Fragmentación en el escenario político de RD (OPINION)
POR LUIS M. GUZMAN
Los partidos políticos en América Latina han experimentado un ciclo repetitivo de ascenso, consolidación, burocratización y eventual fragmentación. Este patrón ha afectado a partidos que nacieron como fuerzas renovadoras, pero que, con el tiempo, se vieron atrapados en luchas internas, excesos burocráticos y la búsqueda de poder.
La República Dominicana refleja este fenómeno con ejemplos notables como el PRD, el PLD y el PRM. La comprensión de estos procesos es clave para analizar la estabilidad política y las posibilidades de renovación en la región. Este análisis explora cómo la burocratización y la fragmentación han moldeado el panorama político dominicano y latinoamericano, y plantea posibles estrategias para romper este ciclo recurrente.
La burocracia en los movimientos políticos surge cuando los partidos se consolidan en el poder y establecen estructuras rígidas que ralentizan la toma de decisiones. Estas estructuras se caracterizan por normativas excesivas, centralización del poder y la aparición de liderazgos que priorizan la estabilidad interna sobre el cambio social.
La dependencia del Estado transforma a los partidos en maquinarias electorales enfocadas en el clientelismo, alejándolos de sus ideales originales. Este patrón ha debilitado a movimientos en toda América Latina, limitando su capacidad de adaptación y renovación ante nuevas demandas sociales.
La burocratización excesiva no solo afecta la eficiencia interna de los partidos, sino que también erosiona su conexión con la base social y su capacidad de respuesta a los desafíos contemporáneos.
El PRI en México es un caso paradigmático de burocratización extrema. Controló el país durante más de 70 años mediante una compleja red burocrática que impedía la renovación interna. Aunque mantenía la fachada de democracia interna, el control centralizado sofocaba la disidencia.
En Argentina y Brasil
En Argentina, el peronismo ha enfrentado constantes fragmentaciones debido a sus estructuras rígidas y a la lucha de facciones internas. En Brasil, el PT pasó de ser un partido con una fuerte base ideológica a quedar atrapado en escándalos de corrupción, reflejando cómo la burocracia puede erosionar la legitimidad de un movimiento político.
Estos ejemplos ilustran cómo la burocratización excesiva puede llevar a la pérdida de dinamismo y legitimidad de los partidos políticos, incluso aquellos que inicialmente surgieron como fuerzas de cambio y renovación.
En la República Dominicana, la fragmentación política ha sido una constante. La historia de sus principales partidos refleja un ciclo de ascenso, burocratización y ruptura.
El PRD, el PLD y el PRM son ejemplos de cómo las luchas internas y el control centralizado del poder llevan a la división. Esta fragmentación no solo debilita a los partidos, sino que también afecta la estabilidad política y la confianza en el sistema democrático, ya que genera un ciclo de creación y desintegración de movimientos políticos sin consolidación real.
La volatilidad resultante dificulta la formación de políticas a largo plazo y la construcción de un proyecto nacional coherente, afectando la gobernabilidad y el desarrollo del país.
PRD
El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) surgió como una fuerza renovadora con una fuerte base socialdemócrata, convirtiéndose en el primer gran partido de masas en la era democrática dominicana. Sin embargo, su burocratización y la concentración del poder en liderazgos autoritarios llevaron a múltiples divisiones.
La salida de Juan Bosch en 1973, para fundar el PLD, marcó el inicio de una serie de fragmentaciones que continuarían con la creación del PRM en 2014. La pérdida de flexibilidad interna y la lucha por el control de recursos fueron factores clave en su debilitamiento. Este proceso ilustra cómo un partido que inicialmente representaba una alternativa democrática puede sucumbir a las dinámicas de poder interno y perder su capacidad de representación efectiva..
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) nació con una estructura de cuadros y un enfoque en la formación ideológica. Sin embargo, su prolongada permanencia en el poder lo transformó en una maquinaria electoral con una fuerte dependencia del Estado.
Durante los gobiernos de Leonel Fernández, el control centralizado generó tensiones internas que se agudizaron con la disputa entre Fernández y Danilo Medina. La salida de Fernández en 2019 para formar la Fuerza del Pueblo (FP) evidenció la crisis interna del PLD, cuya estructura burocratizada ya no podía contener las diferencias ideológicas y de poder.
Este caso demuestra cómo la concentración del poder y la falta de renovación pueden llevar a la fragmentación incluso en partidos que inicialmente tenían una fuerte cohesión ideológica.
PRM
El Partido Revolucionario Moderno (PRM) nació de una ruptura interna en el PRD y, aunque es relativamente joven, ya enfrenta desafíos similares a sus predecesores. Su rápido ascenso al poder en 2020 ha generado tensiones internas relacionadas con la distribución de cargos y el clientelismo.
Además, la falta de cohesión ideológica, resultado de su origen fragmentario, amenaza con llevarlo por el mismo camino de burocratización y división. Si no logra adaptarse y renovar sus estructuras, podría repetir el ciclo de ascenso y fragmentación observado en el PRD y el PLD. El desafío para el PRM es mantener su unidad y evitar caer en las trampas de la burocratización excesiva que han afectado a otros partidos dominicanos.
La burocratización y la fragmentación en los partidos políticos dominicanos responden a factores estructurales y culturales. La centralización del poder en liderazgos carismáticos, la dependencia del Estado como fuente de recursos y la ausencia de democracia interna han contribuido a la rigidez de sus estructuras.
Además, el sistema electoral y la cultura política clientelista han incentivado la formación de facciones y el transfuguismo, debilitando la cohesión partidaria. Estos factores perpetúan un ciclo de fragmentación que afecta la estabilidad del sistema político dominicano. La combinación de estos elementos crea un entorno propicio para la división y la volatilidad política, dificultando la consolidación de partidos fuertes y representativos.
Para romper el ciclo de burocratización y fragmentación, los partidos políticos en la República Dominicana deben implementar reformas profundas. Fortalecer la democracia interna mediante elecciones transparentes y participativas es fundamental.
También es necesario promover la renovación constante del liderazgo para evitar la perpetuación de caudillos. Además, separar el partido del aparato estatal reduciría el clientelismo y fomentaría un enfoque más programático. Estas reformas podrían crear estructuras partidarias más flexibles y adaptables a los cambios sociales.
La implementación de mecanismos de rendición de cuentas y la promoción de una cultura política basada en ideas y programas, más que en personalidades, son pasos cruciales para superar la tendencia a la fragmentación.
El sistema electoral en la República Dominicana también necesita reformas para evitar la fragmentación partidaria. La creación de incentivos para la estabilidad, como el fortalecimiento de la lealtad partidaria y la regulación del transfuguismo, podría reducir las divisiones.
Asimismo, implementar mecanismos de financiación pública que promuevan la transparencia y reduzcan la dependencia del clientelismo ayudaría a consolidar partidos más sólidos. Estas reformas son esenciales para fomentar una cultura política basada en programas y no en liderazgos personalistas. La revisión del sistema de representación proporcional y la introducción de umbrales electorales podrían contribuir a reducir la fragmentación excesiva del sistema de partidos.
Si los partidos políticos dominicanos no logran adaptarse y reformarse, es probable que continúen el ciclo de fragmentación y burocratización. La historia del PRD, el PLD y el PRM sugiere que sin democracia interna, renovación de liderazgo y separación del aparato estatal, surgirán nuevos movimientos que repetirán el mismo patrón.
Sin embargo, si se implementan reformas estructurales y se fortalecen las instituciones democráticas, existe la posibilidad de romper este ciclo y construir partidos más sólidos y representativos. El futuro político de la República Dominicana dependerá en gran medida de la capacidad de sus líderes y ciudadanos para promover una cultura política más participativa y programática, que trascienda las dinámicas personalistas y clientelistas que han caracterizado su historia reciente.
La burocracia y la fragmentación han marcado la historia política de la República Dominicana, afectando a sus principales partidos. El PRD, el PLD y el PRM han experimentado este ciclo, debilitando su capacidad de movilización y adaptación.
La solución requiere un enfoque integral que combine democracia interna, renovación de liderazgo, separación del partido y el Estado, y reformas al sistema electoral. Solo así se podrá consolidar un sistema partidario estable y representativo en la República Dominicana y evitar la repetición del ciclo de ascenso y fragmentación.
El desafío es grande, pero la renovación del sistema político es esencial para fortalecer la democracia y promover un desarrollo sostenible e inclusivo en el país.
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