Sin pan pero con mucho circo
A escena un caso. Durante días los medios mantienen el interés en alto con funciones múltiples. Declaraciones del Ministerio Público, de los acusados. La sociedad civil reclama sanciones.
Hay que dar seguimiento. Buscar reacciones. Preguntar al pueblo que pasará. Sobre todo, mantener el tema los lentos fines de semana.
Como siempre, el pesimismo extiende sus tentáculos, incluso alcanza al propio periodista, al que nada humano le es ajeno. La gente llana, con su inmensa sabiduría, vaticina que nada ocurrirá. Espera el otro capítulo.
La masa y la no masa asumen que es un trabajo calculado en frío, una trama para distraer y mientras el circo dure minimalizar los problemas nacionales que siempre serán básicos y viejos. Por eso hay expectativa morbosa.
Es ya materia de olvido el caso de las clínicas allanadas y reabiertas en un santiamén y que los rumores vincularon a la desaparición de la niña Carla Massiel Cabrera.
Extraña que pese al tiempo que los acusados del rapto llevan en la cárcel las autoridades no logren información concluyente sobre el paradero de la pequeña.
Todavía el Ministerio Público no ha dado nombres de todos los presuntos implicados en el supuesto soborno para la compra de los aviones Super Tucano y guarda silencio sobre la investigación contra los senadores que habrían negociado.
Aun no hay respuesta a los cabos sueltos en la muerte del exrector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo Mateo Aquino Febrillet. Nadie sabe quién es HD, al que el excoronel Rafael Herrera Peña, encargado de la seguridad de Blas Peralta, llamó ni por qué le decía señor, con tanto respeto.
Falta responder quiénes son Alexis y Beachaumps, qué vínculos tiene aun el exoficial con la Policía, que pretendía cambiar el cañón de un arma, dónde está la pistola y una de las yipetas que persiguió a la de Aquino Febrillet.
Así una larga hilera de casos, de expedientes puestos en palestra unos encima de otros son solo papeles que sufren desgaste rápido o materia para los ratones de los atestados tribunales.
Por eso el pueblo, carente de pan y atiborrado de circo, siempre proclama profético “eso no va a quedar en na”.
jpm