No hay marcha atrás: El pueblo exige justicia!
Escrita en el Siglo de Oro de la literatura española, la obra de López de Vega titulda «Fuenteovejuna» (1619) se basa en un intertexto histórico, ocurrido en el pueblo de Córdoba (Fuente Obejuna).
La acción teatral gira en torno a un comendador abusivo, y como la comarca, cansada de los atropellos y flagelos de este, en forma colectiva, toma la justicia en sus manos, y se levanta contra los abusos.
El mensaje es simple: Cuando el pueblo se solidariza y habla con una sola voz, no hay mal que no pueda ser eliminado ni agravio que pueda quedar impune.
Actualmente en nuestro país el pueblo se ha solidarizado de que se condene, y se castiguen los miembros de las pasadas administraciones que violaron las leyes.
No hay vuelta atrás. El pueblo hoy habla con una sola voz, y la promesa que se le hizo en campaña, debe ser cumplida por el nuevo gobierno; de no ser así es casi seguro que los ciudadanos estarían por cuatro años en rebeldía contra el nuevo presidente.
Ahora bien, en el proceso investigativo —para cumplir la meta de saneamiento, haciendo que este flagelo desaparezca (o sea minimizado)– hay detalles que pueden ser mejorados.
En cuanto al asunto de darle seguimientos a los casos investigados, esto debería ser de un modo más silencioso, con menos ruido, o mucho menos sonido. Luis Abinader debe establecer una regla, que todo aquel que encuentre desfalco en una administración o cargo, que mantenga sigilo y que pase la información a la autoridad encargada; debería pedirles que se abstengan de salir en los medios, formulando comentarios de casos que están siendo investigados.
Como resultado se haría más fácil el proceso de recolectar evidencia, allanando de sorpresa a los distintos individuos, buscando cualquier tipo de información o detalle que le puede servir a la justicia para ganar el proceso jurídico (llamadas, cuentas bancarias, movimiento de divisas, viajes, asociaciones sospechosas, lavado de activos, evasión de impuestos, falsificación de datos, etc). Este proceso debe ejecutarse antes que la evidencia se destruyan o desaparezcan por la falta del silencioso que no se observó en esa etapa de la investigación.
Similarmente, cuando se actúa con discreción se le daría menos espacio a la crítica para que hable y planee su contra ataque, o para que trate de que se precipite el proceso con tan solo la esperanza de que se comentan errores judiciales, y los casos se pierdan por violación de reglamentos.
Luis Abinader no tiene otra alternativa que la de solidarizarse con los intereses del bien nacional.
Danilo Medina, una vez hablando, le preguntaba a un periodista: «De qué corrupción Ud. me está hablando? Dígame cuál corrupción hay en el estado dominicano?» Ante el ojo crítico de la nación, los políticos salientes quedaron al desnudo y el pueblo se ha unido exclamando justicia y transparencia. Al PRM el pueblo lo ha puesto ahí para que actúe en defensa de la conciencia pública.
De este modo, como en aquella obra clásica de teatro que citamos al inicio de este escrito, «Fuenteovejuna», el pueblo dominicano está unido en solidaridad para que se cumpla con el pedido, y que no se dé marcha atrás: Se quiere justicia, castigo, y recuperación de los bienes substraídos. Y Luis Abinader tiene que solidarizarse con los intereses de quienes lo llevaron al poder: el pueblo.
JPM