Un candidato “outsider” y el PRSC
Por EDDY PEREYRA ARIZA
Los partidos de oposición del país tendrán que contemplar, como alternativa electoral, la postulación de un candidato “outsider” o persona fuera del sistema político que le permita competir con la menor crispación posible y con la mayor solidez electoral en la contienda del año 2020.
“Outsider” es un anglicismo. Vendría a ser una especie de transgresor a las formas habituales de hacer política. Normalmente quien lo representa rompe la creciente homogeneidad del discurso político, ofreciendo opciones menos tradicionales que representen el descontento social con idea de cambio. Está llamado a introducir mayores espacios de conexión y distribución social, tras estar menos comprometido con intereses políticos particulares.
El país está tomando un tinte político distinto. Los ciudadanos no se sienten representados por el sistema político partidario y sus métodos tradicionales. Casi en su totalidad, no le trasmite confianza y honestidad.
Sin grandes propuestas, sus élites mantienen un fuerte autoritarismo, concentración de poder, poco apoyo a sus miembros ni posibilidades de formación y desarrollo. Las relaciones políticas están marcadas por lo individual que se impone sobre lo social. La gente, aunque está reacia a asumir su autonomía, sigue perdiendo entusiasmo.
Por esto, el candidato “outsider”, que puede ser antisistema, independiente o al margen de la política, tiende a generar simpatía y conceder esperanza. Aunque también confrontación con los partidos establecidos, porque, por lo general, no tiene una socialización política. Tendría que aumentar su capacidad de negociar y ofrecer el poder de su pasión.
EL PRSC
Actuar en la exploración del terreno de presentar a un autsider, no le asentaría mal al Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) que, sin detallar las causas que lo han estado quebrantando, puede remarcar la experiencia del exitoso caso de 1986, cuando su candidato presidencial, el doctor Joaquín Balaguer, escogió a un “outsider” como compañero de boleta, al ingeniero Carlos Morales Troncoso, y ganó las elecciones.
Por suerte, debido a que la Ley Electoral le otorga el derecho exclusivo a los partidos reconocidos a nominar candidatos a puestos electivos, las agrupaciones políticas como el reformista, están en condiciones de estudiar las posibilidades de nominar personas que tengan buena imagen pública, con probada capacidad gerencial, que estén en condiciones de introducir ese estilo como bandera electoral, en la promesa de seguir siendo luchadores incansables que “solucionarían todos los problemas” elevando el bienestar social.
Singularmente, se trata de líderes en sus áreas, sin estar relacionados con el paternalismo del Estado.
Entonces, bien le haría al PRSC y a otros partidos, iniciar un diálogo a tiempo, con personas como Juan Vicini, Frank Rainieri, Juan Ramón Gómez Díaz, Mercedes Ramos, Servio Tulio Castaños o jóvenes como Robertico Salcedo, Rafaelina Peralta, Rafael Paz o como el actor y comediante, Reymond Pozo, la figura de mayor popularidad virtual del país, entre otros, que tienen afianzado reconocimiento personal o mediático.
Estos ciudadanos, en su mayoría, se han mantenido al margen de la conflictiva actividad partidaria, lo cual le permite tener niveles bajos de rechazo; entronizan el entusiasmo de ser diferentes, pueden actuar con mayor credibilidad y son marcas que están en capacidad de inspirar la construcción de un nuevo sueño.
Todavía al PRSC le quedan las simbologías de la bandera colora; su obra de gobierno, que la venden muy poco y el balaguerismo, que no deja de ser el sentimiento de una generación y de una casta social excluida, diseminada en todo el territorio nacional.
DEBILIDADES
Con esta mención del candidato “outsider”, pretendo entregar la observación de que hay debilidades en la lucha por el poder, que ésta debe ser más competitiva y más equilibrada, para fortalecer la institución que se llama. Democracia, que aunque debilidad institucional y muchos cuestionan con vehemencia la práctica de sus valores, aún creemos que es perfectible, que no ha colapsado. Que todavía puede oír, a los que no han sido escuchados. Y que no debe ser derrotada.
De todo modo, ante el déficit de la cohesión electoral de los partidos opositores o sus eclipsadas competencias internas a que nos tienen acostumbrado, se podría estar reforzando la idea en las mentes y los planes de importantes sectores sociales e individualidades, el surgimiento de un sorpresivo candidato “outsider”, como repuesta a la necesidad que tenemos de vivir una nueva y mejor historia.
JPM