Chito Asmar: In memoriam

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El autor es periodista. Reside en Santo Domingo

Se sabe que algunos de los Evangelios fueron escritos por evangelistas que no conocieron directamente a Jesucristo, pero que abrevaron en buenas fuentes inspiradoras y bien empapadas de la vida del Maestro. Hoy me toca hacer lo mismo, pero aplicado a la vida de Chito Asmar.

He podido acceder a algunas de las páginas del libro de la vida de Alejandro Asmar Sánchez, recientemente fallecido, a través de episodios contados y largas conversaciones sostenidas con el amigo Alejandro Asmar, quien no solo hereda su nombre, sino que le ha hecho un gran honor con su propia vida y con la obra social que desarrolla mediante la fundación.

Estando en una casa campestre de la familia Asmar, su hijo homónimo, me mostró una grabación en la que el fenecido padre, ni siquiera en la tragedia de la enfermedad, se prohibía el derecho al buen sentido del humor, burlándose hasta de la muerte, cuando dijo, sacando cordura de sus reservas: “Y después me cantan ¡bingo!”

Con cierta profusión, la prensa ha reseñado que “Chito” fue un destacado abogado, que fue miembro de la Suprema Corte de Justicia y con tuvo una larga  carrera como dirigente deportivo, dejando su impronta en diferentes instituciones vinculadas al deporte.

También, que ejerció como presidente del Club Naco durante varios periodos. Y que fue enaltecido como inmortal deportivo, poniendo su nombre en el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano en el año 2005. A esto se le suma que, además, La Lidom le dedicó el torneo 2016-2017.

Agregamos, que de la fecundidad de su pensamiento salieron varias obras entre las que se destacan: “De lo pagano a lo Divino”, o “Entre la tierra y la cruz.

Todo lo anterior nos revela que estamos ante un profesional distinguido, generoso y humanitario. Un abogado fiel, racional y consecuente.

Su hijo Alejandro me ha relatado que siempre era consultado por altos incumbentes del poder que buscaron orientación en su sapiencia, y experiencia y discrecionalidad, esto último porque entendían que Chito le temía más a la palabra inoportuna, imprudente e indiscreta que al silencio.

Por todo lo que fue en vida y por el ejemplo social y familiar que representó su existencia, el difunto brilla en la eternidad con la sencillez, inocencia, valores y principios de otra época, que muestra un concepto diferente del buen vivir y del buen hacer, que lamentablemente ha ido perdiendo a diario su valor, en medio de las involuciones y desvalorizaciones que se ven en el mundo de hoy.

Alejandro padre, no era portador de una conducta llamativa o polémica, por eso fue como un punto de confluencia de personajes importantes de diferentes corrientes de la vida política nacional. Mostraba una gran capacidad de escuchar el punto de vista y las convicciones del otro, y aunque muchas veces no los aceptaba o estaba en desacuerdo, trataba de comprender sus motivaciones. Emanaba de él un profundo respeto por el interlocutor.

Había algo de la templanza de la cultura oriental, de donde proviene su apellido, que marcaba su vida y su estilo de vivir y que se reflejaba en la deferente y elegante forma de su buen trato para con todo el que lo necesitara.

Nunca pretendió sobrepasarse en nada ni de hacer alarde de sus altas incidencias en los círculos de poder. Sin embargo, era íntegro, sincero, vertical y contundente en sus apreciaciones. Eso lo podrían atestiguar amigos, relacionados cercanos que se convertían en cierto modo en sus ‘consultadores’ secretos admiradores.

Chito tenía una reciedumbre de carácter que hacía que no se prestara a  ninguna componenda ni nadie se atrevía a proponérselo porque conocían de su verticalidad moral. Pero tras su carácter fuerte latía una profunda empatía humana por las personas que conformaban su entorno cercano.

Todo eso nos hace concluir, que quienes le conocieron de cerca, sin duda que vieron sus vidas enriquecidas y alumbradas por los faroles de su hermosa existencia.

JPM
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3 Años hace

de lo aquí expresado,me indica porqué el señor asmar,con todos los buenos méritos que tenía, sólo aspiro a ser presidente de un club social y no a presidente de la república,que bien pudo haber logrado.prefirió y logró,morir con dignidad.e.p.d.