Un joven abuelo con la dicha y la felicidad quintuplicada

 

 Para cualquier padre del mundo existen dos momentos de enorme trascendencia en sus vidas: El primero es cuando nacen sus hijos, y el segundo es cuando nacen sus nietos.

La Biblia, fuente de toda la sabiduría y bendición de los seres humanos,  de manera muy acertada dice en Proverbios 17:6 que “el orgullo de los hijos son sus padres” y que “corona de los abuelos son sus nietos”.

 

Y esa es una gran verdad: Los nietos son hermosas y aleccionadoras coronas de amor y bendición de Dios para todos nosotros los abuelos. Y lo digo hoy lleno de una profunda alegría porque a través de mi hija menor Cheizi, que vive en Inglaterra junto a su esposo Chris, Dios me ha bendecido con dos nuevas coronas, dos nuevos nietos, Oscar Wolfang y Pablo Heinrich. Ellos se suman a las tres coronas que me ha dado mi hija mayor Amelia: Ianna Amelie, Juan Fernando e Isabella Amelie.

 

Soy un alegre abuelo con una bendición quintuplicada. Son cinco hermosas flores que le dan un perfume especial de vida y esperanza a mi existencia, a la relación de amor con mi esposa Zinayda y a todo mi entorno familiar. Un nieto es una especie de vía para renacer, y un retomar de muchos de los momentos de felicidad que habíamos olvidado o que hace tiempo no disfrutamos.

 

Soy un joven abuelo con la dicha y la felicidad quintuplicada. Mis tres primeras coronas (Ianna, Juanfer e Isabella) nacieron en la República Dominicana, una país “colocado en el mismo trayecto del sol”, una país hermoso y cariñoso, un país que, pese a los múltiples problemas que tiene, sigue siendo uno de los mejores lugares del mundo para vivir, un país cuna de dos de los mejores ritmos del mundo, el merengue y la bachata, un país que tiene como Padre de la Patria a Juan Pablo Duarte, un hombre íntegro, ejemplar y un modelo a imitar por siempre, tierra de Las Hermanas Mirabal, de Juan Bosch, de Pedro Henriquez Ureña, de Juan Luis Guerra, en fin, un país lleno de la bendición y del cuidado del Dios Todopoderoso, Creador del Universo. 

 

Mis dos nuevas coronas (Oscar y Pablo) nacieron en Inglaterra, un país con una larga y hermosa historia de impulso, desarrollo y creatividad, cuna de la Revolución Industrial, Madre Patria de los Estados Unidos, cuna del idioma inglés y de la iglesia anglicana, terruño de William Shakespeare, el más grande escritor de la lengua inglesa, y de Winston Churchil, uno de los líderes políticos más trascendentes del mundo, y de Los Beatles, el grupo musical que revolucionó el planeta en la década de los 60, la tierra de Charles Darwin, de Isaac Newton, de Oscar Wilde, y del inmenso y extraordinario Charles Chaplin, en fin, tierra también bendecida y cuidada por Dios.

 

Solo me resta pedirle a nuestro Dios grande, poderoso y misericordioso, que tanto Oscar como Pablo, sean amorosamente bienvenidos a este mundo y permita que ellos crezcan y se desarrollen en amor, en solidaridad, en capacidad de perdonar, siempre haciendo el bien, y buscando y ejercitando la solidaridad y la justicia. Y entiendan, desde pequeños, que el sentido verdadero de nuestra existencia está en tener a Jesús en nuestros corazones y actuar cada día como él nos enseñó con su ejemplo. Bienvenidos, Oscar y Pablo, lindas coronas de su abuelo. 

euricabral07@gmail.com 

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Tranquilo-Quieto
Tranquilo-Quieto
6 Años hace

Euri, parece que este artículo te lo escribió un colega. Lo digo porque en el (en el artículo), no alabaste de ninguna forma la figura de Danilo Medina. Como que está raro eso? O fue que no te depositaron lo de esta semana en tu cuenta de banco?