¿Valle Nuevo es a sigún?
A veces, parece que las cosas están mal o bien de acuerdo con quien las plantee, y así el temor a enfrentar a ciertos sectores o los puntos en común entre gente que defiende la misma causa, hace que algunos callen aunque no estén de acuerdo con sus métodos.
Quizás es lo mismo que pasa con el Parque Nacional Juan Bautista Pérez Rancier (Valle Nuevo). Todos queremos su preservación, pero otros queremos más, que sea con respeto total a la dignidad humana y no una acción selectiva, que toca a poderosos, pero no a todos.
El ministro de Medio Ambiente, Francisco Domínguez Brito, dijo que le ofreció a los cabezas de las 41 familias “que viven en el lugar en condiciones paupérrimas” trabajar como guardaparques en el Gran Santo Domingo, con un salario mensual de siete mil pesos y que no aceptaron.
Los campesinos, que no entienden la razón de que sea solo ese espacio del parque el que sufra el desalojo, aseguran que no hicieran resistencia si les hubiesen dado otra solución y esperan que las autoridades les acepten la invitación a dialogar el sábado.
A lo mejor les frenó el empezar de cero, los hijos en la escuela y una vida constituida en la zona. Es probable que en la región puedan subsistir con menos penurias y sobre todo, labrar la tierra.
Eso es lo que piden, reubicación que permita seguir el ritmo habitual y que antes les dejen retirar la cosecha, porque después de la intervención han tenido que recurrir a permisos medioambientales.
¿Qué no tienen derecho a dañar esa reserva natural? Es cierto. Pero ya esa no es materia de discusión. Mas, si ellos mismos han afirmado que desean la conservación del área.
Las autoridades deben asumir que es hora de soluciones reales y más que eso, de actuar con la misma energía frente a todos los que contaminan ese pulmón.
Incluye a los potentados con villas suntuosas, de los que el ministro no ha hablado. Tampoco lo han hecho los que respaldan sus acciones en Valle Nuevo. ¿Por qué?.
JPM/of-am