Algunos recuerdos de juventud
POR JORGE A. JORGE BATISTA
Creo, sin lugar a equivocarme, que nuestros tempranos años de vida (del 40 al 60) y luego la época de adolescencia-como es mi caso- tienen mucho que ver como adultos resultamos.
Solíamos ser 2 hembras y 2 varones, hijos de una “Ama de casa”, y un padre de “Negocios Informales”, lo que constituía un hogar normal, en toda la extensión de la palabra.
Crecímos en un ambiente sano y de mucha disciplina, lo que falta hoy en muchos hogares. Mamá no comía cuentos.
Reitero que no me imagino como se hacían los padres entonces, con tan pocos recursos, tanta pobreza y atraso.
Teniendo yo no más de 10 años, nos mudamos de La Vega a San Pedro de Macorís, donde gocé de mis mejores años escolares, pero después, al mudarnos a la capital, me di cuenta que ya traía el trauma de sentirme desubicado, y sin rumbo seguro.
Cuando relato estas cosas -por lo menos para mi- trato de echar un poquito de ketchup, para que tengan mejor sabor.
Llegué a la capital con 14 años, comenzaba mi adolescencia, ya se me veía una sombrita en el bigote. Tenía muy poca ropa, aun así, atraído, y queriéndole lucir a las chicas.
Al llegar nosotros a la capital, “retorció la puerca el rabo”. Llegó este pino nuevo a un tigueraje de tipos burlones, y hasta buling. Era de esperarse. Me dieron pronto un chance en el equipo de Voleibol. Con esto, se hicieron los tigueres mis mejores amigos.
Ya en La Escuela Normal Presidente Trujillo (hoy Juan Pablo Duarte), nos encontramos con excelentes profesores, pero había uno que, para mí, era enemigo de nosotros. Un gran maestro de matemáticas, me mató a mí el interés por la materia. Era un hombre de tragos, y en ese estado, era agresivo y provocador. Siempre se rumoraba, que el “Malvado” era miembro del SIM (Servicio Militar de Inteligencia Militar).
Con esa altanería actuaba. Aun joven como yo era, nunca le hice caso a sus “Vainas”. Es posible que yo tampoco le cayera bien a El. En eso, formé parte del equipo de Voleibol que en 1954 quedamos campeones Intramuros de la capital.
Para esa aventura, no nos dieron uniformes: cada uno tuvo que arreglársela. Mamá me hizo el pantaloncito, con una camiseta de uso diario. Si pusieron a nuestra disposición una caja llena de tenis, para escoger el que le sirviera a uno, Yo calzaba 7 entonces y me tocaron tenis 9, los que tuve que rellenar con papel de periódicos. Asi eran las cosas entonces. No valíamos nada.
Nunca pude conocer el Teatro “Olimpia”, el mejor del país; le pasaba por el frente todos los días, cuando iba a la escuela primaria. Solo estaban a mi alcance los teatros Trianon, en la Braulio Alvarez, y el Radhamés, al lado de La Central Lechera. Daban triple hits, 3 películas mexicanas y la entrada era 10 cheles. No tenían butaqcas. Eran unos bancos de hierros, para varias personas. Salía uno de ahí a las 2 de la mañana, se oían cantar los gallos de los barrios.
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Siempre quise conseguir un trabajito para ayudar con algo a Mamá; salíamos de la escuela sin ninguna preparación laboral.
Ya para 1955, las finanzas de la casa, estaban muy escasas, era necesario que dejáramos el país. El resto es historia. En esa época lo que pasamos no fue “Paja’e Coco”, y los años de retiro, me sorprendieron “Asando Batatas”.
JPM
muy linda historia que casi todos los jovenes de esa epoca la vivieron,como han cambiado los tiempo compay
don gorge, en esa época, siendo usted de a pie, como yo, como usted logro salir del pais? porque trujillo no dejaba salir del pais a los de a pie. si puede explicar esa parte, por favor.