Celac, Haití necesita agua limpia

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Por Pedro Medrano Rojas Secretario General Adjunto ONU

La epidemia de cólera en Haití ha puesto en evidencia la histórica falta de atención que han recibido sus sistemas de agua y saneamiento por la cooperación internacional.

La cobertura hídrica y sanitaria en Haití lleva estancada desde hace décadas y es la más baja de todo el hemisferio occidental, a enorme distancia del promedio en América Latina y el Caribe. Una de cada tres personas no tiene acceso a agua potable y apenas una de cada cuatro dispone de letrinas privadas.

Esta carencia de servicios mínimos permitió que el brote de cólera en 2010 se extendiera hasta causar 719,000 casos y 9,000 muertes.

La comunidad internacional ha sido muy generosa con Haití. Según Global Humanitarian Assistance, el país recibió más de 10,500 millones de dólares en ayuda al desarrollo y ayuda humanitaria entre 2003 y 2012.

El respaldo ha permitido a Haití avanzar en la reducción de la pobreza extrema, educación primaria, nutrición en niños o prevalencia del VIH/sida. Sin embargo, dos pilares fundamentales para el desarrollo, agua y saneamiento, han sido continuamente desatendidos por los programas de cooperación como áreas prioritarias.

Paradójicamente, la emergencia del cólera ha logrado por fin centrar la atención en la importancia de planificar soluciones duraderas. La aprobación a fines de 2012 del Plan Nacional para la Eliminación del Cólera, presupuestado en 2,200 millones de dólares a diez años, dedica más del 90% a fortalecer los sistemas de agua y saneamiento. La inversión en estas áreas permitirá eliminar el cólera y combatir otras enfermedades graves como la diarrea aguda, principal causa de muerte de niños menores de cinco años en Haití.

La ONU contribuye activamente a la movilización de fondos para el Plan Nacional. Hasta la fecha se han recaudado más de 407 millones de dólares, una cantidad aún insuficiente aunque similar al total de recursos movilizados para el Fondo de Reconstrucción de Haití. Junto al agua y saneamiento, el otro gran reto es fortalecer las instituciones haitianas. Las actuales fórmulas de distribución de la ayuda internacional relegan al Gobierno de Haití a un papel secundario frente a organismos internacionales, ONG y contratistas extranjeros. Por ejemplo, entre 2010 y 2012 se enviaron 6,000 millones de dólares para ayuda humanitaria y reconstrucción; apenas el 9% se canalizó a través del Gobierno. Como dijo recientemente el primer ministro Evans Paul: “Nos dais comida, pero no el derecho a decidir qué queremos comer”.

La consolidación del Estado, el respaldo al liderazgo del país y el fortalecimiento y uso de los recursos nacionales forman parte del ‘Nuevo Acuerdo para el Compromiso en Estados Frágiles’, que ha acogido Haití.

La cumbre de Celac es una excelente oportunidad para que América Latina y el Caribe honren los compromisos asumidos en previas ediciones y configuren una agenda para el desarrollo de Haití, que prime las inversiones en agua, saneamiento y fortalecimiento institucional.

FUENTE: El Peruano

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