Salud del espíritu humano

La parte que conduce nuestro cuerpo, es considerada el espíritu, que a la vez, la parte consciente del ser humano. Lo inverso al espíritu es el cuerpo compuesto por células, órganos y sistemas, el cual es lo que nos permite realizarnos en un mundo material. Sin embargo, el objeto de la existencia del hombre es prepararlo para el estadio de vida superior, después de haber caído de éste, por causa del pecado.
La caída del hombre se debió a ese apego que suele manifestar el ser humano a lo material, por lo que Adán y Eva comieran del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. La actitud de fijarse en los supuestos beneficios que les traería el comer de ese fruto, condujo a Eva y Adán a afectarse en el espíritu, pues descubrieron su inferioridad y comenzaron a tener miedo, como una manifestación de la conciencia del mal que se hicieron, por haber caído del nivel espiritual a un nivel material.
La salud del espíritu, es volver a la situación anterior, donde  el espíritu ocupe lo primero en el ser humano; es decir, que éste pueda controlar la carne. Por priorizar las cosas que dan sentido al cuerpo, el hombre ha sido capaz de dañarse en el espíritu, una evidencia de ésto es que muchas mujeres, por querer verse más bellas (vanidad), se operan y mueren.  El apóstol Pablo, escribió: «Yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo» Rom. 7:18.
La salud  del espíritu es llenarse de las cosas espirituales, las cuales son capaces de conducir el cuerpo por un sendero de vida y felicidad. Ante el odio, que gana el amor; ante la desesperación, la paciencia; ante la deshonestidad, la honestidad; ante la mentira, la verdad; ante la infidelidad, la fidelidad; ante la deslealtad, la lealtad; ante la guerra, la paz;  ante el materialismo, la espiritualidad; es decir, ser íntegro en el espíritu.
Nadie puede ser feliz, mientras no sea capaz de superar los deseos infernales que batallan contra los deseos del espíritu. Muchas de las ciencias humanas, como la psicología, psiquiatría, sociología, educación, entre otras, conocen bien esta dualidad en el ser humano. Si no hay tratamientos, que conlleven la salud del espíritu, el ser humano se sumerge en el fango del mundo bajo, el de la infelicidad. Sonreír, no es necesariamente expresión de felicidad, muchas veces oculta la infelicidad; cantar, no es únicamente evidencia de estar bien.
La mayoría de las personas ocultan su realidad, bajo la simulación de estar bien. Satanás le hizo creer a Eva, que él estaba bien y feliz, y por lo tanto, le promete buscar el bienestar de ellos, en el Edén. En cambio, él sabía que estaba condenado y por ende le corresponde el infierno; éste ser, no es feliz. pero, vendió una falsedad a la pareja edénica. No se deje engañar de él, ni de nadie ni de usted mismo. La felicidad y bienestar del ser humano está en andar en las obras del bien, las cuales se manifiestan por medio del espíritu del hombre, y por ende buscan el bien del hombre.
La sanidad del espíritu humano, sólo es posible en Jesucristo. En verdad, las doctrinas de éste, son tan sublimes que pueden transformar aún el espíritu. El participó en nuestra creación (Gén. 1:26-28; Jn. 1:1-3), en consecuencia, conoce las sustancias de nuestro espíritu como del cuerpo. El nos eleva a la condición anterior, a través de una conciencia cristiana y por medio del rescate que nos hace del mundo bajo. El es el modelo a seguir, pues nos dio el ejemplo de vivir de una manera irreprensible, nadie pudo acusarle con veracidad.
Cuando la persona es sana en el espíritu, es capaz de perdonar, de reconocer sus errores, de usar misericordia hacía aquél que está en falta y de edificar al que lo necesita, sin búsqueda de bienestar personal. Esto implica, para nosotros, un nuevo hombre, con un nuevo pensamiento, una nueva conducta, una nueva vida y una sólida visión del futuro. Este es el hombre que ha sido capaz de negarse a sí mismo, y de construir un nuevo formato de sí, en Jesucristo.
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