Se impone un cambio de rumbo en el manejo de la cosa pública
El pasado 3 de agosto, el Presidente Danilo Medina emitió tres decretos que reflejan claramente la magnitud del drama sociopolítico que vive la República bajo los gobiernos del PLD, por los intentos de rearmar su proyecto reeleccionista.
La destitución de la plana mayor de la Policía Nacional, de los Directores de la Oficina Supervisora de Obras del Estado (OISOE) y del Instituto Nacional de Aguas Potables (INAPA); así como la adición al aparato del Estado de dos representantes del otrora poderoso Partido Revolucionario Dominicano y otras designaciones, responden a la misma lógica de sumar aliados y crear una imagen de renovación, distorsionando los hechos; en lugar de enmendar sus actuaciones anteriores, para evitar el creciente deterioro de un régimen, que no hace más que enriquecer a sus personeros y endeudar a varias generaciones de dominicanos.
Así, frente a la manifiesta crisis moral y operativa por la que atraviesa nuestro principal cuerpo del orden y los encargados de la seguridad fronteriza; el Gobierno pretende cambiar algunas caras para dejarlo todo igual, en una versión dominicana de “gatopardismo”, que amenaza trillar el camino hacia un desastre mayúsculo de nuestra sociedad en los órdenes político, económico y social.
El país, la Policía Nacional y el CESFRONT merecen una renovación total de sus estructuras y liderazgo, con una inversión importante en su formación, equipamiento y condiciones de vida, para la eliminación del parasitismo, y las prácticas de extorsión, cohecho y encubrimiento, cambiándolo por el respeto a la Constitución y las leyes, con disciplina y supervisión, para que se pongan realmente al servicio de la ciudadanía y la seguridad pública, de manera que sean una verdadera garantía para el desarrollo de nuestras instituciones democráticas, el desarrollo económico y la paz social.
Despacharse después de tres años de fracasos lamentables en su gestión de gobierno, con el cambio de algunas figuras, constituye una nueva burla al pueblo, que padece cotidianamente grandes precariedades, inseguridad e irrespeto a sus derechos fundamentales.
Mientras el gobierno protege con su silencio cómplice, irregularidades mayores en la rendición de cuentas, sobrevaluaciones multimillonarias en las obras del estado, permisos de importación que arruinan a los agricultores, exoneraciones alegres y cobro de peajes fraudulentos para todo tipo de actividad económica; no puede esperarse que sus organismos dependientes lo hagan mejor.
Se impone un cambio de rumbo en el manejo de la cosa pública, para lograr que todo el aparato del Estado ponga el interés nacional por encima de los de una alta burocracia parasitaria e insaciable, pues manda un mensaje negativo a los niveles inferiores que no hacen más que imitarlos.
Emplazamos pues a Danilo para que rectifique su proceder, porque su total incapacidad para resolver ingentes problemas elementales, que como la energía, la producción de alimentos, la protección de los recursos naturales, el comercio lícito, la frontera, la seguridad personal y el patrimonio nacional, está creando las condiciones para un retroceso drástico en la vida de los dominicanos que es preciso evitar, porque todos lo padeceremos…