Una Constitución civilizada en un país de salvajes

 

Quitar del medio a los delincuentes es un tema que, sin lugar a dudas, nos mantendrá divididos y será muy arriesgado el pronunciarse en público sobre el mismo.

Quien lo haga, será tildado por muchos como cavernario, asesino, deshumanizado, tremendista y otros tantos epítetos más.

Y hay que entenderlo al vivir en un país donde las religiones juegan un gran papel y dentro de sus doctrinas esta el salvar las almas y preservar las vidas de los ciudadanos.

Los mismos conceptos de nuestra Constitución y leyes en un país donde la  delincuencia mantiene con los nervios de punta y un temor generalizado a todos los ciudadanos.

Cada día se producen por lo menos cien hechos de violencia y por lo menos unas treinta muertes violentas en atracos cometidos por delincuentes.

Un país donde el delincuente se las arregla para burlar a la autoridad y cometer sus fechorías. Un país donde las leyes permiten dar el mismo trato a ciudadanos honestos que a quienes delinquen.

 En  un país donde le es fácil a cualquier delincuente salir de las cárceles, si es que va, y donde en cualquier sala de audiencia un juez resulta benévolo con ellos.

Ese cuadro de  derechos que favorecen la delincuencia, es que hace que ciudadanos de diversas áreas se pronuncien irritados a favor de la pena de muerte contra quienes delinquen.

Ya son muchos los ciudadanos que se han pronunciado en ese sentido, desde legisladores, policías, políticos, y ciudadanos comunes.

Todos han pedido la pena de muerte para los delincuentes, se han pedido modificaciones al actual código procesal penal dominicano, se han  producido pedidos que espantan a muchos.

Dar p’bajo  a los delincuentes, es el grito que ha estado en varios escenarios del país. Legisladores han dejado sentir su irritación debido a lo fácil con que se mata a una persona en nuestro país.

El último de esos legisladores en pronunciarse es el diputado Luisín Jiménez; ya otros lo han hecho y han sido severamente criticados, pero los hechos acaecidos parecen que  producirán un movimiento tendente a esos cambios en la aplicación de medidas contra la delincuencia.

La democracia es un instrumento  que asumen los países que quieren vivir en armonía con las enseñanzas cristianas y quieren dar derechos y deberes a ciudadanos, pero desgraciadamente entre esos ciudadanos están los que delinquen.

Y quienes delinquen, se aferran a esos derechos más que a deberes para cometer todo tipo de tropelías a sabiendas de que las leyes los protegerán como a cualquier ciudadano cuyas acciones son las civilizadas.

Pero así no debemos seguir, se hace urgente un cambio de rumbo en nuestro ordenamiento jurídico, se hacen necesarias leyes severas que detengan a los delincuentes.

Leyes que no sean mal usadas para perjudicar a nadie, leyes que se apliquen debidamente, hasta respetando  derechos, pero enjuiciando severamente a quienes delinquen con tanta frecuencia como ocurre con nuestros delincuentes.

Por eso a la hora de hacer juicio contra quienes en un momento dado nos pronunciemos pidiendo la pena de muerte para los asesinos y delincuentes que de forma alegre quitan la vida a ciudadanos, no nos acusen de extremistas.

Porque al decir verdad es urgente que tomemos medidas drásticas contra quienes delinquen en la República Dominicana.

Es verdad que tenemos una  Constitución civilizada, pero las acciones delictivas nos indican que vivimos en un país  de salvajes y eso no puede continuar de esa forma y serán muchas las voces que se unirán al reclamo de ¡muerte a los delincuentes!.

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