Barril sin fondo de aumentos salariales

Iniciar el debate en materia de salarios mínimos, como proponen autoridades laborales, así como el mismo Presidente Danilo Medina, es lo correcto. El país no se puede seguir manejando con catorce salarios mínimos establecidos, donde el más elevado no llega a 12 mil pesos. Lo que no podemos hacer es autorizar incrementos salariales por decreto, sin un acuerdo global, pues se ha demostrado que hacerlo perjudica a la economía, pero fundamentalmente a los trabajadores, por la espiral inflacionaria que ello genera. Los aumentos salariales deben ir en función del crecimiento de la economía, sin querer sobrepasar el %, pues también es cierto que el patrón paga otros incentivos como bonos, seguros, prestaciones y demás que complementan salario y que se deben envolver en el paquete salarial. Voy más lejos, hacer un reajuste no significa que con cierta descarada actitud, escasa modestia y una inocultable arrogancia, los trabajadores minimicen el valor del empleador, y solo destaquen su valía y con esas razones, demanden ser jerarquizados, respetados, léase, bien remunerados, al monto que ellos aspiran. Aspirar a mas será entonces una cosa anual, aunque inflación, según BCRD sea súper baja. Recuerde que los riesgos y costos laborales los corre el empresario, incluyendo liquidación y desahucio, debemos armonizar y ser realistas. Me decía un recién graduado, “a medida que el salario mínimo aumenta, la disponibilidad de puestos de trabajo, especialmente los puestos de entrada disminuyen. Ahora, para contratarte requieren de trabajadores altamente educados o altamente cualificados y yo apenas empiezo”. Este fenómeno salarial en RD se presenta con diferente intensidad y argumentos según sea el caso de personas que desempeñan su labor en la actividad privada o como servidores públicos. El sector privado se define por costos y beneficios dictados por mercado, muy claros, según el recién graduado, pero en el sector estatal la percepción es otra. Por ejemplo, cierta creencia popular afirma que todo empleado en RD merece cobrar más y que siempre están mal pagados. Eso justifica el macuteo y los regalitos. Otra teoría de gran aceptación, sostiene la ridícula idea de que el Estado puede pagar cualquier cosa, como si el mismo dispusiera de recursos ilimitados, de un don celestial por el cual reproduce el dinero que precisa para abonar lo que sea. En ese esquema los políticos que no aumentan sueldos a estatales son los malos de la película y los que lo hacen son dirigentes con sensibilidad social. En realidad solo se trata de asumir con responsabilidad la gestión de administrar los recursos de los contribuyentes. Es importante cuestionar esta concepción por la que todos los trabajadores estatales tienen «legitimo» derecho a solicitar incrementos en sus remuneraciones, solo porque «no les alcanza» y «se merecen», siendo imprescindible derribar el mito del Estado que dispone de fondos infinitos. Por obvio que parezca, algunos aun no han aprendido que las arcas públicas se nutren de impuestos, que son detraídos coercitivamente cuando el Estado se queda por la fuerza con una parte, cada vez más importante, del fruto del esfuerzo de los individuos. Pero también se financia con endeudamiento, cuando el insensato gobernante de turno, decide gastar dinero que no tiene ahora, endosándole a las generaciones venideras la carga de abonar esa deuda contraída. Y claro está, cuando lo anterior ya no alcanza, los funcionarios que haciendo uso de la potestad jurídica de emitir moneda en cualquiera de sus formas, acuden a la reproducción de dinero artificial, ese mecanismo que genera la inflación que todos padecen. Mientras no se sincere el debate, se seguirá repitiendo en público lo políticamente correcto, afirmando demagógicamente que todos merecen cobrar más, que se gana poco y que los empleados estatales deberían ser mejor compensados. Se debe abordar la cuestión de fondo para entender que las ingresos solo aumentan genuinamente cuando vienen de la mano de la mayor productividad. Mientras tanto se seguirá girando en círculos, sosteniendo ideas que no se condicen con la realidad, y que, como decía un controvertido economista, «en economía se puede hacer cualquier cosa, menos evitar las consecuencias. El despilfarro estatal, la irresponsabilidad en la administración de la cosa pública y la inflación son absolutamente indisimulables, pero todo esto sucede porque la ciudadanía sigue creyendo mayoritariamente en el disparate del barril sin fondo estatal, por eso tener empleo en gobierno es lo que quieren todos.

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