Special report: Trujillo bartender de Euclides
Señores, si no lo sabían, sépanlo: Trujillo, con la perspicacia que le caracterizaba, se dio cuenta (hace mucho, obviamente) que Euclides Gutiérrez Félix era una especie de «boca dura».
El propio Euclides –uno de los más amenos y didácticos expositores en la radio y televisión del país- hizo la revelación hace poco al contar un encuentro personal con Trujillo allá por 1961.
El Jefe no lo llamó «boca dura», sino que lo definió como «contestatario», que para nosotros es algo parecido.
Cuando el hombre fuerte dominicano dio ese calificativo al entonces novel abogado, «yo me atreví a decirle, que no conocía lo que quería decir contestatario», contó Euclides.
«Trujillo nos dijo que ‘contestatario’ lo que quería decir era una persona que lo respondía todo y que según le habían dicho, también, yo le daba ‘boches’ a los que me discutían, y que era un muchacho arrogante y engreído», agregó el hoy funcionario gubernamental y experimentado abogado.
Es decir, que las características de hombre «respondón» y autoritario que muchos le observan, las tiene Gutiérrez Félix desde hace mucho, mucho tiempo.
Se preguntarán ustedes dónde y cómo ocurrió esa conversación entre Trujillo y Gutiérrez Félix, alrededor de un mes antes de que el primero fuera ultimado a tiros.
Sucedió en la casa veraniega del Generalísimo en la playa de Najayo, ubicada dentro de los predios que correspondían a la hacienda María. Casa que, vale destacarlo, fue muy poco usada, aunque inspiró un merengue en la voz del excelente cantante Rafaelito Martínez, ya fallecido. (Dar un clic: https://www.youtube.com/watch?v=QFYCfk2NMc0)
La vivienda, que aún se conserva, pero en muy mal estado, está dentro de los terrenos de la hacienda María que fueron entregados por el gobierno de Balaguer (1966-1970) a la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU).
Como ya se sabe, Gutiérrez Félix –ya abogado y con menos de treinta años de edad- fue designado en las postrimerías del régimen, Senador de la República por la provincia Libertador, hoy Dajabón. Su designación formó parte de un plan del gobernante de incorporar jóvenes sobresalientes al tren oficial con el propósito de revitalizarlo. Otros (entre ellos Marino Vinicio Castillo, Gregorio García Castro y Manuel Jiménez Rodríguez) fueron llevados al Congreso conjuntamente con Gutiérrez, hijo de un antiguo oficial militar.
EL HECHO
Gutiérrez Félix, recientemente, narró así el encuentro con Trujillo en Najayo:
«Sin que sea una expresión de engreimiento, de sobreestimación o altanería, queremos dejar constancia que tal vez un mes antes de que Rafael Trujillo Molina fuera ajusticiado, requirió nuestra presencia con la intención de conversar en relación con una declaración pública que dimos y que recogió el periódico matutino La Nación, saludando las sentencias de ‘divorcios por incompatibilidad de caracteres’, que había dictado el presidente de la Cámara Civil y Comercial del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional, única Cámara que existía en la capital de la República, bajo la responsabilidad del magistrado Antonio Tellado, mediante las cuales se aceptaban esos divorcios, aunque los matrimonios de las parejas que los integraban se habían casado bajo el ordenamiento de las disposiciones del Concordato, suscrito con el Estado del Vaticano y el gobierno de la República representado por Rafael Trujillo Molina, en 1954».
Trujillo le había pedido a Fortunato Canaán padre -abogado y senador por la provincia Duarte, amigo del padre del joven Gutiérrez- que lo llevara a San Cristóbal. Quería escuchar de sus propios labios la explicación de su tesis sobre los divorcios que reportó no muy detalladamente La Nación.
Gutiérrez Félix siguió narrando el encuentro de 1961:
«Fortunato Canaán, a quien respetaba y por quien sentíamos admiración, ya que era un excelente abogado, con amplio ejercicio profesional, buen expositor, frontal y una de las figuras que desde el inicio del régimen se había puesto al lado de Trujillo, nos invitó a que lo acompañáramos un martes, a la caída de la tarde, a la casa veraniega que Trujillo tenía en Najayo, a la orilla del mar.
BARTENDER
«Trujillo nos recibió ya entrada la noche, lugar en el que se encontraba acompañado de una hermosa joven, que desconocíamos su nombre y su origen. Complaciente nos saludó sonreído, y dijo: ‘yo soy tu bartender, y quiero que me digas qué quieres tomar, porque me interesa saber cuál es tu criterio de ese tema tan importante que trataste’.
«No obstante lo avanzado de su edad, tenía 69 años cumplidos, Trujillo, que era un hombre engreído y además un excelente actor, nos sirvió unas copas de Carlos I, del que se embotellaba expresamente para él en España y reiteró: ‘lo que dijo el periódico no fue lo que realmente tú dijiste, y como tú eres abogado que ejerces la profesión, aquí frente a otro abogado con mucha experiencia como Fortunato, quiero saber la verdad’.
Fue entonces que Gutiérrez Félix le dio las explicaciones de lugar sobre los divorcios, el Concordato y la posición que debía adoptar Trujillo de cara a la historia, en torno a este tema entonces importante.
El meollo de la cuestión –y Trujillo lo admitió en la conversación- era que el Jefe del Estado dominicano se proponía enmendar el Concordato suscrito con el Vaticano en 1954. Pero no tuvo tiempo de hacerlo, puesto que algunas semanas después fue muerto en la autopista a San Cristóbal.
Un hecho histórico del pasado que todavía puede ser motivo de discusión: el Concordato y RD, aun vigente.
Y una simple anécdota que proyecta el carácter de una figura colorida de la política dominicana, Euclides Gutiérrez Félix, quien no es santo de la devoción de mucha gente, aunque a decir verdad cuenta con buena cantidad de simpatizantes.
Y un adelanto: el hombre está escribiendo sus memorias….