Urgente: redefinir la política gubernamental de agua potable
Desde mediados de los años ‘90 la ciudad de Santo Domingo no sufría una crisis de agua potable tan grave como la que está sufriendo hoy en día, fruto de una larga sequía de siete meses donde las lluvias han sido muy escasas, y en algunas zonas prácticamente nulas, sequía que ha disminuido los caudales en las obras de captación de agua para acueductos. El director de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD), Arq. Alejandro Montás, ha dicho que la ciudad capital está recibiendo 100 millones de galones de agua menos que lo normal, siendo lo normal unos 408 millones de galones de agua por día, para abastecer a poco más de tres millones de habitantes de la capital, lo que indica que el Gran Santo Domingo está recibiendo un 25% menos de agua, mientras la población de la capital crece y demanda más agua. Esa realidad ha llevado al director de la CAASD a tener que coordinar con el director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI), Ing. Olgo Fernández, un cambio en la administración del agua almacenada en la presa de Valdesia, presa desde donde diariamente deben salir seis metros cúbicos por segundo para el acueducto de Santo Domingo y 12 metros cúbicos por segundo para el canal Marcos A. Cabral, pero ante la realidad de que Valdesia hoy está en la cota 135 metros sobre el nivel medio del mar, es decir, unos 23 metros por debajo de su corona, las autoridades han debido racionar el agua para el canal Marcos A. Cabral y priorizar el agua para el consumo humano en el acueducto de Santo Domingo, lo cual es totalmente correcto, mientras dure la crisis. Es evidente que el cambio climático cada año ha de producir veranos más y más calurosos, porque las temperaturas siguen en aumento, y cada año tendremos largas sequías que sólo serán atenuadas por las tormentas tropicales y los huracanes ocasionales, y cuando las lluvias se concentran mayormente en los períodos de fenómenos meteorológicos extremos, los ríos desarrollan dañinas crecidas picos, y los acuíferos (aguas subterráneas) reciben una recarga neta que es mínima comparada con las recargas procedentes de las lluvias uniformemente distribuidas a lo largo de todo el año. Ante esa preocupante realidad se impone el diseño de urgentes estrategias gubernamentales para la captación de cada gota de lluvia que caiga sobre el territorio nacional; la correcta administración de todos los caudales disponibles en las presas, canales de riego y redes de acueductos; la reducción y posterior eliminación de toda fuente de contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, la optimización y el correcto uso de las aguas urbanas, la eliminación de las fugas de agua en las redes y en los hogares, y pagar el justo valor por los servicios de agua para acueductos y para canales de riego, porque aquí todos creemos que el agua eternamente debe ser gratis, no obstante ser el recurso natural de mayor importancia para la vida, y como el agua es gratis nadie le da la debida importancia, porque lo gratis nunca es valorado por los usuarios. Todos los proyectos de presas están detenidos por falta de recursos económicos, excepto la presa de Monte Grande, la cual recibió escasos fondos por las presiones hechas por los senadores de las cinco provincias del Suroeste, lo que indica que la política gubernamental en materia de agua potable requiere una urgente redefinición. Si no prestamos atención a esta grave crisis del agua, en poco tiempo veremos conflictos comunitarios e interprovinciales por acceso al agua.