Alentador discurso de Danilo Medina ante la SIP
El distinguido y eminente teólogo español José María Vigil expresó: «La libertad de prensa, lo mismo que todas las libertades, tendrá sus inconvenientes, tendrá sus peligros, pero con todos ellos es preferible a la tranquila placidez del despotismo, como decía Tácito».
Haciendo una excepcional reflexión sobre la excelsa finalidad de la prensa libre, cuyo extraordinario sentir al oír y examinar el magnífico discurso pronunciado recientemente por el honorable señor Presidente de la República, licenciado Danilo Medina, ante la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), como columnista y escritor estadounidense me he permitido evocarla con el entusiasmo de un cronista tanto por lo que ha expresado el mandatario y por el artículo que escribí precisamente el día 11 de abril de 2016 titulado «La Información: antorcha de la liberta de prensa».
En su magnífico discurso, el cual, y sin proponerme hacer de este trabajo un ensayo ni similar ni parecido a la excelente tesis titulada «El elogio de la locura» o «El elogio de la necedad», de la autoría del humanista y filósofo Erasmo de Rotterdam, quien iluminado en la obra “De triunpho slutidiae” del escritor, poeta y humanista italiano Faustino Pernsauli, tuvo la apropiada virtud o don que quizás yo no alcance a poseer los atributos requeridos para hacer un examen escueto de tan certera disertación.
En sus argumentaciones tan precisas, cargadas de verdades irrebatibles, me voy a permitir en principio solo citar una que en mi misión de columnista me llamó poderosamente la atención y se trata de lo siguiente: «La profundización de las libertades democráticas es, como sabemos, un proceso dinámico en el que cada nueva libertad debe tener como contrapartida una nueva asunción de responsabilidad».
Frase como esta no la puede pronunciar un déspota que no cree en la libertad de prensa ni en ningunas de las otras libertades de las cuales habló Erasmo refiriéndose al excelso orador, vehemente historiador y senador del antiguo impero romano,Tácito, autor de «Anales e historias germanas».
«Distinguidos miembros de la prensa nacional e internacional presentes en la magna conferencia organizada por la prestigiosa Sociedad Interamericana de Prensa. Considero que nos sentimos todos obligados a tomarle las palabras cargadas de una gran humildad y superior grandeza al presidente y orador invitado a dicho conclave cuando demandó a ese eminente foro lo siguiente: “…solicitamos también de ustedes, como transmisores de la realidad y creadores de opinión pública, que nos acompañen en la construcción de una sociedad fundada en valores”».
A pesar de la fuerza de esas expresiones cargadas de un compromiso con la patria y la sociedad dominicana no dudamos que el presidente Medina, como conocedor del peso sociopolítico que las mismas encierran, será promotor entusiasta y celoso vigilante del cumplimiento de su suplica tan apasionada y tan sentida.
Por otro lado habría que estar de acuerdo o no con la opinión emitida por el presidente Medina Sánchez en su discurso comentado aquí, en el sentido de que «los consejos editoriales han perdido su papel como principales guardianes de la agenda de temas que centran el debate público».
Sin embargo, debo apuntar al respecto algo que muy bien conoce el Presidente y es que las opiniones formuladas por algunos editorialistas, especialmente dominicanos, son juicios que representan la línea ideológica del diario y se construyen basándose en la experiencia del editor o editores.
Los otrora decanos de los editores dominicanos, como Rafael Herrera, Rafael Molina Morilllo, Radhamés Gómez Pepín, entre otros, sus editoriales constituyeron una fuente luminosa para el debate público y, sobre todo, sus consejos se convirtieron muchas veces en exhortaciones para el buen comedimiento de la dirección ejecutiva del gobernante frente a los peligros que podrían otear como sucesos sociales de importancia, mostrando opiniones claras, favorables o adversas.
Si el presidente Medina entiende que los editoriales formulados por los periódicos nacionales no llenan sus expectativas y que «han perdido su papel como principales guardianes de la agenda de temas que centran el debate público» para guiar al país creo, por el contrario, que muchas veces los temas del Gobierno se salen de las necesidades y de la expectativas sociales. El historiador, político y teórico italiano Nicolás Maquiavelo dijo que: «Todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación ni al pueblo al descontento».
Lo que podría estar afectando ese sentimiento del Presidente sobre los editores es que los partidos políticos y los gobernantes se abstengan de seducir, contratar o comprar periodistas para que estos retuerzan las crisis que se da en la base de la población para tratar de ocultar posibles problemas sociales que los editorialistas de los periódicos serios ven y denuncian para que sean corregidos desde el Estado. En este aspecto me voy a permitir traer a este trabajo la sabia opinión del filósofo alemán Friedrich Hegel sobre la independencia de la opinión pública. Veamos: «Ser independiente de la opinión pública es la primera condición formal para logar algo grande».
Por tanto, hago mías las palabras del Presidente y al mismo tiempo le exhorto al jefe del Estado actuar en consecuencia para que se pueda solucionar su preocupación sobre los editorialistas y es poner en práctica lo expresado en su discurso: «…lo que debemos entender los políticos es que nuestra labor no es intentar frenar esa tendencia ni tampoco huir de la fiscalización» (de los periodistas).
Además, habría que recordar la frase lapidaria del político inglés Lord Acton que indica: «El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente». Para alcanzar a comprender el porqué es importante la fiscalización de la prensa sobre el Estado el propio mandatario dominicano nos da la razón cuando advirtió: «Para enriquecer nuestra democracia…» Por eso mismo y no por otro motivo es que la independencia de la prensa y los editoriales coadyuvan a que el Gobierno haga «mejores políticas».
Finalmente, debo aprovechar este ensayo, el cual es producto de una profunda reflexión sobre la relación entre la Prensa y el Estado basado en el discurso del presidente Danilo Medina Sánchez y mis propias visiones sobre esta sagrada materia que es la fuente que ilumina los pueblos para, amparándome en una frase generosamente celebre del prestigioso historiador y ensayista ingles Thomas Carlyle, dejarla como manifestación viva sobre la grandeza del periodismo: “El periodismo es grande. Cada periodista ¿no es un regulador del mundo, si lo persuade?”.
JPM