Alto costo de la producción y pobreza después del COVID-19
El aumento de los costos de producción de los alimentos, la medicina, el combustible y la energía eléctrica han elevado los precios de los productos a los consumidores y dejado sin presupuesto a los asalariados, aunque las actuales autoridades se niegan aceptar, los ingresos están quedando por debajo del consumo, y la situación todavía es peor para todas aquellas familias que perdieron sus empleos en el periodo de la pandemia Covid-19 y aún no lo han recuperado. El alto precio de los productos y el desempleo son causas de generar cada año más pobreza y menor poder adquisitivo.
Echando un vistazo a la producción y el consumo a nivel mundial y en especial a la región latinoamericana y El Caribe el mayor impacto de los efectos del COVID-19 se sintió en una falta de flujo de intercambio de bienes y servicios debido a la parálisis de la producción, ya que se sabe que el mundo cerró el transporte de mercancías y personas. De ahí, que los países pobres y de economía mediana debieron enfocar los recursos del presupuesto a financiar la producción para poder evitar la escasez de Productos y por ende del alza indiscriminada de los mismos.
Los países más afectados fueron aquellos que no producen petróleo y el incremento en los precios de sus derivados se estrelló contra los costos de transporte de mercancías, el alto precio de los fertilizantes y fungicidas, las medicinas y en especial la energía eléctrica. El alto gasto en salarios en los subsidios a los empleados de empresas privadas aumentó la demanda de bienes y servicios y la industria y comercio nunca compensan esos aportes o subsidios que canalizó el gobierno para disminuir los precios de los productos, sino más bien para capitalizarlos y mejorar sus ganancias.
El gobierno fue muy permisivo con el sector empresarial permitiendo que el subsidio a las nóminas de empleados en paro no fuese aplicado para subsanar los alto precios de los productos de primera necesidad ni como incentivo a la producción, de tal manera que la población no cargará sola con el peso de los costos de la parálisis que tuvieron las economías por la causa de la pandemia COVID-19 y posteriormente por la guerra de Rusia en Ucrania.
Los efectos del alto costo de los productos y su impacto después del Covid-19 se reflejaron en elevar el nivel de pobreza antes del COVID-19 desde diciembre 2019 hasta la fecha octubre 2023 y que las cifras fueron alarmantes. Solo basta con tomar los países de la región Latinoamericana y del Caribe para observar el aumento de las desigualdades socioeconómicas, citamos: por ejemplo, el alto precio en renglones como: energía eléctrica, gasolina, gas oil y gas de cocina; en los alimentos: arroz, carne, huevos, leche, pastas, víveres y vegetales; las medicinas, la construcción y alquileres de viviendas (Block, cemento, varillas, precio de alquileres y arrendamientos de locales comerciales).
Según un informe del banco mundial después de décadas de reducción sostenida de la pobreza, un período de conmociones y crisis superpuestas dio lugar a alrededor de tres años sin avances, entre 2020 y 2023. Hoy en día, casi 700 millones de personas en todo el mundo viven en la pobreza extrema y subsisten con menos de USD 2,15 al día. Además, el 50% de la población mundial sigue viviendo en pobreza general.
Si comparamos los niveles de pobreza por países, en Panamá el índice de pobreza alcanzó 15.6% y 5.7% en 2021; República Dominicana 22.5% pobreza y 5.2% extrema pobreza; Méjico. 37.4% pobreza y 9.2% extrema pobreza; Honduras. 52.3% de pobreza y 20% pobreza extrema; Perú 19.3% y 4.2% pobreza extrema; Chile 14.20% y 4.5% pobreza extrema; Ecuador 28.5% y 7.6%; Costa Rica 17.3% y 3.7% pobreza extrema y Brasil 24.3% y 8.3% pobreza extrema. Los pronósticos indican que los niveles de pobreza se han incrementado en los años 2022 y 2023 respectivamente y será tema de discusión.
En América Latina y El Caribe la pobreza extrema promedio pasó de 11.4% en 2019 a 12.9% en 2021 y la pobreza nacional de un 30.4% en el año 2019 pasa a 42.3% en el año 2021. La tasa promedio de desempleo fue de 9.3% en el 2021 y la tasa de inflación promedio fue de 12.5% anual. Si sabemos que la población de América Latina y El Caribe para el año 2023 es de 664,997 millones de personas, eso quiere decir que 202,159,000 millones de personas están pasando hambre en toda América Latina y en República Dominicana son unos 3,348,000 millones de personas que pasan hambre todos los días.
Se sabe que existe una práctica agiotista de encarecer el precio de los productos, donde hay baja calidad y menos contenidos en los productos. El estado debe emplearse a fondo con la supervisión oportuna y eficaz para hacer pagar a quienes lo incurren, engañando al consumidor degradando la calidad de los productos, usando menos trabajadores, degradan la calidad usando menos materias primas. Se necesita de la implementación de políticas públicas que vayan a subsidiar la producción, no el consumo para equilibrar la oferta de productos frente a las demandas de la población y mantener un control de los precios al consumidor.
En el año 2003 el nivel de pobreza alcanzó un 46.3%, en el año 2012 alcanzó un 26,2% y para el año 2021 alcanzó un 22,5% y para el año actual 2023 la pobreza se ha proyectado un incrementado nuevamente por encima del 27,7%. El alto costo de la producción de bienes y servicio es multifactorial pero los precios finales de los productos no reflejan los costos de los insumos, materias primas y el costo de la mano de obra, situación esta que puede mejorar con una buena supervisión del estado y que los productos lleguen a mejores cantidad, calidad y precios al mercado de consumidores.
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