Aunque lo parezca, Trump no es un loco

Primero: Los dominicanos hemos sido muy negligentes con el ascenso de Trump. A este atípico político sin experiencia de Estado, cuyo mantra es el aislacionismo y el proteccionismo comercial, los dominicanos debemos verlo con extremo cuidado pues las políticas que ha prometido y propuesto podrían desmadrar nuestra economía. Aunque lo parezca, Trump no es un loco.

Pero ha anunciado una nueva revolución industrial cuando la economía de su país hace décadas se fundamenta en los servicios. Con incentivos fiscales y otras medidas, se propone rescatar fábricas mudadas a China, México o nuestras zonas francas, cuyo resultado podría agravar dramáticamente el desempleo local.

El liderazgo económico gringo depende de la innovación, la tecnología y la eficiencia: pese a emplear mucho menos gente que dos décadas atrás sus industrias producen muchísimo más actualmente. Trump no ignora las realidades de las ventajas comparativas ni los principios económicos.

Preservar su precaria popularidad apelando al proteccionismo resultará carísimo a Estados Unidos y al mundo. ¿Qué haremos, cómo prepararnos, cómo aprovechar esta nueva realidad? ¡Debemos ponerle asunto!

 

Segundo: Lo que quizás llegue a llamarse la Doctrina Trump va tomando cuerpo ante nuestros ojos con postulados simples que trascienden su esencia populista. Desde la perspectiva gringa puede que tenga muchísimo sentido. Bajo Trump, los Estados Unidos revaluarán todas sus alianzas políticas y económicas a la luz de un principio fundamental: cómo afecte de forma inmediata el bolsillo de los votantes.

Consideraciones estratégicas de alta geopolítica irán al zafacón. Si China presenta la mayor amenaza a su economía, forjará una nueva alianza con los rusos para frenarlos. Si Europa y la OTAN no están dispuestos a que su alianza signifique compartir equitativamente sus costos, ¡que se frieguen! Si los terroristas musulmanes se benefician de complejas inter-dependencias políticas árabes, ¡al Diablo con antiguos paradigmas y a destruirlos! Si México ofrece incentivos para atraer industrias gringas, ¡a chingar los mexicanos y rescatar esos empleos!

Pensarlo, decirlo y hacerlo son cosas distintas. Me recuerda cómo Golda Meir decía: “Entiendo que muchos árabes quieran destruir a Israel, ¿pero esperan que colaboremos?”.  ¿Sobreviviremos la Doctrina Trump?

 

Tercero: Un aspecto de la Doctrina Trump luce aun indefinido: ¿cambiará la inefectiva lucha de los Estados Unidos contra los carteles de narcotraficantes? ¿Qué será distinto? Extrapolando sarcásticamente sus principios, quizás proponga sembrar coca en las Rocallosas y despojar a Bolivia, Perú, Colombia y otros países de su protagonismo como productores.

Cuando Trump propone el muro fronterizo con México no habla sólo de otra Muralla China ante los mongoles. ¿Aumentará el nivel de esfuerzo y presupuesto de la DEA y otras agencias para combatir el comercio de las drogas ilegales y sus terribles efectos? ¿Perseguirá a los rubios socios de los carteles que facilitan el lavado y la inyección a la economía gringa de los billones de dólares que representa el tráfico de cocaína, marihuana, anfetaminas, opiaceos y otras drogas?

Casi 30 millones de gringos, un 10% de su población, consumen drogas habitualmente y ocasionalmente un número muchísimo mayor. ¿Cómo encajan ellos en la Doctrina Trump? ¿Cómo nos afectará, qué debemos o podemos hacer?

Las propias autoridades estadounidenses conocen el fenómeno de la vejiga inflada que cuando se presiona por un lado se avienta por otro: si el enorme tráfico de drogas a través de la frontera con México es desviado hacia otras rutas, ¿qué efecto causará eso en países como República Dominicana?

Se cumple la maldición china: ¡vivimos en tiempos interesantes!

Y Cuarto: Los líderes de entidades como nuestro país están obligados a responsablemente disponerse a entender y descifrar la nueva realidad que significa Trump, gústenos o no. Si no llegamos a entender, difícilmente podremos navegar estas aguas ignotas cuyas corrientes y vientos desconocemos.

El interés nacional dominicano, coincidente parcialmente con el gringo, quizás necesite ahora una redefinición como la que plantea la flamante Doctrina Trump. Todos los viejos paradigmas y verdades convencionales resultantes de la geopolítica tras la Segunda Guerra Mundial y más recientemente el auge del capitalismo chino y ruso, están quedando patas arriba al ser revisados a la luz de la conveniencia y los sentimientos actuales de los votantes que llevaron a Trump al poder.

Encharcarse en la guerra mediática de demócratas resabiosos o liberales espantados conviene menos al interés dominicano que buscar discernir cómo mejor acomodarnos ante lo que llegó. Truño, xenofobia, Melania, twits descomunales… ¡pura espuma! Trump representa una cosmovisión conservadora y real, sustentada en ideas e intereses. Haríamos mal despachando como loco a quien podría fuñirnos o ayudarnos.  ###

jbg@baezguerrero.net

JPM

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