a la vez el que de cada diez neoyorquinos, siete, exhiban una conciencia ciudadana, por ser simplemente partidarios de la repostulación y posterior reelección del presidente Danilo Medina. Reelegir a Medina podría ser una acción con limitaciones legales, pero legítima y, aparentemente, saludable.
 
Además, parece ilógico el que la mayoría de los dominicanos en Nueva York (posiblemente  en todo Estados Unidos) entiendan que estando de acuerdo con que se altere el mandato de la actual Constitución de la República, asuman una posición no continuista, al no querer empotrar otra vez en el poder al ex presidente Leonel Fernández Reyna.
 
Es simple, hay neoyorquinos que desean la reelección y no son danilistas, pero si entienden y dan validez a  lo aparentemente “menos malo”; intentando frenar otro gobierno en demasía corrupto y permisivo, como el que encabezó Fernández Reyna.
 
Y en esta aspiración, el dominicano que vive en Estados Unidos, actúa políticamente con la espontaneidad de un migrante criollo que no se deja narigonear; exhibe una conciencia política de ciudadano que apuesta a un futuro de mejor bienestar para él, los suyos y el pueblo dominicano.
 
Eludiendo otro gobierno de Fernández Reyna, se rechaza otra reelección.  Se opta por un sufragio  consecutivo a favor de  Danilo. En consecuencia, prefieren otro eslabón de nuestra consuetudinaria y malhadada reelección.
 
Estando conscientes- aquí viene lo paradójico-, de que Medina es un presidente indiferente ante la corrupción y es más de los mismo, de ningún modo, pretenden cambiar su gobierno por un retorno de un pasado reciente. Rechazan las iniciativas de un devastador modelo leonelista, por  otro recientísimo y todavía vigente.  
 
Y es que la estela de corrupción que dejó a su paso Fernández Reyna, gravitó nefastamente entre  dominicanos residentes y naturalizados. Los intimidó al extremo tal, que a diferencia de ahora, llegaron a pensar que el país  sólo era de los más cercanos adláteres del ex mandatario.
 
Aunque  no haya mucha diferencia con el actual gobierno, los neoyorquinos que no reciben ni esperan beneficio de los gobiernos dominicanos, están contestes de que en el mandato de Fernández Reyna persistía una corrupción con una impunidad desafiante, burlona y descaradamente ostensible.
 
Pero además, por lo menos en Nueva York, el común de los dominicanos que vive en constante  comunicación, no duda de que realmente Fernández Reyna  tiene las agallas o el tupé de haber recibido sumas millonarias del capo Quirino Ernesto Paulino Castillo, para financiar su campaña electoral, 2004-2008.
 
No se olvide que en Nueva York hay nuevas generaciones; hay todo un vecindario dominicano donde persisten confidencias fidedignas, y todo se sabe. Más si se trata de alguien que contemporizó con grupos licenciosos, aunque-al margen de Quirino-, no se le imputen mayores responsabilidades. En otras palabras, prefieren desairar a un sembrador de futuros inciertos.
 
En consecuencia, sin ser danilistas, ni peledeístas siquiera, muchos dominicanos dicen: “para que vuelva Leonel, que se quede Danilo”. Paradójico verdad. Pero ello es así, porque al menos en esta coyuntura histórica, no hay forma de revertir el sistema político imperante.
 
Y el 4% sólo es atinente a la instrucción, no así a una auténtica educación, ni una profunda revolución cultural cuya posibilidad de iniciativa no se corresponde con las directrices políticas de Fernández Reyna.
 
Pero además esos dominicanos entienden que, por el momento, no hay una alianza partidaria que derrote al Partido de la Liberación Dominicana(PLD) y esgrimen estas razones: Hipólito Mejía, es muy díscolo y chocarrero, y mete la pata con frecuencia; Miguel Vargas  no sabe de política, es autoritario y un comerciante aliado a Leonel; Guillermo Moreno, podría tener un buen discurso en contra de la corrupción, pero es muy elitista y no quiere ser cola de ratón, a toda costa pretende ser cabeza de león.
 
En cuanto a Luis Abinader, tal parece que es la única opción que ha surgido con inusitado vigor  en estos predios, y sólo Medina sería su digno rival, si llegara a terciar como candidato presidencial como apuntan las perspectivas políticas al momento de elaborar este artículo.
 
Así las cosas, habría que concluir en que los dominicanos de este lado no tienen las perspectivas idóneas de una alianza con la suficiente voluntad política y desprendimiento para desplazar al  partido en el poder. Además la mayoría de esta gente no debe favores; no tiene compromisos políticos ni aquí, ni en República Dominicana.
 
Sólo tienen deberes con sus familiares, y entienden que es preferible la reelección de Medina, ante la posibilidad de que Leonel retorne la poltrona presidencial.
 
Tal vez como dice el ex presidente de España, Felipe González, Fernández Reyna está entre los políticos atiborrados de ideas y retóricas desprovistas de principios que, auténticamente, se correspondan con el bienestar común.
 
Aunque se acepte a regañadientes, dan por sentado que seguimos inmersos en reelecciones, pero apelan a su conciencia ciudadana: no actuar como votantes mercachifles y saber qué es lo que más le conviene al país, a contrapelo de modificar normas constitucionales.
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