El ruido y la superficialidad en la sociedad

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El autor es comunicador. Reside en Nueva York

POR LUIS M. GUZMAN 

En un mundo donde la velocidad de la información y la superficialidad parecen dominar las interacciones sociales y profesionales, la metáfora de ‘la nave superficial y la nave con lastre’ resuena con una claridad inquietante. Una nave que flota en la superficie del agua, sin lastre ni profundidad, y otra que avanza con firmeza y estabilidad, llevada por el peso de su carga.

Esta sencilla imagen nos invita a reflexionar sobre la tendencia creciente de valorar el ruido por encima del contenido, la forma por encima del fondo, y la apariencia por encima del mérito.

Vivimos en una época en la que el impacto inmediato, a menudo vacío de sustancia, parece ser la medida del éxito. Redes sociales, medios de comunicación y dinámicas laborales refuerzan esta tendencia. Las personas con mayor capacidad para brillar a través de su retórica suelen destacar y ocupar espacios de influencia, incluso cuando carecen de la carga de sustancia que da verdadero valor a sus acciones.

Este fenómeno no solo afecta las dinámicas sociales, sino que también perpetúa una cultura en la que el ruido superficial es celebrado y el esfuerzo silencioso queda opacado. Quienes trabajan con compromiso y consistencia suelen ser desplazados o ignorados en favor de aquellos que hacen alarde de cualidades que no poseen realmente.

Como sociedad, corremos el riesgo de perpetuar una estructura que premia la imagen y desincentiva la profundidad, debilitando así los pilares fundamentales de nuestra convivencia y progreso.

En el ámbito educativo, los docentes no solo tienen la responsabilidad de transmitir conocimientos, sino también de formar personas con valores éticos, capacidad crítica y un compromiso genuino con el bienestar colectivo. Sin embargo, la realidad educativa enfrenta un desafío mayúsculo: preparar a los estudiantes para un mundo que parece valorar más las habilidades superficiales que las profundas.

Es una invitación a reflexionar sobre la necesidad de inculcar en los jóvenes la importancia de construir un legado basado en acciones, no en palabras vacías. Este esfuerzo implica enseñarles a valorar el trabajo constante, la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, y el impacto positivo que sus decisiones y esfuerzos pueden tener en la sociedad.

Uno de los puntos más destacados es la crítica a una realidad en la que las personas ‘vacías’ ocupan espacios que deberían pertenecer a quienes realmente tienen algo que aportar.

Desafío doble

Esta observación no es solo un juicio moral, sino un llamado a examinar las estructuras que permiten y fomentan esta dinámica. El desafío es doble: por un lado, debemos ser críticos con estos sistemas y trabajar para transformarlos; por otro, necesitamos educar a las nuevas generaciones para que no se dejen seducir por el ruido vacío y busquen siempre contribuir con sustancia y propósito.

No solo describe una problemática actual, sino que también nos ofrece una guía para superarla. Si bien el ruido y la superficialidad pueden dominar temporalmente, es el peso del esfuerzo, la sustancia y el compromiso lo que realmente mueve el mundo hacia adelante. La tarea de educadores, líderes y ciudadanos críticos es, por tanto, reconocer y celebrar el verdadero mérito, construir espacios donde el contenido prime sobre la apariencia, y formar una sociedad en la que las naves con lastre avancen con estabilidad y profundidad, dejando huellas imborrables en el camino.

La metáfora de la nave superficial y la nave con lastre nos recuerda la importancia de valorar la sustancia sobre la apariencia. Es tiempo de reflexionar y actuar para construir una sociedad que celebre el esfuerzo silencioso y el impacto positivo, asegurando un futuro más sólido y equilibrado para todas las generaciones.

jpm-am

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Eugenio
Eugenio
3 meses hace

El hombre actual sólo le interesa el dinero, los placeres, el poder actuar sin reglas ni responsabilidades, el poder. La base para que una sociedad progrese es la educación, la cual comienza en el hogar, donde se imponen los valores como honestidad, responsabilidad, respeto, orden, entre otros. La escuela debe reforzar dichos valores y agrega el conocimiento académico. Por el otro lado está la iglesia, la cual forma en base al temor a Dios.

Eugenio
Eugenio
3 meses hace
Responder a  Eugenio

La clase política, responsable de trazar las líneas del desarrollo y del bienestar de la sociedad, debe velar porque estas tres instituciones sean sanas y cumplan su rol. Con esto, la sociedad también será sana y buscará el bien común, rechazará todas las cosas vanas que se nos ofrece.

Eugenio
Eugenio
3 meses hace
Responder a  Eugenio

Pero resulta que la humanidad tiene dos enemigos, el comercio y los que ostentan el poder económico y político, porque ellos quieren gente que sólo consuma, que no piense, que sea manipulable. Para ello, buscan destruir la familia confrontando sus integrantes, mantener una escuela que ofrezca una educación ineficaz, e impedir la funcionalidad de la iglesia para que la gente no busque de Dios y su justicia. El hombre actúa de espaldas a Dios, lo que lo hace indolente, insensible, avaro, inhumano.