Sobre fusilamientos y desapariciones

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Como resultado de las instrucciones que se le daban a los militares en la denominada Era de Trujillo, los mismos, no obstante la desaparición física de la dictadura, siguieron como el héroe de la saga “007, James Bond”; es decir, al servicio de su Majestad, pero con licencia para matar. Recientemente, los hijos del malogrado héroe Manuel Aurelio Tavárez Justo (a) Manolo, han incoado una acción litigiosa contra el general retirado Ramiro Matos, quien a la sazón estaba al frente del batallón que enfrentó a éste, cuando se levantaron en armas en Las Manaclas. Lo lamentable de este caso es que se inicie 50 años después de haber sucedido aquel fatal desenlace, en el cual fueron fusilados, después de haberse entregado y tener la garantía de un miembro del Triunvirato, de que sus vidas serían perdonadas. El Museo Memorial de la Resistencia Dominicana ha sustentado un proyecto de crear una Comisión de la Verdad. Si esta hubiese estado conformada, éste sería uno de los casos a investigar, aún a sabiendas que la mayoría de los actores han desaparecido, sin haber sido culpados de tan horribles y cobardes asesinatos. Creemos que no solo se debe limitar a estos valerosos héroes, que ante el golpe de Estado contra el profesor Juan Bosch creyeron conocer las escarpadas montañas de Quisqueya y no sólo no tenían la instrucción y la preparación física para ello, sino que creyeron que con el hecho de llamar la atención internacional, su reclamo sería, sino satisfecho, al menos conocido. Grave error. Los militares entrenados en Panamá en guerrilla subversiva, los persiguieron como sabuesos y no se detuvieron hasta masacrarlos, no obstante ellos entregarse con bandera blanca y las armas depuestas. En acción de guerra, también fueron fusilados en el patio de la Academia de Las Carreras todos los prisioneros que vinieron en las invasiones del 14 y el 19 de junio de 1959. Esos cobardes militares, para congraciarse con Ramfis, ejecutaron de manera cruel y despiadada lo mejor de nuestra juventud en el exilio. Sin embargo, por esos crímenes no fueron condenados los serviles militares que “obedeciendo órdenes superiores”, mataron a seres indefensos pero con una dignidad y un coraje que ninguno de esos viles asesinos poseían. ¿Se hizo investigación o se castigó a los que fusilaron los héroes del 30 de Mayo? Aquí volvieron verdugos que asistieron a esa infame desaparición como fue el caso del antiguo marido de Angelita Trujillo, el “coronel” Luis José León Estévez (Pechito), tan contrito que hasta se suicidó en lugar de pulgar muchos años de prisión. También se “pavoneó” por nuestras calles el “general” Tunty Sánchez Rubirosa, traído al país por parientes de Manolo. El crimen de las Hermanas Mirabal fue tan horrendo, cobarde, alevoso y sádico, que las Naciones Unidas han declarado el 25 de noviembre, día del asesinato, como “Día Internacional de la Mujer”. Sin embarg ¿Qué suerte corrieron los esbirros, calieses y depravados? Muchos, como el coronel Caamaño y sus acompañantes, fueron capturados vivos y luego fusilados con saña por “órdenes superiores”, en donde son tan culpables los que ejecutaron el hecho como los que impartieron las órdenes. Por no tener el espacio suficiente para desarrollar detalladamente estos espinosos temas, me referiré a las desapariciones más connotadas y que en su momento los culpables, tanto materiales como intelectuales, pudieron haber sido incriminados y sometidos a la acción de la justicia. Recuerdo a mi compañero de universidad, el doctor Guido Gil, desaparecido en el puente “Ramfis” y todavía no se ha recuperado su cadáver. Asimismo, el crimen del periodista Orlando Martínez, al que un calié le quiso dar un susto por “órdenes superiores” y al éste tratar de defenderse, le pegaron un tiro y lo mataron. Asimismo, recordamos al asesinado Gregorio García Castro, a los dirigentes estudiantiles como Amín Abel y otros que se pierden en la niebla del tiempo. Muchos murieron o los mataron en situaciones no aclaradas. El caso de Narciso González (a) Narcisazo, es una muestra palpable de que la sociedad y sus actores son intocables cuando les conviene a determinado sector político y en donde la población no se rebela para ponerle un alto al vandalismo y la caverna. Todos aquellos que fueron asesinados o desaparecidos merecen, para tranquilidad de esta irreflexible sociedad, que sea cuanto antes establecida la Comisión de la Verdad para aún sea 60 años después, conocer a los ejecutores.

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