Sobre el crimen prehistórico
El crimen cometido por el hombre es tan viejo como él mismo. La primera historia que se avanza del hombre es la leyenda de un crimen, de un crimen contra Dios. El hombre, ya en la segunda procreación de su existencia, fue un asesino.
Caín mató a su hermano Abel y se convirtió así en el primer antecedente de los asesinos, que, a partir de entonces, estrangulan, golpean hasta la muerte, envenenan a sus congéneres.
Tan vieja como el pecado es el castigo y, como inferencia de éste, la investigación de la falta. De entrada parece fachosa la aseveración de que los hechiceros de las culturas primitivas fueron los primeros criminalistas, ya que en sus métodos no existe el frío cálculo, la exactitud científica, la precisión técnica, que trascienden hoy intrínsecos del concepto “criminalista”.
Pero al constituir un paralelismo entre los primitivos períodos y nuestros días, debemos afirmar que el sistema realizado por el hechicero para el “hallazgo del autor del hecho” no está muy alejada de la moderna ciencia de psicología criminal.
El primitivo actuaba por instinto y punteaba, sin titubear, al autor del ilícito. Se tenía de este modo la creencia, que alcanzaba a inducir el pánico, de que el hechicero, lo sabía todo acerca del crimen y del criminal. La revelación de este solo era una confirmación, sin importancia alguna, de un acontecimiento destacado de antemano.
Una gran parte de la psicología criminalista corriente reside, ciertamente, en imputar a la convicción del delincuente su desabrigo ante un poder absoluto. Las pericias del hechicero han sido rechazadas por completo por los criminalistas modernos, aun cuando a veces en nuestro siglo XX1, aparecen vestigios de la Edad de Piedra.
Pero los triunfos que se anotaba en todo caso el brujo de la tribu, envidiaran lograr también muchos sufridos jefes policiales, que no alcanzan desarraigar, a pesar de sus animosos arrojos, ninguna revelación de los descocados maleantes que deben interrogar.
La asimilación entre las épocas antiguas y la presente no tiene, en el mejor de los casos, más que el precio de una entretenida reflexión. Todo parece indicar, que el primer informe auténtico sobre un caso criminal y su esclarecimiento data del año 1100 antes de Cristo. Tuvo lugar en el Egipto del rey Ramsés IX y fue descubierto, pulcramente escrito en un papiro, por los arqueólogos del siglo XIX de la Era Cristiana, en la región de Tebas.
Este primer caso, no solo demuestra que hace 3,000 años trabajaba la policía con la mayor urgencia y eficacia, sino que revela también que gran parte de los vicios que agobian en la actualidad al aparato policial se daban igualmente en aquella época. Burocracia, caza de puestos, imbibición desmedida y, no en último lugar, rivalidades internas y prebendas.
No debe extrañarnos tampoco que la policía de entonces se sirviera también de un servicio excelente de espías. Tales espías, o como se les llama hoy, más suavemente “confidentes”, formaban parte de la máquina policial.
Entre la era del hombre prehistórico y el año 1100 antes de Cristo, habían transcurrido muchos años. Las hordas y tribus se habían convertido en pueblos, y habían nacido ciudades y poblados de las antiguas cuevas, de los campamentos y de las edificaciones de madera.
En los estratos inferiores, los mendigos, los viajeros, los artistas, acróbatas y danzarines, los trabajadores ocasionales, abundaba la gente de mala ralea.
Se formó una especie de policía con la guardia personal del rey o faraón y con las unidades del ejército regular, que ejercían su función por todo el país. En el reinado de Ramsés IX existía ya, al parecer, una organización poderosa y muy bien articulada.
jpm-am
magistral, hector. se me ocurre sugerirte que recojas tus arti****s en un libro que bien pudieras titular. apuntes de hector dotel matos. que te parece?.