Así no se puede

Para hablar con propiedad del presente y futuro de la economía  dominicana, es preciso entrelazar los conceptos  ingreso fiscal, déficit fiscal, presión fiscal y endeudamiento porque de  su relación armónica se deriva la estabilidad de  todos los indicadores  económicos, financieros, monetarios y sociales.

No sería posible alcanzar un equilibro  fiscal con solo reducir el gasto público, porque entonces el gobierno no podría  disminuir la inequidad social, ante la imposibilidad de  mejorar servicios vitales como  salud, educación, empleo, vivienda, agua potable e infraestructura vial.

Las políticas de reducción del déficit fiscal deben estar acompañadas con  esfuerzos por  incrementar el ingreso tributario, porque de otra manera seria como  pretender  enseñar al burro a no comer. Lo sensato  debe ser mejorar la calidad  del gasto y aumentar la inversión pública productiva.

Los poderes facticos obligaron al cumplimiento del 4% a la educación pre universitaria y ahora claman por déficit cero, pero rechazan la idea de un pacto fiscal integral que aumente la presión fiscal de un 14% a un 18% del PIB para que el gobierno recupere la capacidad de  poder  sacar de la pobreza y pobreza extrema a más de cuatro millones de ciudadanos.

Cuando el déficit fiscal se elevó en 2013 a un 6.6% del PIB porque el Gobierno construyó el corredor Duarte, autopista del coral, segunda línea del metro, carretera a Las Terrenas, Mirador Bávaro- Uvero Alto, entre otras obras de infraestructuras, lo que indica que ese fue un mal menor porque el incremento del gasto evito que la economía colapsara.

La enorme estima pública  que  disfruta el presidente Danilo Medina de debe en gran medida a la especial atención que  su gobierno  dispensa a grupos organizados de pequeños productores agrícolas, pecuarios, artesanales y agroindustriales, así como  a la democratización del crédito e impulso a las pymes.

Si el presidente  dispusiera  de ese 3% que hoy se define como déficit fiscal, pero que en realidad es  un desfase en los ingresos tributarios que apenas alcanzan un 14% del PIB, aquí se produciría una revolución social de gran envergadura.

Ese déficit (3%) equivale en términos  absoluto a  unos 70 mil millones de pesos, que  resulta paja de coco ante los 201 mil millones que  el Gobierno dejara de percibir en 2015 por gastos tributarios (exenciones y exoneraciones al sector productivo y a los empresarios del transporte).

Esos poderes facticos se escandalizan por lo que definen como elevado  endeudamiento público (47% del PIB), pero no le duele  el estómago al saber que  los ingresos tributarios no alcanza literalmente ni para colar café, que el déficit  fiscal es deuda, que solo se conjura con  el incremento de la presión fiscal. Así no se puede.

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