XXXIV Conferencia Internacional para el Control de Drogas

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EL AUTOR es sicólogo y director ejecutivo de Casa Abierta. Reside en Santo Domingo.

 

Por JUAN RADHAMES DE LA ROSA HIDALGO

 

El presidente Danilo Medina ha vuelto a tocar el tema de las drogas, esta vez en el marco de la  XXXIV Conferencia Internacional para el Control de Drogas, celebrada en Punta Cana. Esta Conferencia de organismos represivos es solo más de lo mismo. Para ser coherente debió partir de  una autocrítica y cambio de rumbo,  ante los resultados de evidente fracaso de un modelo unilateral basado en el miedo y la fuerza.

Un modelo que parte de estereotipos, mitos, discriminaciones, violaciones de derechos…., y que se ha corrompido de forma vergonzosa.

 

El discurso presidencial se dedica luego a mostrar lo que el país ha realizado en materia de control, las grandes inversiones de recursos y tecnología, pero no puede hablar de los resultados positivos de esas políticas. Es más que evidente que la política dominicana contra las drogas es una de las más atrasadas del Continente. Por violatoria de los derechos de las personas usuarias encarceladas injustamente, por la falta de estrategias preventivas, y por la ausencia de un modelo de atención inclusivo para las personas que lo necesitan.

 

Insiste el presidente Medina en el superado concepto  de países productores y países consumidores, apelando (¿ingenuamente?), a que los últimos pongan coto al consumo.  Esta es una perspectiva que oculta la realidad de que el  llamado “Narcotráfico”, es en realidad  un gran negocio transnacional en el que la mercancía son las  drogas.

Y que las drogas son   demandadas en todas las sociedades, generando un negocio, que vanamente se ha pretendido controlar por medio de las prohibiciones. Este negocio es hoy más poderoso que cualquier Estado, por lo que es poco inteligente insistir en estas políticas ultrarepresivas. Los datos citados por el presidente son la mejor evidencia de esto, a pesar de todas las inversiones que se han hecho a estos fines.

 

Desde la perspectiva que habla el presidente Medina se oculta que hoy todos los territorios son de consumo y de tránsito, independientemente de que sea productor o no.  Habla el presidente de “conflicto global”, “crimen organizado”,  “solución multinacional”, “amenaza la integridad institucional, “seguridad de los ciudadanos”, conceptos todos de la perspectiva de reducción de oferta, represión, control, o lo que es lo mismo el llamado “combate al narcotráfico”.

 

Sostiene el ciudadano presidente que “para algunos países, con alto nivel de consumo, este es principalmente un problema de salud pública”. Pero lo cierto es que los consumos cuando son problemáticos son problemas de salud pública en todas las sociedades, sin importar su nivel de consumo.

No hay en el discurso presidencial preocupación por la salud, la dignidad, el respeto a los derechos de las personas usuarias de drogas. No se logra establecer que solo seremos exitosos con  la definición  estratégica de una política integral, que combine en un diálogo permanente las políticas de reducción de oferta, con las de reducción de demanda.

 

Refiriéndose a las personas deportadas de los Estados Unidos, afirma el presidente que “un alto porcentaje de ellos continuarán en actividades ilegales e incluso contribuirán a fortalecer las redes internacionales del crimen”. La realidad sin embargo es muy diferente.

Un estudio  (2013), de la American Civil Liberties Union (ACLU), acerca de las personas deportadas de los EE.UU., puso en evidencia que el 83 % de los deportados en 2013 no tuvieron una audiencia judicial,  ni vieron a un juez de inmigración. Se trata entonces, afirma  el estudio,  de   “deportaciones sumarias”, donde “los afectados son coaccionados para que firmen formularios que quizás no comprenden y amenazados y mentidos sobre sus derechos”.

Otro estudio realizado por el Observatorio Migrantes del Caribe, encontró que  “la mayoría de deportados dominicanos no reinciden a la vida criminal”. Según el “Primer Censo de las Prisiones Dominicanas”, el número de encarcelados en prisiones dominicanas que han sido deportados es significativamente bajo. Se menciona un 4%, identificado, y un 6%, que no respondió. Es  una gran injusticia repetir como verdad el mito que se ha creado en torno a las personas que son deportadas de los Estados Unidos.

 

El presidente Medina, que  lamentablemente solo habla de las drogas  en foros internacionales,  también se refirió a la urgencia de “seguir luchando juntos y hacerlo desde múltiples frentes”, a la vez que instó nueva vez  a la comunidad internacional a “ser audaces” en la búsqueda de soluciones y a explorar nuevos modelos, si los actuales se muestran insuficientes”.

Hasta ahora, estas posturas  del presidente Medina se han quedado en palabras, pero nos hace mantener la esperanza, pues no es  necesario que otros cambien para hacerlo nosotros. Podemos ser audaces. Podemos explorar nuevos modelos. Podemos buscar soluciones propias, basadas en los derechos, la dignidad y la inclusión de todos y todas.

JPM

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