Trágicas consideraciones sobre el suicidio (3)
En investigaciones recientes se han establecido estrechas relaciones entre la neuroinflamación y diversos factores de inflamación sistémica leve asociadas a enfermedades metabólicas como factores moduladores de la conducta suicida.
Trastornos del sueño como el insomnio o la apnea del sueño son también factores de riesgo para depresión y suicidio. En ciertos casos, los trastornos del sueño pueden ser un factor de riesgo independiente para la depresión.
Otras condiciones médicas pueden presentarse con síntomas similares a los trastornos del estado de ánimo, incluyendo el hipertiroidismo, el Alzheimer, los tumores cerebrales, el lupus eritematoso sistémico y efectos adversos de ciertos fármacos (como beta bloqueador y esteroides).
En situaciones extenuantes, el suicidio puede ser empleado como un método de escape. Tal fue el caso de algunos presos de los campos de concentración nazis, que se suicidaron al tocar las vallas electrificadas.
Algunos estados psicológicos pueden incrementar el riesgo de suicidio, como las ideas de minusvalía y desesperanza, depresión y ansiedad. Influye también una pobre capacidad de resolver problemas, pérdida de capacidades que antaño se tenían y poco control de los impulsos. En adultos mayores, es importante la percepción de ser una carga para otras personas.
El suicidio producto de una “pobre integración a la sociedad” se denomina “suicidio egoísta”. Algunas personas optan por el suicidio para escapar de situaciones como el acoso escolar o el prejuicio. Personas que nunca se han casado tienen un riesgo mayor de suicidio. El ser religioso puede reducirlo.
Un historial de abuso sexual infantil y de acogidas temporales son también factores de riesgo. Se cree que el abuso sexual contribuye con alrededor del 20 % del riesgo total. La pobreza también se relaciona.
Cerca de 200 000 granjeros en la India se suicidaron desde 1997 debido, en parte, a problemas financieros. En China, el suicidio es tres veces mayor en las regiones rurales. Se cree que es debido, parcialmente, a las dificultades económicas en estas áreas del país. La reeducación de la pobreza parece confirmar la importancia de este factor y su relación con el número de suicidios.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, los problemas mentales, la ingesta excesiva de alcohol y el suicidio se incrementa durante las recesiones económicas. El suicidio es más común en zonas de alta carencia socioeconómica, fragmentación social y desempleo, por lo que la protección social es fundamental para paliar la aparición de problemas mentales durante las crisis económicas.
Un factor psicosocial que agranda el riesgo de suicidio es la soledad. Un problema muy dilatado en las sociedades modernas. Esta circunstancia se da en personas mayores, así como en personas separadas o divorciadas. Estas últimas presentan un riesgo de suicidio mayor que el porcentaje de suicidios multiplica por 2,4 el de los hombres casados, y tienen hasta ocho veces más posibilidades de quitarse la vida que las mujeres divorciadas.
También los medios de comunicación, como Internet, son importantes factores de riesgo. La forma en que se describe el suicidio, con una preminente y repetitiva cobertura de alto volumen que lo glorifica e idealiza, tiene un efecto negativo.
Lo antedicho desempeña el denominado efecto Werther, que toma su nombre del protagonista de la novela Las penas del joven Werther de Johan Wolfgang Von Goethe, cuyo suicidio fue emulado por varios admiradores del libro. El riesgo es mayor en adolescentes, que pueden tender a idealizar la muerte.
Por último, en su obra El mito de Sísifo el escritor francés Albert Camus sostiene que el suicidio es rendirse ante el absurdo de la vida, siendo el único problema filosófico verdaderamente serio e infausto.
jpm-am