Clientelismo político

El clientelismo político es un intercambio particular de favores, donde el político da como un favor lo que por derecho le pertenece al ciudadano, a cambio de apoyo electoral.  El clientelismo está fundado en principios personalizados y no en criterios de ciudadanía.

Solo en un país donde las instituciones son débiles, se observan políticos qué se denominan padrinos, y observamos con mucha pena cómo reparten como favor lo que deben garantizar por derecho.

No crear las condiciones de un estado de bienestar para la gente, aprovecharse de la necesidad y la ignorancia de las personas y comprarle favor político con madera, zinc, salchichón, pica pollo, recetas y demás… indica que ese legislador no tiene formación profesional y mucho menos una idea de cuál es su rol.

Por eso es muy difícil ver a un Senador o Diputado legislar para que exista mayor seguridad democrática, seguridad energética, seguridad alimentaria, seguridad jurídica, seguridad social, seguridad ciudadana, planes de viviendas, trabajo, tal como lo establece la Constitución en sus Artículos 54, 59, 60 Y 61 respectivamente.

En República Dominicana una de las principales debilidades que tienen nuestros congresistas es la falta de formación y conocimiento de cuál debe ser su papel como legislador en función de lo que establece la Constitución. La mayoría fomenta el clientelismo y se encargan de desmantelar nuestras instituciones poco a poco; lo peor de todo, con la complicidad del gobierno central, donde nuestros gobernantes han actuado con miopía, permitiendo el debilitamiento de nuestras instituciones.

Ojalá y algún día podamos ver en República Dominicana a nuestros legisladores ejecutando el mandato que le da la Constitución: interpelar a los ministros y viceministros, al Gobernador del Banco Central y a los directores o administradores de organismos autónomos y descentralizados del Estado, así como a los de entidades que administren fondos públicos, y aplicar el juicio político y los demás mecanismos de control establecidos por la Constitución en su  Artículo 95.

Justo es reconocer la correcta decisión de unificar el sector transporte en una sola institución, el  Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT), con el cual se debe disminuir (o esperamos que así sea) el clientelismo en instituciones como la Oficina Técnica del Transporte Terrestre, la Dirección General de Tránsito Terrestre, el Consejo para la Administración y Regulación de Taxis, el Fondo de Desarrollo del Transporte Terrestre (FONDET),  la  Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) y la Autoridad Metropolitana del Transporte de Santiago.  Con esa decisión, el Estado tendrá  “un ahorro anual de al menos RD$2,000 millones”.

Luego de la unificación del sector transporte en una sola institución, también esperamos que siga esa tendencia con instituciones que pueden ser fusionadas tales como: el Consejo Estatal del Azúcar y el Instituto Agrario Dominicano, que deben pertenecer al Ministerio de Agricultura. Evaluar la Liga Municipal Dominicana. Eliminar la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado,  Despacho de la Primera Dama. Unificar los Ministerios de la Mujer y la Juventud para crear el Ministerio de la Familia y Bienestar Social. De lograr la eliminación de estas instituciones, el Estado estaría economizando miles de millones de pesos.

En función de lo que establece la Ley No. 41-08 de Función Pública en su Artículo 3.- El ejercicio de la función pública estará regido por un conjunto ordenado y sistemático de principios fundamentales que constituyen la esencia de su estatuto jurídico, a saber: 1. Mérito personal: Tanto el ingreso a la función pública de carrera como su ascenso dentro de ésta debe basarse en el mérito personal del ciudadano, demostrado en concursos internos y externos, la evaluación de su desempeño y otros instrumentos de calificación. Si logramos aplicar ese artículo de la Ley No. 41-08, empezaría a disminuir el clientelismo político.

Según C. García M. “La enfermedad del clientelismo. En las sociedades regidas por una lógica clientelista, los niveles de protesta tienden a ser más bien escasos. El individuo acepta las situaciones injustas.  En sociedades con frágiles mecanismos democráticos, al individuo sin capital social no le queda más remedio que conectarse a redes de influencia buscando atajos para superar sus carencias. Y se impone la corrupción».

Cualquier parecido con la realidad en República Dominicana, es pura coincidencia.

JPM

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