Special report: El destino final de José R. Román Fernández

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José René Román Fernández, delante, esposado y con cabeza raspada.

Hablar de hechos pasados en los que se intervino o se fue testigo, contar anécdotas  y rememorar acontecimientos del pasado  son algunas de las tareas que con más fascinación emprenden  los que pasan de 50 años de edad.

EL AUTOR es periodista.
EL AUTOR es periodista.

En esa línea, Luis José Domínguez Tavera –un antiguo oficial de la Aviación Militar Dominicana (AMD), que en los últimos tiempos se ha llamado Fuerza Aérea Dominicana- publicó hace unos meses un libro titulado “Piloto Escuadrón de Caza” en el que cuenta, fundamentalmente, su paso por ese organismo militar y su vinculación, como actor secundario o testigo,  con una serie de sucesos de trascendencia nacional.

Se trata de una obra de 394 páginas  en la que se explaya  contando cómo ingresó en la AMD y las peripecias de los dieciséis años (1952-1968)  que pasó en ella, buena parte de los cuales transcurrieron durante la Era de Trujillo.

Domínguez Tavera, nacido en  1932, habla, entre cosas, de acontecimientos que se registraron en torno a la invasión del 14 de junio de 1959 y a la insurrección constitucionalista de 1965.

Distintos aspectos me han llamado la atención en  el libro,  producido con palabras sencillas, de su propia  autoría, sin que luzca haber recibido maquillaje de escritor profesional alguno.

Ramfis Trujillo
Ramfis Trujillo

CONSEJO DE GUERRA

Por el momento vamos a citar el más relevante de esos aspectos:

El autor da cuenta de que al general José René Román Fernández, involucrado de lleno en el complot que costó la vida del generalísimo Trujillo, se le pasó Consejo de Guerra en el cine club de la base aérea de San Isidro, sede principal de la AMD.

Me llamó la atención porque  no hemos visto esa versión en los numerosos libros que se han editado acerca del dictador, ultimado la noche del 30 de mayo de 1961 cuando salía en automóvil de la capital dominicana hacia San Cristóbal.”

Como lo sabe todo el mundo, Román Fernández fue hecho preso tan pronto pasaron las honras fúnebres al Generalísimo en la iglesia de San Cristóbal y llevado a San Isidro, donde estaba aposentado el general Ramfis Trujillo, jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas y virtual heredero del poder.

En su libro, Domínguez Tavera escribe: “el 18 de junio del mismo año (1961) todos los Oficiales que así lo desearen fuimos invitados para asistir al cine del Club de Oficiales de la base, donde se celebraría el Consejo de Guerra a quien hasta hacía poco fuera General: José René Román Fernández. Asistieron  también oficiales del Ejército y de la Marina. Impresionante y triste. Aquel señor escoltado por Oficiales de las tres ramas de la Fuerzas Armadas, con la cabeza rapada y las manos esposadas, subiendo al escenario del cine donde se llevaría a cabo el juicio. El proscenio estaba organizado simulando la sala de una Corte de Justicia. Román, ya sentado, quedaba de espalda al público, y de frente estaban los jueces”.

Y agrega: “Recuerdo muchas cosas del juicio, pero lo más impresionante  ocurrió cuando el Fiscal, licenciado Duquela Morales, paseándose de un extremo a otro del escenario por un prolongado rato, y cuantas veces pasaba frente al acusado se detenía unos segundos y con el dedo le señalaba y le gritaba:  ¡porque Román es traidor!. Volvía a pasar… ¡porque Román es perverso!, y volvía de nuevo, ¡porque Román es asesino, ¡Maligno!,  ¡ngrato!, etc.. Así, espetando calificativos semejantes, se mantuvo el Fiscal por más de quince minutos. El abogado defensor no tuvo más que decir que el crimen cometido por el señor Román Fernández había sido tan grande que no tenía defensa alguna. El Tribunal Militar le condenó a treinta años de cárcel”.

PARQUEDAD

Domínguez Tavera, quien en 1961 era capitán piloto, es muy parco sobre el tema y no precisa, por ejemplo, cuántas horas (y quizás días)   duró el Consejo de Guerra. Tampoco señala quiénes, aparte del fiscal, depusieron en el mismo. Y mucho menos cuáles fueron las declaraciones del atribulado acusado. Asimismo, no identifica a los jueces, obviamente militares.

Pero el autor no alude al punto más importante del caso: el destino final de Román Fernández, quien no volvió a aparecer más.

El juicio, según el escritor, fue el 18 de junio y es sabido que Ramfis Trujillo se ausentó del país el 18 de noviembre, horas después de ultimar en la playa de Nigua al grupo de participantes en la muerte de su padre.

Nunca ha existido la creencia de que Román Fernández estuviera entre los conjurados llevados a la casa de la hacienda María y siempre se ha creído que fue muerto en la propia base aérea.

SECRETO

Su destino final es uno de los secretos mejor guardados y por eso me ha interesado el aspecto publicado por Domínguez Tavera en su libro “Piloto Escuadrón de Caza”, puesto a circular en acto público en Miami.

Nunca ningún militar de los que estuvieron en el recinto de la AMD se ha referido al Consejo de Guerra ni a la desaparición física de Román Fernández. Pero tampoco lo ha hecho -al menos no lo ha visto quien escribe- ninguno de los escritores que han abordado el tema Trujillo.

Vale aclarar que sí se han dado versiones de que Román Fernández fue torturado en la base y ciertamente se ha publicado una foto en la cual es conducido caminando, esposado y con la cabeza rapada, por cuatro militares: los coroneles Tejera López y Wessin y Wessin, el capitán Marino González Roa y el teniente Clodoveo Ortíz. Se ha dicho que en ese momento era llevado al club cine del club de oficiales de la AMD. Esta foto, de viejo conocida, es insertada en la obra de Domínguez Tavera.

VERSION DE RAMFIS

El hijo mayor de Trujillo Molina murió en Madrid en diciembre de 1969 tras un aparatoso accidente de

tránsito. Tres años antes, en 1966, escribió una carta que pretendió publicar en la prensa dominicana –lo cual no pudo lograr- refutando juicios externados pot los tres hijos de Román Fernández en relación a las penurias de éste durante su encarcelamiento.

José Luis Domínguez Tavera

En la carta, dada a conocer en el año 2009 por su hermana María de los Angeles Trujillo Martínez (Angelita),  hablaba ampliamente en forma crítica de la actitud de Román Fernández de involucrarse en el complot..

“Dicen los que suscriben cosidos ambos párpados, mutilado, quebradas las costillas a fuerza de golpes inhumanos, mantenido de pie a fin de que no pudiese conciliar el sueño, como su integridad no pudo ser vencida se abrió su cuerpo ya casi exánime el fuego de la ametralladora, sellándolo de heridas mortales”.

Apuntaba Trujillo Martínez que “parecería esta narración la de una película de misterio. Puedo asegurarles a los señores firmantes que ni hubo costillas quebradas, ni hubo mutilación, ni sus párpados estaban cosidos. Pueden tener para su tranquilidad esta seguridad si es que sus palabras no son simple propaganda especulativa”.

En la misiva Ramfis Trujillo arrojó una tenue luz sobre el destino final de Román Fernández cuando manifestó que “sin embargo, voy a darles una satisfacción, que es la única actitud que tiene algún valor moral y que podría tener algún mérito por muy pequeño que éste pueda ser. Pupo Román salió huyendo con el propósito de que se le aplicara la ley de fugas. Sabía que no escaparía con vida, por tanto se puede decir que se convirtió en un suicida. (No  puede huir un hombre con los párpados y las costillas en el estado descrito por ellos).

En conclusión, no dudamos del juicio. Lo que esperamos es detalles del mismo y del destino final de Román Fernández.

josepimentelmunoz@hotmail.com

 

 

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