Al no cerrar una puerta 

POR BLAS RAFAEL FERNANDEZ GOMEZ

Bizancio fue el centro del Imperio Romano de oriente llamado Constantinopla en honor al Emperador Constantino, nombre tomado por los otomanos el 29 de mayo de 1453 convirtiéndose en su capital que es la actual Estambul (Turquía), situada en ambos lados del Bósforo o estrecho que separa Europa de Asía y conecta al mar negro con el mar de Mármara en las costas orientales del mar mediterráneo.

El Imperio Otomano siempre deseó ocupar el Imperio Bizantino, que era un baluarte del cristianismo, religión que cuenta con aproximadamente dos mil trescientos millones de creyentes, siendo los países que se consideran más devotos Colombia y Brasil y con mayor número Estados Unidos, México y la República Checa (Europa).

El Sultán Murat mantuvo una actitud de relativa no agresión, lo que cambió radicalmente con motivo de su muerte.

El día 5 de febrero del año 1451, Mehmet el hijo mayor se entera de su fallecimiento por un mensajero estando en Asía menor y de inmediato sale veloz a caballo sin enterar a nadie y realiza todos los aprestos para la organización de la sucesión, convirtiéndose en el nuevo sultán del Imperio Otomano.

Este joven de 21 años inicia sus planes para la conquista de Bizancio rodeada por una inmensa muralla circular en torno a iglesias, palacios y casas históricas, símbolo sagrado de la gloria europea gracias a una cultura de miles de años, principalmente con su Basílica de Santa Sofia la más Bella Catedral convertida posteriormente en una mezquita.

Es frecuente que cuando se proyecta una guerra se hable de paz hasta estar preparado lo que hizo el sultán Mehmet con el Emperador Constantino.

En agosto de 1452 reúne a su plana mayor exponiendo abiertamente su intención de atacar y pronto comienza el asedio poniéndose al frente de miles de hombres.

La principal protección de la ciudad obviamente eran sus murallas que representaron en su época el símbolo de lo inexpugnable e indestructible.

Ni los más poderosos cañones y las embestidas constantes pudo derribar o penetrar ese monumento de piedra con algunas brechas producto de los disparos diarios y hasta minas subterráneas, las que eran reparadas de noche y protegidas por los sitiados.

Después de mes y medio de luchas y de intentos rechazados el sultán ya impaciente bajo promesa y juramento de que con la conquista concedería a sus tropas “derecho ilimitado de 3 días de saqueo con todo lo que haya dentro: personas y bienes”, fija el gran combate para el día 29 de mayo de 1453, dando la orden de asalto a la una de la madrugada.

Llega la claridad del día con una sólida determinación de defensa que provoca el hecho de sentir que Bizancio esta salvada; es que la suprema necesidad ha vuelto a vencer el más implacable ataque.

Sin embargo, ha sucedido algo increíble e inverosímil, por una pequeña puerta de uso peatonal siempre cerrada o resguardada llamada Kerkoporta penetran dos turcos que de inmediato avisan a los demás y ahí comienza la invasión y consecuente masacre, no obstante la valiente resistencia del Emperador Constantino y gran parte de sus habitantes que se enfrentaban a decenas de miles resultando inútil cayendo gravemente herido.

Se comprobó luego por unos zapatos de color púrpura decorado con el Águila de Oro que el último Emperador Romano de Oriente había perdido la vida.

Esto trajo el dominio del Imperio Otomano por más de 500 años, que permaneció oficialmente hasta el primero de noviembre de 1922 cuando se abolió el cargo de sultán y nació la República de Turquía con su primer presidente Mustafá Kemal Ataturk.

Todo por dejar una puerta abierta.

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