OPINION: Con el Chavo

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El Chavo.

A parte del histrionismo de un mejicano llamado Héctor Suárez y otro que conocí en mi infancia de apellido Verdaguer, cuyo humor descifraba luego de pasados unos minutos, por la profundidad de sus improvisaciones; siempre he seguido los episodios del “Chavo del 8”.
 
Todavía en Nueva York, algunos amigos me censuran porque, a mi edad, soy capaz de ausentarme de cualquier  tertulia, para disfrutar de esa serie protagonizada por  Roberto Gómez Bolaños, fallecido recientemente,  a la edad de 85 años,
 
Tal vez las razones por la que todavía  me desvivo   por  ver la actuación del también denominado chespirito  y compartes, es porque guardando la distancia, el espacio y lo ingenioso de ese personaje;  de algún modo fue  un antihéroe  derrotado y pesimista  con el que algunos adolescentes, alguna vez, tuvimos algún parecido. Esto, aunque en otras circunstancias y otros infortunios existenciales.
 
Es posible que  en cada  tugurio, en cada patio, o en cualquier callejón de un sector  pobre de nuestra todavía muy desigual sociedad; haya un chavo del 8. Definitivamente, la vecindad del Chavo, esconde otra realidad de la que se desprende su soledad y desamparo.
 
La similitud  con él y nosotros,  es que nunca fuimos vejados  de igual forma que los ahora  descendientes de  inmigrantes haitianos;  aun naciendo a nuestro lado, en nuestros patios, recibiendo  tal vez la misma formación;  yendo a los mismos centros de estudios elementales y a la misma universidad.  Ahora son más menospreciados, y de todo tienen la culpa, tanto o más que el mismo chavo.
 
Es decir, en cuanto a indiferencias y desgaires injustificados; hay otros personajes como el Chavo, pero de ascendencia haitiana, y en nuestra misma República Dominicana. Claro que, entre otras, por motivaciones de injustificadas xenofobias, razas, y bemoles socioculturales que no tienen nada que ver con la, a veces, picaresca, torpe y distraída figura del Chavo. La sonada convicción  que reza: “tenía que ser el Chavo del 8”, es prácticamente aplicable a otros adolescentes, aunque por otras razones y circunstancias.
 
La real diferencia  con  el personaje que creó Gómez Bolaños, es que a parte de la pobreza, otros como yo, a muy temprana edad, detestábamos el estado de cosas y los partidos  tradicionales. Ello también, todavía  mueve a desprecios e indiferencia, incluso de circunvecinos que apoyan el statu quo y disfrutan de clientelas oficiales.
 
La figura del chavo, tal vez provoque un efecto de catarsis en algunos como yo.  Nos hace aflorar el rechazo que en el otrora recibimos por  otra diferencia:  no  estar con el gobierno de turno de otros tiempos  y ser  contestatarios  ante las injusticias sociales. Y parece que ahora, otros corren la misma suerte, muy a pesar del peledeísmo  y  rememorar  los 40 años de “Siete Días con el Pueblo”.
 
Para suerte  del  Chavo, a su corta edad, como ocurrió con algunos de nosotros; no se vio en la forzosa necesidad de visitar  ergástulas de penitenciarias similares a las  del penal de La Victoria, por el simple hecho de ser joven e inquieto, que no estaba de acuerdo con el férreo régimen de Joaquín Balaguer.
 
Pero con todo y esas desafortunadas circunstancias,  donde haya un personaje pobre y desolado  como el Chavo, siempre habrá un subproducto de su contemporaneidad como Quico; el niño engreído y mimado  que siempre le eche “vainas” con golosinas y juguetes que él no puede disfrutar  y mucho menos  comprar.
 
Pero también en nuestras barriadas siempre habrá una doña Florinda que abusa  del vago, pero infeliz don Ramón, o Ron Damón como él le decía, y al que aquella  llamaba  chusma; para luego, el consentido Quico, repetírselo mientras se mofa y golpea su figura.  En realidad, donde haya un Chavo del 8, siempre también habrá gente prepotente como el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez que, al igual que doña Florinda, tipificará como chusmas a los desposeídos.
 
Sin embargo, en nuestras vecindades, pese a los feminicidios, siempre habrá un individuo como don Ramón que, aunque una doña Florinda lo humille y lo cachetee, nunca le devolverá el golpe; se conformará con contorsionarse de rabia y  repisar su desgastada  gorra; pero jamás la golpeará. Estos son los mensajes positivos de la vecindad del Chavo. Y ahora, “síganme los buenos”.
EL AUTOR es periodista, directivo del CDP en Nueva York, donde reside.
EL AUTOR es periodista, directivo del CDP en Nueva York, donde reside.
 
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