Tareas y metas de los reales cristianos

Todo hombre y mujer para ser realmente feliz debe proponerse lograr entrar en el círculo de los amigos de Jesucristo a fin de construir una mejor sociedad y lograr, después de su estadía en este mundo tan frágil y convulsionado, entrar al de la vida eterna, reservado para todos aquellos que tomen el camino que nuestro Mesías y Redentor nos mostró al convertirse en el cordero de la redención de nuestros pecados por medio de su crucifixión. La mejor respuesta para alcanzar esta meta la encontramos en el Evangelio, donde nos expresa: «Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que os mando”; por tanto, si queremos ser sus amigos y formar parte de su reino, debemos cumplir con lo que él nos ha pedid Amarnos unos a otros, como él nos ha amado; rezar y vigilar, ser mansos y humildes de corazón, santos como el Todopoderoso es santo; así como también, aprender a cargar con el yugo que él supo soportar por cada uno de nosotros. Por ello es que para ser amigos de Jesús no es suficiente un amor de meros sentimientos o de simples emociones, hay que amarlo con un amor de entrega, de sacrificio, de fidelidad, en fin, con un amor hecho obras que nos conduzca hacia la santidad por medio de la fecunda práctica del amor, la misericordia, la caridad y el perdón, como factores esenciales del crecimiento y la promoción humana de todos los que compartimos el espacio terrenal. Si bien es cierto que a todos hay que amar por Jesús y a él amarlo por sí mismo, también estamos obligados a asimilar y enseñar a los demás, ya que él no quiere amigos de conveniencia, sino amigos humildes, pacíficos, de almas puras y libres de ataduras, por ser éstos los que están cerca de su divino corazón. Debemos proponernos ser sus reales amigos acogiéndonos a la invitación que él no hace de vivir de acuerdo con su enseñanza, siendo dignos, íntegros, humildes y piadosos, por ser esta la fuerza moral que requerimos para impregnarnos de la alegría, la confianza y la sabiduría que necesitamos para que nuestras familias y nuestras comunidades sean el motor y la fuente esencial de la edificación de una nueva sociedad nacional y mundial, donde prime el amor, la paz y la confraternidad.

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