EL AUTOR es abogado. Reside en Santo Domingo.
POR JORGE FELIZ PACHECO
Las batallas psicológicas son las llamadas guerras de cuarta generación o guerras sin armas. En estas se emplean los medios de comunicación, las redes sociales, para campañas negativas y una vulgar manipulación de la información.
Tienen como objetivo principal direccionar la percepción de las masas a una conducta determinada. Con ellas se busca desmoralizar y generar el rechazo de las personas hacia una nación, un líder, o una organización pública o privada.
Pudiésemos decir que buscan aplastar y desaparecer moralmente al objetivo, creándole un clima mental de incertidumbre, conduciéndolo a una etapa de desorientación, temor, impotencia, pesimismo, desaliento, aislamiento y tristeza, tratando de arrastrarlo hacia la derrota y a un fatídico aniquilamiento moral, a sabiendas de que la muerte moral es peor que la muerte física.
El destacado catedrático Manuel Castells, en su libro ¨Comunicación y Poder¨, explica sobre la desaparición de la confianza pública y la crisis de legitimidad política. En su obra expone como poco a poco, se ha puesto de manifiesto un profundo malestar que refleja la insatisfacción socioeconómica de los pueblos y su desencanto frente a los sistemas políticos de cada uno de éstos.
Cada vez más una cantidad considerable de ciudadanos del mundo desconfían de sus gobiernos, desprecia a los políticos, a los partidos, y piensan que estos no los representan. Convertido en indignación el rechazo por la política, millones de ciudadanos alrededor de todo el mundo se han lanzado a ocupar calles y plazas, con eco resonante en los medios de comunicación y redes sociales.
En el caso de Latinoamérica, atendiendo a la diversidad de costumbres y a la combinación de pensamientos e ideologías, los únicos esquemas de guerras psicológicas que obtienen éxito son el bluff y la desinformación.
Un ejemplo de lo anterior es el uso de la psicología colectiva a través de la manipulación de las masas, proyectando casos de corrupción, riquezas ilícitas, el showbizz de funcionarios ostentando sus bienes, la inseguridad ciudadana acompañada de espeluznantes casos, la caída económica y el déficit del país, etc. Todo esto obviamente provoca molestias, rechazo hacia el gobierno de turno, partido político o hacia un líder y/o mandatario de una nación.
En nuestra región históricamente estas guerras han servido para acorralar a líderes políticos. Las balas que reciben las víctimas siempre van dirigidas a su integridad, a sus valores, a la destrucción moral de sus allegados. Este método ha sido efectivo para aislar entes valiosos en toda Latinoamérica, y nuestro país no ha escapado a estos embates.
Muchas han sido las figuras dentro del ámbito político, han debido someterse a la autocensura y a la desaparición del escenario social y político. Entonces; ¿Quiénes pueden soportar estas guerras psicológicas? Evidentemente, solo aquellos que bajo el manto de la entereza, el respaldo popular y el sacrificio, deciden esperar a que pase la tormenta, apostando al tiempo como canalizador del olvido y manteniéndose con una postura positiva de cara al futuro.
Sin dudas, las guerras psicológicas traen consigo grandes problemas a la sociedad y a la democracia. Con esto doy a entender que si hacemos caso a la guerra psicológica, creamos el ambiente perfecto para que reine el caos, el desorden, la incertidumbre, y la muerte de las ideas valiosas que aportan al desarrollo de nuestra nación, abriéndole el paso al fenómeno de la llamada anti política que hoy está presente en importantes naciones del mundo.
En fin, aún estamos a tiempo para controlar este fenómeno en la República Dominicana. Los jóvenes de nuestro país estamos llamados a preservar el sistema de partidos políticos, esta nueva generación de políticos compartimos la meta de que en el año 2020, se combine experiencia y juventud, ya que el país necesita seguir transformándose positivamente.
¨Les ruego, hermanos, que se cuiden de los que causan divisiones y dificultades, y van en contra de los que a ustedes se les ha enseñado. Apártense de ellos¨. Romanos 16:17
No se trata de ganar elecciones se trata de ganarse el corazón de la gente.
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