Un viaje por municipios de San Cristóbal

Nada se disfruta más que un viaje cuando en la memoria quedan las imágenes como testimonio emocional que hace decir en momentos, “vale la pena vivir”, aunque en otros instantes lamentemos la pobreza de la gente y la degradación de la naturaleza. Desde los altos  de Dubeau, el paisaje del valle es el canto de la alegría mejor entonado que se puede escuchar, pero desde la tumba del río Yubazo duele ver su lecho vuelto un bagazo.

Pedro Valenzuela, es un amigo de sorprendentes condiciones humanas y políticas, de esos que  ya no se ven como aquellas garzas del ayer que en el atardecer solían posarse en las copas de los árboles cercanos al puente del río Haina. De este gentil caballero, -Síndico del Distrito Municipal de Hato Damas- acepté la invitación de hacer un recorrido por municipios de la provincia de San Cristóbal (554 mil 464 habitantes). El provechoso desplazamiento inyectó de energía mi espíritu y me renovó la voluntad como sancristobalense de luchar por mi pueblo.

Pedro, impaciente por mi tardanza al encuentro, me esperó con una sonrisa de enfado disimulada en sus habituales gestos de amabilidad. “¿Hacia dónde vamos?” Cuestioné en tono de disculpa, pero ya su humor había cambiado afectivamente. Me indicó que, “desde su comunidad tomaría la carretera que une al municipio de San Cristóbal de manera directa con Villa Altagracia”. Un sonido molestoso me indicaba que debía ponerme el cinturón. En el trayecto se aprecian vistas que entrecogen el alma. Se impone la boscosa vegetación observada como una película por los cristales del vehículo.

¡Oh Dios! Es una de tantas exclamaciones que expulsa el corazón cuando la belleza de lo contemplado nos expresa, “mira y calla”. Mas todo no es color de rosa. “¿Qué río es ese?”, pregunté asombrado por su débil cauce. “Es el Haina”, contestó Pedro, también asombrado. Ambos hicimos silencio como si mutuamente pensáramos, “¡qué pena! Ya habían transcurrido 30 minutos de viaje cuando de repente aparece el pueblo de Villa Altagracia (84 mil 312 habitantes) y fue el lugar de nuestra primera parada.

El “Villa” de Sergio Vargas, parece correr hacia Bonao, pues la carretera por la que arribamos lo une a San Cristóbal pero no lo vincula. Ese pasado vivo en el presente debe superarse. En su moderno Palacio Municipal, mi amigo dejó varias comunicaciones y la marcha continuó por la autopista Duarte rumbo al municipio de Bajos de Haina (124 mil 123 personas).

Luego, al pasar el peaje tomamos la recién inaugurada autopista de circunvalación, una vía que provoca la sensación de que se circula en uno de las carreteras estadounidenses y donde el paisaje es igualmente hermoso. “Leonel este país está avanzado”, me inquirió Pedro conocedor de mis críticas.

Admití la observación, pero mi imaginación volaba entre las montañas que se veían. La ciudad de Haina se mostró entre el bullicio de los motores. Haina como siempre de frente a la capital y de espalda a San Cristóbal. Esta es otra situación que debe cambiar. Después de entregar sus cartas Pedro me anunció que visitaríamos el municipio de San Gregorio de Nigua (30 mil 268, su población), donde prontamente llegamos. Nueva vez Pedro Valenzuela dejó par de misivas en otro imponente Palacio Municipal que dignifica las funciones edilicias de ese cabildo.

Noté que en Haina y Nigua (154 mil 80 habitantes entre ambas) la industrialización se ha metido dentro de las casas o que las casas están al interior de las industrias, en una competencia por definir quién deberá marcharse con el tiempo. Mientras tanto, el aire se respira pesado, aunque un tanto alivianado por las brisas del cercano mar Caribe. Como quitados de bulla, pero embullao, muchas parejas bailan con destreza y arte los ritmos de salsa o bachata en bares y colmados.

La ruta prosiguió por la vía que hace llegar desde Nigua a la playa de Najayo, bordeando la inmensa finca experimental de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, un terreno que es una invitación a soñar despierto. El mar se mostró bravo y limpio en Najayo, como recordando que la provincia es un polo turístico mil veces anunciado pero que nunca ha arrancado. Una extensa recta nos hizo llegar a Sabana Grande de Palenque (15 mil 466 personas). En esta ocasión entregamos sendas correspondencias en el local del Palacio Municipal, otra moderna construcción.

En camino al municipio de Yaguate, Pedro detuvo la marcha de su camioneta al borde de la montaña en los altos de Dubeau, al fondo un valle cuya belleza se aprecia en imágenes increíbles. Dije, “este es el mejor silencio del paisaje, no sé por qué nuestra provincia no explota el turismo ecológico, porque un hotel aquí sería maravilloso”.

Emocionados llegamos al Ayuntamiento del municipio de Yaguate (42 mil 325 habitantes), también con un equipado y moderno Palacio Municipal, Siempre he pensado que esta próspera comunidad debería ser mejor valorada por sus enormes recursos naturales y su producción agrícola.

El viaje continuó rumbo a Cambita Garabitos, lugar con especiales atractivos que elevan el orgullo provincial. El final del periplo fue el Ayuntamiento del municipio cabecera de San Cristóbal (232 mil 769 habitantes) pero que parece no tener cabeza que lo dirija. Se entregaron las correspondencias de los próximos Juegos Provinciales a celebrarse a finales de abril del presente año. Una oportunidad para hermanar la provincia en una visión de conjunto y en búsqueda de objetivos comunes.

La región tiene potencialidades inigualables. Ojalá en los meses por venir, la sensatez pese más que la competencia entre partidos políticos, porque San Cristóbal se merece un mejor futuro.

 

 

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