¡Terror en las calles!

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El autor es abogado y dirigente del PRM. Reside en Santo Domingo

Aunque usted no lo crea, en las oscuras avenidas y los descuidados jardines que circundan el tenebroso Faro a Colón, ahora llueven cadáveres.

 

No pretendo, de ningún modo, alarmar a la ciudadanía con algo tan baladí.  El hecho de que hayan aparecido varios cadáveres en el contorno del colosal monumento balaguerista no es tan grave como para asombrar a la opinión pública.

 

La noticia que estremeció la conciencia nacional, en esta  ensangrentada semana, fue la muerte violenta de la distinguida ciudadana Delcy Miguelina Yapor Concepción, dentro del minibús de transporte escolar que conducía,  a ser alcanzada por un disparo de un ciudadano, que tenía como blanco a un atracador.

 

A pesar de la cantidad de homicidios que se produjeron en el curso de la semana, esta dolorosa muerte, derivada del crimen callejero, con sobrada razón, disparó todas las alarmas de la indignación ciudadana.

 

La ciudad ha sido tomada por la delincuencia, sin ninguna resistencia,  por lo que como canta el venezolano Yordano: “Por estas calles la compasión ya no aparece y la piedad hace rato que se fue de viaje…”.

 

El Estado ha sucumbido ante el crimen, quedando demostrado que, por lo menos en nuestro país, su aplastante poder solo se aplica contra los buenos ciudadanos.

 

A propósito de lo anterior, es conveniente recordar la efectividad aniquiladora de los aparatos represivos del Estado contra los jóvenes que combatieron durante 12 años al régimen autoritario del presidente Joaquín Balaguer. Sin embargo, hoy se muestra impotente para frenar la delincuencia callejera y el crimen organizado.

 

Si Thomas Hobbes, quien concibió un Estado extremadamente poderoso, se encontrara con la desesperada inseguridad que abate al pueblo dominicano, cuyos ciudadanos y ciudadanas no se sienten protegidos ni siquiera en sus propias casas, se vería en la imperiosa necesidad de revisar su obra cumbre, “El Leviatán”.

 

Como se puede observar,  cada día, los ciudadanos dominicanos son aterrorizados por los delincuentes. Entonces, es válido preguntarse, ¿cuál es la diferencia entre el terrorismo que sufren los europeos y el estado de terror por el que atraviesan nuestros ciudadanos a causa de las atracos y los asesinatos que se producen en sus residencias, sus empresas o en las calles de sus ciudades?

 

Contrario a las naciones que viven amenazadas por el terrorismo, en nuestro caso,  las principales causas que provocan la inseguridad son el hambre, el consumo de drogas, el desempleo y la falta de oportunidades, el crecimiento de los cordones de miseria, los embarazos en adolescentes, el narcotráfico y todas las actividades propias del crimen organizado, así como el robo impune de los bienes públicos y la corrupción administrativa.

 

Para poder retomar el control de las calles, el Estado dominicano debe modernizar, capacitar y pagarle sueldos dignos a la Policía Nacional, tecnificar y dotar de los recursos necesarios al Ministerio Público, asumir la seguridad ciudadana como una prioridad fundamental, adoptando políticas públicas que combatan el fenómeno desde su origen.

 

Finalmente, con el fin de recuperar la seguridad ciudadana, el gobierno debe propiciar la celebración de un debate abierto, en el que participen la sociedad civil y los partidos políticos.

jpm

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