Sátira, política y conspiraciones

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EL AUTOR es Licenciado En Administración de Empresas. Reside en Santo Domingo.

Por ISAIAS ANTONIO DIAZ

 

 

La sátira como género literario, posee un largo trasfondo histórico que se remonta a la antigua Grecia, lo que explica la repercusión del mismo en el Imperio Romano, tras este último haber conquistado a los griegos. Resulta quizás extraño, que un pueblo conquistado, como lo fue Grecia, ejerciera tan profundas influencias sobre el conquistador; pero cuando somos conscientes del desarrollo cultural, filosófico e histórico de los griegos, las preguntas están demás.

Es sin lugar a dudas por el avanzado refinamiento de la cultura helénica, que la sátira adquiere esa ineludible gracia que tanto encanta y entretiene. Este género, puede estar orientado a varios propósitos, entre los que se destacan: El moralizador, el lúdico y el burlesco. En todos los tiempos no han faltado quienes hagan uso de este género; tal es el caso de los ingleses Lord Byron, George Orwell entre otros tantos.

Todo lo antes expuesto, tiene el único fin, de facilitar la compresión de las razones, motivos y propósitos por el cual ciertos políticos; en todos los tiempos y lugares, han venido haciendo uso de la sátira, en su modalidad mordaz, maledicente y burlesca. Evidentemente, se ignora la diferencia que existe entre la genialidad y nobleza de la literatura como elemento enriquecedor del espíritu, o bien se utiliza de forma deliberada, con el propósito de dañar, desarticular y estigmatizar moralmente a un semejante.

Para citar un ejemplo, basta olvidarnos de los Griegos y hablar de nuestro país, la República Dominicana; porque es justo aquí, donde sectores políticos de identidad »invisible», buscan validar la palabra de un narcotraficante, con la tendenciosa finalidad de causar mal a quien estiman como un fuerte adversario.

Me rehúso a pensar que quienes se hacen llamar políticos, actúen de este modo, no puedo evitar  sentir preocupación. Resuenan en mis oídos las palabras del patricio Juan Pablo Duarte, » La política no es una especulación; es la ciencia más pura y la más digna, después de la filosofía, de ocupar las inteligencias nobles». Resulta increíble, que lo noble, pueda degenerar en perversas conspiraciones.

Me pregunto si quienes hoy ejercen la política, habrán olvidado las herramientas propias a un ejercicio noble, estas son: El debate, las propuestas coherentes, el servicio sincero,  la entrega total a causas humanitarias, así como a toda acción destinada a que nuestros semejantes sean mejores.

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