Veinte policías muertos

 
En la lucha para detener la violencia, los agentes de la policía en muchas ocasiones son las víctimas, son los muertos y los heridos. A veces con el accionar de uniformados que prefieren golpear y después preguntar, olvidamos que en esa institución  también se sufren los estragos de la ola de violencia.
El jefe de la Policía anuncia que unos 20 agentes han muerto en lo que va de año en cumplimiento de su deber, y tratando de enfrentar la ola de violencia. Es una cifra aterradora, si pensamos que esos agentes son los encargados de mantener el orden, y los que enfrentan a los delincuentes.
Los policías también son de carne y de hueso, son humanos, tiene familiares, y con un mísero salario salen a las calles a proteger al ciudadano, sin importar su nivel social.  En más de una ocasión me he preguntado como se puede pensar en una policía del siglo 21 ganando un salario mínimo cercano a  los seis mil pesos mensuales.
La caída de los policías en el cumplimiento del deber es una cara que se mantiene oculta, que muchos ciudadanos no ven, que otros no dan importancia, pero allí están los cuadros estadísticos, y el dolor de las madres, las viudas, los hijos.
Siempre he dicho que en la policía la mayoría de sus agentes son mujeres y hombres cumplidores de su deber y que luchan por no caer en las garras del vicio, de la corrupción,  evitando ensuciar el uniforme y de violar los derechos de los ciudadanos.
Hay que apoyar al policía serio, al esforzado agente que mantiene el orden público por un salario de seis mil pesos, monta en guagua del transporte público, vive en barrio marginado,  sus hijos no tienen leche, van a escuelas públicas, y  sobre todo también se sienten acorralados, aunque sin voz ni voto, por los problemas generales del país.
Ahora bien, hay que depurar a la institución de los gatillos alegres, de los que sienten orgullo en las muertes extrajudiciales, de los que atropellan a los jovenes solo por ser pobres y vivir en barrio, de los que extorsionan, de los que participan en atracos, de los que disparan y después dicen que se confundieron….
Una policía del siglo 21 debe contar con agentes bien pagados, con seguridad social, con capacitación permanente, con promociones de rango de acuerdo al escalafón, pero también que no le tiemble la mano al ejecutivo para dar un sablazo y apartar a las manzanas podridas.
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