Un país fuera de control
Escuché con mucha atención el discurso pronunciado en Barahona por el Ministro de Educación de la RD, Lic. Carlos Amarante Baret, en el acto inaugural de 14 escuelas y liceos celebrado el jueves, 10 de julio de este año. En el mismo, el citado funcionario gubernamental, con mucha franqueza, expuso que existe una diferencia abismal entre la educación pública y la privada. En su emotiva alocución el Ministro de Educación explicó que objetivo esencial de la gestión gubernamental del Presidente Medina es ofertar una educación pública de calidad que contribuya a romper el círculo vicioso de reproducir generación tras generación las condiciones pobreza y extrema pobreza que se vive en la RD. Favorecemos, abiertamente, las inversiones que el Gobierno Dominicano está haciendo en el área educativa, siempre y cuando las mismas sean de calidad y que se hagan atendiendo a los criterios de prioridad y racionalidad que requiere el País. Si le echamos un vistazo somero a todo lo que acontece a diario en la República Dominicana y lo conectamos con los esfuerzos que realiza el Gobierno Dominicano por mejorar la calidad de la educación nacional, podremos colegir que necesitaríamos por lo menos 100 años o más para poder decir con orgullo que somos una nación civilizada. Figúrense, imagínense, que faltan 22 meses y unos días para las próximas elecciones la mayoría de nuestros dirigentes en vez de estar buscándole soluciones a los problemas nacionales, en un alto porcentaje, están imbuidos en sus aspiraciones, sin tomar en cuenta, para nada, que este es un país que se está cayendo a pedazos. Puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que este es un país fuera de control, puesto que la debilidad de nuestras instituciones es tan evidente que es imposible de negar. El ejemplo más palpable lo tenemos en el área de la justicia, ya que la misma se ha convertido en un mercadito cualquiera, donde la compra y venta de sentencias están a la orden del día. ¿Alguien puede decir lo contrario? De acuerdo a investigaciones internacionales realizadas, la RD está en los primeros lugares de los países más violentos del mundo y en muertos y heridos en accidentes de tránsito estamos a la vanguardia en América Latina. Lo ocurrido en Paya, Baní, hace unos días, nos dice por donde va la cosa en la educación vial. Si nos vamos al campo de salud y la entrelazamos con los niveles de educación que posee la población, fácilmente nos daremos cuenta que la chikungunya ha puesto al desnudo la fragilidad de nuestro sistema sanitario, pues, los focos de reproducción del mosquito, vector de este poderoso virus, se encuentran a la vuelta de la esquina de cada paraje, sección o municipio. De ahí que, mientras en otros países del área los casos son unos pocos, acá se cuentan por decenas de miles y a futuro próximo serán millones. Las aguas estancadas en cañadas, recipientes abandonados; como latas, neumáticos viejos y todo tipo de cacharros, nos hacen ver, claramente, que estamos muy rezagados en la organización urbanística y en las medidas preventivas para garantizar una salud adecuada a la población. Por otra parte, no nos damos cuenta o no queremos darnos cuenta que el tráfico de drogas, el sicariato, la violencia en nuestras calles, la corrupción y su hermana gemela, la impunidad, así como otros males sociales han puesto de rodillas a la población dominicana. El que no sabe esto es porque vive en otro país o quiere tapar el sol con un dedo. Pienso, que hay que sentar las bases para la estructuración de nueva sociedad y la educación es el camino correcto. No importa que nos dilatemos 100 años, como he dicho, lo esencial es comenzar a organizar este País y esa es la tarea que tiene por delante nuestra generación. elegidoprimero@hotmail.com