Apostando al desorden municipal
El 24 de abril de 1494, fue instalado el primer ayuntamiento del nuevo mundo en la villa de la Isabela, en la provincia de Puerto Plata, constituyendo el principio del desarrollo de la administración municipal y comunitaria en el nuevo continente. Proclamada la independencia y al elaborar la primera constitución, los trinitarios proponían que el gobierno del naciente Estado estuviera estructurado por cuatro poderes: el municipal, el legislativo, el judicial y el ejecutivo. Desafortunadamente esto no se materializó así. En la actualidad descansa en el congreso nacional, un proyecto de ley que busca modificar la ley 176-07 del distrito nacional y los municipios, pretendiendo llevar de 155 a 390 los municipios, sorprende como los senadores aprobaron dicha pieza sin consultas públicas; de manera que no entendemos por qué si se quiere legislar para beneficiar a la municipalidad no fueron realizadas vistas públicas, donde a modo general el público pudiera externar sus puntos de vista al respecto. Tomando en cuenta las debilidades existentes, básicamente de tipo formativo, en los principales actores de la vida municipal, no se entiende que se pretenda llevar a cabo esta “reforma”, a sabiendas de que no existen las condiciones mínimas en el Estado para darle seguimiento al uso de los recursos que manejarían estos, pues con la referida reforma, adicionalmente 232 distritos municipales tendrían la categoría de municipio, lo que es igual a autonomía presupuestaria. ¿Por qué las ONG del sector municipal, como la federación dominicana de municipios (Fedomu), la liga municipal dominicana (Lmd) y las demás, salvo honrosas excepciones, no asumen una posición de mayor responsabilidad con este tema? La respuesta es simple: esto es porque sus objetivos son garantizar sus cargos. Imagínese, la iglesia en mano de Lutero. La federación dominicana de distritos municipales (Fedodim) por igual, en su comportamiento en la presente crisis, asemeja un sindicato de choferes de los que tenemos en el patio, asumiendo posiciones radicales que rayan en lo absurdo, y lo peor es que están en su legítimo derecho de ganar más espacios y podría ser entendible su posición, aunque jamás aceptable, a pesar de que en esta coyuntura tengan como padrinos a poderosos senadores. Actualmente el presupuesto municipal está dividido en cuatro capítulos: nomina (25%), servicios (31%), genero y salud (4%) e infraestructura (40%); con la reforma propuesta se pondrían en un mismo capítulo nomina y servicios, esto es bastante preocupante pues nomina y servicios suman un 56%, y sería inaceptable gastos en personal en esa escandalosa proporción. ¿Cómo es posible que el senado haya aprobado en primera lectura con tanta prisa y sin consultar a nadie y a espalda de la sociedad la ley 176-07? ¿Por qué no se consultaron a los representantes de la municipalidad que tienen la voluntad, preparación y vocación de aportar en este tema? ¿Cómo fue posible dejar de consultar a un experto como Domingo Matias, los aportes del Waldys Taveras y qué decir del maestro Julián Roa? Por solo mencionar algunos, ya que estos aportarían calidad a la mal llamada “reforma” a la Ley 176-07, en su lugar se aprobó a vapor sin realizar consultas. Estamos de acuerdo de la necesidad de que la ley 176-07 sea objeto de reformas significativas y actualizada acorde con la constitución, pero hacer una reforma a la ley solo para cambiar los artículos 81 y 82, para elevar a niveles de autonomía los distritos municipales, sin contar con la mínima estructura administrativa, lo que se pretende es manejar los gastos de personal y servicios en uno solo capitulo lo cual equivaldría a más del 50% del presupuesto. Ojala y el senado convoque a una verdadera cumbre municipal donde el propósito fundamental, sea legislar a favor de los municipios de nuestra nación, y no para garantizar los cargos en las próximas elecciones. El dar categoría de municipio a distritos municipales con menos de cuatro mil habitantes rompería el récord del clientelismo-populismo, siendo que lo mucho hasta Dios lo ve; parecen resonar en el aire las palabras de Sir Winston Churchill cuando dij El problema de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes.