Comenzó la cuenta regresiva

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

Por FRANK NUÑEZ
 
El viernes 15 de mayo nos colocamos a un año justo de las elecciones presidenciales del año entrante. Con la excepción del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD), las principales organizaciones del sistema tienen ya sus candidatos, a la sazón, Miguel Vargas Maldonado del Revolucionario Dominicano (PRD); Luis Abinader, del Revolucionario Moderno (PRM) y Federico Antún Batlle, del Reformista Social Cristiano (PRSC).
El conteo que hasta ahora se hacía de manera retrospectiva, en el que se tomaba el tiempo que había pasado después de las elecciones del 2012, ahora se hará a partir del que falta para los comicios del 2016. Si tres años pasaron como un sueño, esta vez a los dominicanos les esperan doce meses que podrían convertirse en permanente vigilia, por los factores políticos, jurídicos, económicos y hasta pasionales que conmueven la presente coyuntura.
Hasta el pasado 19 de abril, día en que en una reunión del Comité Político del PLD se aprobó en votación dividida (23 a 11 con una abstención), la búsqueda de una reforma constitucional que permita la reelección del Presidente Danilo Medina, todo parecía sencillo en el panorama político nacional.
Dentro y fuera del partido gobernante, se daba como un hecho que, pese a las contradicciones internas, normales en toda organización humana, los morados se pondrían de acuerdo y concurrirían unidos al compromiso del próximo 15 de mayo, con la capacidad unitaria que ha caracterizado a la entidad política fundada por Juan Bosch en 1973.
Entre los precandidatos que concurrieran a la convención interna, como se estila en el PLD, se escogería el candidato presidencial acogiéndose a la Constitución de la República vigente, en la que está prohibida la reelección consecutiva de los presidentes de turno.
Aquel 19 será, como en el bolero popularizado por Alberto Beltrán con la Sonora Matancera, la fecha recordada como la del surgimiento concreto de dos enfoques diametralmente opuestos en el PLD sobre un tema que, como el de la Reforma Constitucional, incumbe a toda la nación y no solo a los peledeistas.
Antes de la reunión celebrada en el complejo turístico Metro de Juan Dolio, analistas traían a cuento la moraleja del Rey Salomón cuando resolvió  la  pugna  de las dos mujeres que se disputaban la maternidad de un niño. Según se discurría entonces,  la madre buena estaba dispuesta a ceder el niño antes de que el monarca hebreo lo partiera con su espada; la mala en cambio era aquella que no le importaba la muerte del infante, en lenguaje figurado la unidad del PLD, en procura de sus ambiciones desbordadas.
La salida salomónica mantuvo su gracia para la cuestión peledeista mientras se dio como un hecho que los métodos del Rey eran transparentes, justos y sin ningún sesgo a favor de alguna de las madres. La sabiduría de Salomón viene a ser el conjunto de normas que permite a las sociedades ponerse de acuerdo, en procura de la paz y el entendimiento colectivo.
Las posiciones encontradas en el PLD debaten las figuras del “consenso” y la “unificación de criterios” como condición metodológica indispensable en las resoluciones de su  más alto organismo de dirección. Todos los partidos del sistema dominicano han coincidido en que una Reforma a la Constitución debe ser primero consensuada con toda la sociedad, como ocurrió con la vigente, promulgada en el 2010 por el entonces Presidente Fernández.
Dentro del mismo PLD se cuestiona si es facultad del Comité Político imponerles a los legisladores de su partido la obligación de votar a favor de una reforma para luego imponérsela a toda la sociedad. Intensas batallas jurídicas se libran en los medios de comunicación sobre los procedimientos con que se ha estado manejando el proyecto de Reforma desde la comisión natimuerta que debió redactarlo, la misma representación de 13 senadores que la sometió al Congreso, el cuestionamiento por la falta de equidad de género en la misma y hasta la advertencia del diputado Vinicio Castillo Semán sobre las limitaciones que tendrían los proponentes para formar parte del grupo seleccionado para su estudio y rendición de informe.
Se discute también si la ley de reforma es orgánica u ordinaria, lo que determina el número de legisladores que deben aprobarla en la Asamblea Nacional. Los doctores Franklin Almeyda Rancier y Reynaldo Pared Pérez, ambos miembros del Comité Político, tienen posiciones encontradas al respecto.
Si la solución a la crisis que hoy vive el PLD estuviera en quien debe ceder entre el Presidente Medina, y el ex presidente Leonel Fernández, presidente de la organización, el problema continuara tan sencillo como se veía antes del 19 de abril. Es que el asunto compete a toda la sociedad, porque se trata de una reforma a la Ley Sustantiva que nos rige a todos. Si los abanderados de la reforma se adelantaron a dar el paso obviando las convenciones  de rigor, necesariamente tienen que cosechar la resistencia que han encontrado en el camino, cuando lo que más le convendría a su causa es que ese proceso se hubiera desarrollado sin laceraciones de largas convalecencias. 
Ni Salomón que resucitara podría pronosticar lo que ocurrirá en el Congreso Nacional con el Proyecto de Reforma Constitucional para reintroducir la reelección presidencial. Pero desde ya la unidad del PLD, esa que hasta hace pocos meses se veía inconmovible, se evidencia terriblemente amenazada.  
Mientras tanto, la oposición al PLD, sobre todo después de la elección del joven Abinader como candidato del PRM, se nutre como es lógico de la crisis que conmueve a los oficialistas. Eso es así, cuando ya comenzó la cuenta regresiva con miras al 15 de mayo del 2016, y el proyecto de reforma entra apenas a su fase procedimental.
En lo adelante, según se vislumbra, cada día se vivirá en suspenso en la caldeada vida política dominicana hasta las votaciones del 2016, pero al final, como dicen los cristianos ortodoxos, todo obrará para bien, siempre que las convicciones y los principios se impongan por encima de las conveniencias coyunturales.
Después de todo, no caería mal una creíble sobre el nuevo panorama surgido después de la reunión del Comité Político el  19 de abril, la escogencia de Abinader como candidato del PRM y las contradicciones jurídicas  en el Congreso Nacional. Cunden los rumores sobre un cambio radical en los resultados de los últimos estudios de mercados realizados a partir de la premisa “si las elecciones fueran hoy”.
Y precisamente han sido las encuestas que se han tomado como bandera para promover una eventual reforma constitucional, situación que amenaza con dividir al partido mejor organizado que recuerde la historia política dominicana.
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