Abinader expuesto a un riesgo innecesario
En el manejo de las relaciones entre los Estados surgen intríngulis que solo el jefe de la política exterior, esto es, el presidente de la República, está en condiciones de saber y de enfrentar.
Es probable que con el polémico tema que envuelve el proyecto de ley de trata de personas y otras cuestiones relacionados con la política hacia Haití, el presidente Luis Abinader se encuentre en esta posición, es decir, frente a situaciones y hechos que solo él conoce y decide.
En esas estas condiciones es dable asumir que el mandatario habrá estado sometido a presiones para que afloje su determinación frente al caso haitiano, sobre la cual ha desarrollado una discursiva que va a tono con los intereses nacionales, llegando incluso a rehusar, en la reciente Cumbre de las Américas, la firma de la declaración final en sentido opuesto a su criterio.
Sin embargo, al presentar el indicado proyecto, el jefe del Estado se ha expuesto a un riesgo innecesario, si nos atenemos al hecho de que dos presidentes que le antecedieron le dieron de lado a ese asunto.
Y es que todo lo que atañe a la situación haitiana genera urticarias en la epidermis nacional, dado que las potencias mundiales —o varias de ellas, para ser menos absolutos— creen que Haití y su desgracia son responsabilidad de la República Dominicana.
No se olvide que esos intereses han buscado todas las formas que su creatividad les permite para tirarnos el caso haitiano, razón por la cual todo lo que huela a ese despropósito pone a la sociedad dominicana en guardia.
Es lo que ha sucedido con el proyecto en cuestión, retirado en medio del vendaval de críticas para buscar consenso con todos los sectores nacionales, donde se pudiera aligerar esa carga.
Empero, el logro de consenso tiene un camino poco auspicioso en las presentes circunstancias, las cuales son favorables al presidente para deshacerse de las presiones que de seguro ha venido recibiendo para que el Gobierno actúe en la dirección que quieren esos intereses.
Una decisión de ese calado no debe ser asumida por el Gobierno de manera solitaria, pues sabemos que su dimensión la convierte en tema-país con todas sus implicaciones en el ámbito político y, más aún, electoral.
¿Por qué tiene el presidente Abinader que cargar un fardo al que rehuyeron los presidentes Leonel Fernández y Danilo Medina?
Esto, sin mencionar la firme determinación de Joaquín Balaguer de enfrentarse en su momento a presiones para establecer campamentos de refugiados en el lado dominicano de la frontera.
Y es que los esfuerzos posteriores de las potencias han ido en esa misma dirección, aunque con nombres disfrazados. ¡Pues no!
jpm-am
la actitud vacilante de luis y su gobierno lleno de pro haitianos no tiene parangon,como es posible que el ministro de rel exteriores, sea un connotado fusionista, ademas del ministro pavon issa y un sinnumero de colaboradores, que responden mas a la usic y los eua que al interes nacional. luis es un bacilante que ha dejado mucho que desear con el caso haitia no, el cual es de sumo interes para los domini canos.
1937 resulta en una oportuna, eficiente y contundente respuesta. pero ahora no la debe ejecutar un presidente en solitario, debe hacerlo la nación, cada dominicano que desea que la patria perdure en el tiempo.
distinguido nelson, usted con tan amplio conocimiento debe saber que en todo país del mundo según la carta de naciones unidas se debe proteger al inmigrante que presente prueba que su vida corre peligro que en su momento acogió a gobernantes dominicanos, líderes políticos entre otros
siempre y que esos inmigrantes no vulneren la soberania del pais que los a**** como es el caso de los haitianos que quieren hacer lo que les da la gana en un pais ajeno, buen baboso.
te entiendo pero el caso nuestro es muy especial. nuestra pobreza, lo limitado de nuestro territorio y las carencias que el pueblo dominicano sufre, no nos permite de ninguna manera, hacernos cargo de la miseria de nuestros vecinos y el que no lo entienda es o por que es haitiano o imbecil de nacimiento.