Carta de repuesta a Miguel Guerrero

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EL AUTOR es escritor. Reside en Nueva York.

Alguien me preguntaba mi opinión sobre la carta del periodista y escritor dominicano Miguel Guerrero, enviada a los medios de prensa en marzo de los corrientes, en que el destacado comunicador consideraba que sólo existen tres caminos en medio de los conflictos que se han producido entre la República Dominicana y  Haití.

          Le dije a esa misma persona que  Guerrero es un intelectual  es muy leído, según parece, y muy estudiado  en su país, yo agregué que  había leído  su ensayo  periodístico: “El rugido del león”, que ha alcanzado  notoriedad; y sorpresivamente, me vino a la mente que el mismo Miguel Guerrero me hizo una breve entrevista en 2003 cuando era presentador, si mal no recuerdo de la cadena CNN, en Santo Domingo. Y estas son las referencias que dije a esa persona tener sobre Miguel Guerrero.
Y ahora he leído dicha carta de manera muy reflexiva, tal como lo requiere el neurálgico conflicto dominicano-haitiano, y me dispongo a sospesar, si estoy haciendo referencias a la mencionada carta  o  si tengo que diferir, o ponerme de acuerdo y  darle una repuesta a esa misma persona; o quizás como nacional dominicano que vive día a día,  ese río migratorio que es hoy la humanidad, hacerle llegar a la nación y por supuesto, al colega Guerrero mis discrepancias y sugerencias:

1.─ En su primer punto dicha carta considera la guerra como una opción descartada. Aclara que una  posible guerra nos traería  a los dominicanos serias implicaciones diplomáticas que acabarían con la soberanía y la independencia. Y que la presencia haitiana en territorio nacional se convertiría en una “quinta columna”.  De hecho tenemos en las narices esa  “quinta columna”.  Yo considero que dicha posición es honesta y sensata. Pero difiero; pues,   un  conflicto donde fuerzas internas y externas insisten en fusionar a dos naciones, tan diferentes, puede en cualquier momento desbordarse una situación tan coyuntural como impredecible. Habría que ver hasta donde el Estado dominicano va a seguir gastando   nuestro prosupuesto de salud y seguridad en  los inmigrantes  pobres del vecino país; habría que  observar hasta  donde  más los dominicanos van permitir  que su cultura, su lengua que ha sido alma de la nación y sus costumbres y tradiciones,  sigan  fundiéndose  entre vísceras de un vecino cuyo mentalidad se ha cimentado bajo el concepto de      que “la isla es una e indivisible”. Ser pacifista es un arte, una virtud; pero, esto jamás debería implicar que deberíamos hacernos de la vista gorda ante  una peligrosa realidad. De ahí que descartar una guerra en  un acelerado conflicto en que una determinada nación,  sigue invadiendo a otra, me parece que esa misma sensatez  deber tener algún límite.  Y esto no quiere decir en modo alguno que estemos de acuerdo con una guerra que bien seria catastrófica para ambas naciones. Claro, dominicana tiene mucho más perder que un vecino que hasta juega  a su propia crisis y a la ajena. Para ser más específico, literalmente,   sobrevive  de lo que llega o de aquello que le  hacen llegar. Asunto muy lamentable   para todos. Aun así,  la opción de guerra  no puede  ser descartada; aunque sí habría que evitarla sin obviar  la realidad y los inalienables compromisos de soberanía.     

 2. ─El segundo punto de la carta  refiere a la separación territorial física. Sin lugar  a dudas un tema extremadamente sensitivo y las versiones resaltar por ser excesivas y   contradictorias.  Ninguna separaron física de territorios jamás ha funcionado. Ni Estados Unidos como primera potencia del mundo ha podido detener en sus fronteras el flujo de inmigrantes  mexicanos y centroamericanos.  El periodista Guerrero nos ofrece una repuesta lógica y honesta; sin embargo,  yo propongo, la creación del  Ministerio de Desarrollo Integral Fronterizo (MDIF), liderado por   República Dominicana y con miembros de Haití que harían un proyecto binacional que  solicitaría un préstamo de 1000 millones de dólares, con posibles aportes de la Comunidad Económica Europea, Canadá y EE. UU.  Y para que haya un manejo adecuado y equilibrado de dichos fondos, es recomendable, al menos que dos países sean garantes  o estén   dispuestos a supervisar   la correcta aplicación de los recursos y fondos. De tal manera se podría  reforestar gran parte de las áreas devastadas;  e invertir en  fomento agropecuario,  y pequeñas industrias; disponer de un presupuesto para proyectos energéticos; hospitales; cultura; educación;  salud y  una seguridad especial conformada por miembros de ambas naciones.

2.─El  tercer punto  propone un diálogo transparente entre las partes y con  respecto a los derechos y la dignidad humana, como una forma de convivencia pacifica. Una elegante, humana y atinada propuesta.  Y ahí salta la repregunta, ¿cuáles intereses económicos tienen en común  ambas  naciones que no sea el comercio tradicional de dos pueblos que comparten una  misma frontera? Este comercio  carece  de regulaciones fiscales que favorezcan a los Estados de ambas naciones; un comercio desaprensivo, y llevado a cabo por la usura y sin  el menor  sentimiento de soberanía  y  de respecto hacia los propios consumidores de productos y mercancías: no existe   un control que favorezca a quienes construyen la infraestructura para dichas relaciones comerciales. Claro, y estamos de acuerdo con un diálogo franco y honesto de ambas partes; sin embargo, creo que no existe una propuesta binacional, como he dicho con marcados intereses económicos y políticos,  en que ambas naciones realicen acuerdos sobre  los temas que ya  no sean  tanto de fronteras y conflictos históricos, e inmigratorios y acusaciones de racismo.

Al expresar y argumentar  los anteriores tres puntos, me permito diferir y la vez decir no estar de acuerdo con el periodista Guerrero cuando  afirma que “es justo reconocer que el gobierno que preside el licenciado Danilo Medina realiza esfuerzos muy valiosos sobre el conflicto  dominico-haitiano”. Disiento; totalmente.   Durante el gobierno del licenciado Medina, los problemas se han agudizado y las tenciones cada día son más resaltantes y su gobierno cede con suma facilidad ante la presión  de un vecino desesperado  en  hacer valer sus propias intrigas  en los foros internacionales.  De ahí que  el gobierno no tenga respuestas concretas para detener el enorme flujo migratorio de una nación moralmente   resquebrajada, como lo es  Haití. Y entonces,  creo que no existen bases sólidas para que  la diplomacia y los organismos internacionales,  tengan   respecto hacia aquello que más le ha faltado al gobierno y al Estado dominicano: ¡Asumir un liderazgo dispuesto a sentar un precedente histórico y diplomático! ¡Nunca  hemos hechos el más minino  intento  de ser líder en un  conflicto, donde a pesar de las circunstancias,  hasta la Naturaleza  y el fatalismo histórico, nos ha favorecido! ¡Apostemos a ser líder!

 

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