Controversia sobre verdadera naturaleza programas USAID
POR ALEJANDRO SANTOS
El reciente debate en torno a la USAID, impulsado por el gobierno de EE. UU., ha puesto en evidencia su posible participación encubierta en el diseño y ejecución de ciertos programas, proyectos y actividades. Esto ha llevado a cuestionamientos sobre si su presencia en diversos países realmente genera beneficios o, por el contrario, responde a intereses estratégicos ajenos a las naciones donde opera.
Actualmente, se lleva a cabo una investigación sobre el rol de la USAID. Su principal objetivo debe ser esclarecer las verdaderas intenciones detrás de sus acciones y determinar si existen intereses ocultos que puedan perjudicar a los países en los que interviene.
Se ha documentado la participación activa de la USAID en procesos políticos, con casos destacados en Venezuela, Cuba, Nicaragua y otras naciones. Además, se le ha acusado de ejecutar acciones desestabilizadoras e incluso de intervenir en el derrocamiento de gobiernos, desempeñando un papel similar al atribuido a la CIA.
Estas acusaciones, junto con señalamientos de favorecer intereses empresariales estadounidenses y promover una agenda ideológica, han afectado gravemente la imagen de la agencia. A lo largo de los años, sus acciones han generado desconfianza, y el gobierno del presidente Donald Trump ha llegado a calificarla como una agencia corrupta que financia medios de comunicación y periodistas para influir en la opinión pública.
Haitianización
En el contexto dominicano, es crucial determinar si los programas y acciones de la USAID han tenido como objetivo una supuesta “haitianización” de la sociedad. Los dominicanos tenemos el derecho de conocer con certeza si existe una agenda oculta que impacte la identidad nacional y la soberanía del país.
El debate no debe centrarse en si determinados periodistas han recibido financiamiento, sino en analizar las intenciones y el alcance real de la USAID. Especialmente, es fundamental evaluar si su influencia ha implicado manipulaciones en contra de los valores familiares y la cultura dominicana.
No se trata de emprender una cacería contra personas con el fin de dañar reputaciones por morbo o venganza política. La verdadera preocupación debe ser esclarecer el nivel de participación de la USAID en la República Dominicana y los efectos de sus programas en la sociedad.
Dado que la USAID ha invertido millones de dólares en el país, es legítimo cuestionar si esos fondos han sido utilizados con transparencia o si, por el contrario, han servido para promover intereses ajenos a la nación.
Finalmente, tampoco es correcto descalificar el debate ni acusar a quienes abordan el tema de actuar por intereses partidistas. Así como no se debe señalar irresponsablemente a periodistas, tampoco es justo desacreditar a quienes expresan inquietudes legítimas sobre el papel de la USAID en RD.
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